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Rajoy, ¿por qué no te callas?

9 de Mayo del 2013 - Felipe Carbajo (Oviedo)

A pocos días de que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, vuelva a comparecer para anunciar nuevas medidas de impulso a la economía de nuestro país, se apodera de mí ese pánico inherente ya a cualquier comunicado gubernamental en plan «recetario anticrisis», que, a lo peor, una y otra vez nos emponzoña cada vez más, sin visos ya de avistar tierra.

Vamos, que si nos atenemos a las últimas experiencias se tratará de un escrache a todo el mundo en toda regla y de una tacada.

Por cierto, señor González, parece mentira, ya vamos para mayores, ¿eh?, ¡ay, qué lejos queda la lucha social!, ¿hemos sentado la cabeza, verdad?, ¿cómo no denuncia presto el daño psicológico que todas las medidas llevadas a cabo bajo las directrices de su querida Unión Europea producen a diario en los niños de las familias que un día sí y otro también se quedan sin trabajo, sin casa, sin subsidio de desempleo, sin ayudas escolares, en definitiva, sin un sinfín de conquistas sociales que tanto costó conseguir a algunos que ahora deberíamos considerar verdaderos héroes; y lo que es más grave, en ocasiones sin sus propios padres, que llegan a quitarse la vida al no encontrar salida a sus situaciones? O es que para usted también hay niños de primera y otros de segunda, tercera o cuarta clase. Tiene que hacérselo mirar, de verdad. Qué vamos a esperar que digan los demás entonces.

Como funcionario que soy, y aunque motivos tengo para considerarme un ejemplo de damnificado por las tropelías de nuestros dirigentes, así por encima: pérdida de días de permiso que compensaban desvíos salariales de años, pérdida de días de vacaciones, aumento de la jornada de trabajo sin ningún tipo de contraprestación, anulación de la paga extraordinaria de Navidad, falta de contratación de personal interino, paralización de la Administración en cuanto a gestión de personal se refiere (sin convocatorias de concursos de traslados, privando del derecho de movilidad geográfica a los empleados públicos, sin procesos selectivos que posibiliten el acceso a la función pública para fortalecerla ante la gestión privada, etcétera), no quiero monopolizar esta pataleta, ya que igualmente cualquier ciudadano asalariado y/o pensionista ha sido víctima una y otra vez de este «corral de comedias» llamado España en el que los Bárcenas, Camps, Urdangarín, Pujoles Jrs., el Gerardo Fernández aquel del: «trabajar más y ganar menos...» (por nombrar a los que juegan en «Champions League»), han campado a sus anchas con el beneplácito de todas las instituciones que se dicen al servicio del pueblo y que una vez pillados con las manos en los euros se encomiendan al «pater» Montoro y éste les impone a su elección una liviana penitencia en forma de amnistía fiscal que convierte su pecado en venial y además tenemos que aplaudir tamaño ingenio. Vamos, que me río de Stephen Hawking, para agujeros negros los que se han descubierto ahora, pero de pasta, claro, y de dimensiones astronómicas los que han propiciado estos personajes «financiero-carroñeros».

Y digo que temo mucho esa comparecencia porque la experiencia nos dice que cada vez que algún mandamás sale a la palestra con sus recetas mágicas (agarrémonos que vendrán curvas) siempre afectan a los mismos.

La élite financiera mueve los hilo de estos cuatro papanatas, que ocultos en trajes de diseño ponen a la democracia como excusa para seguir al dictado los mandatos de esa raza adalid del capitalismo más feroz, sin importarle las consecuencias que sus decisiones tendrán sobre los ciudadanos que les han dado el poder de actuar. ¿Cómo es posible que un candidato a la Presidencia, muy consciente como lo parecía de la situación económica de nuestro país, se ofreciera a los electores con un programa sin ningún tipo de medida restrictiva, y que una vez en el poder no tenga ningún tipo de escrúpulo en aplicar? Bonita forma de ejercer la voluntad popular. Pero no pasa nada. ¿Recuerdan? Todo está atado y bien atado. Y tanto. Aquí mandan los de siempre, dirigen los de siempre, administran los de siempre: los dueños de las grandes fortunas, al resto que no nos queda más remedio que acatar, nos ponen las mordazas de la democracia, la monarquía, la Constitución y ancha es Castilla, todo vale.

Así, mientras unos se saltan a la torera todas las reglas de juego, al resto nos conminan a seguirlas a rajatabla no vaya a saltar por los aires todo el tinglado.

Hay ya mucho dicho y escrito sobre todo esto, pero está claro que no vale ante la violencia del capitalismo una actitud de protesta pacífica.

«Inteligencia, cultura y metralleta». Claro que su mentor acabó abatido a tiros en Bolivia.

¿Alguno se cree que se puede acabar con privilegios «cuasi» ancestrales de verdaderos clanes capitalistas con un «por favor...»?

Ahora dicen estos del PP que los escraches son actuaciones propias del fascismo o del nazismo, parece mentira...

No hace falta ser muy inteligente para descubrir y rebatir tamañas tropelías, espero adquirir en lo que me queda mucha más cultura y en cuanto a la «metralleta» de momento ahí va esta munición en forma de desahogo público con el que dirigiéndome a nuestro presidente de Gobierno le digo que para el palo que estoy seguro nos va a dar, emulando a nuestro Rey, en una de sus salidas de tono que va dando por esos mundos, le espeto desde aquí este: Rajoy, ¿por qué no te callas?, y haces lo que te mandan tus capataces europeos, al fin y al cabo va a ser así y por lo menos nos ahorramos un sainete político más, aunque para mi gusto de jocoso no tenga nada.

Pero sí de escrache, violenta y de qué manera, nuestras vidas de forma premeditada, entrando en nuestras casas a través de los medios también manejados por su idolatrado capitalismo.

Felipe Carbajo

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