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El islam invade de golpe España y Europa

17 de Septiembre del 2015 - Ana María Rodríguez Fernández (La Caridad)

Estamos viviendo unos momentos terroríficos de guerras fratricidas, tráfico de seres humanos, asesinatos, torturas, oleadas tremendas de gentes que huyen de sus países buscando refugio y todo tipo de atropellos en nombre de un Dios al que llaman “el misericordioso Alá”. El islam, una religión fanática, dictadora, sectaria, vengativa y terriblemente machista, está invadiendo el mundo a pasos agigantados sin que nadie le ponga freno. Los que practican el cristianismo, hinduismo, budismo, judaísmo y demás religiones son, para ellos, infieles y deben ser exterminados. A cambio, Alá los absuelve de sus pecados y, nada más morir, viene a buscarlos un montón de vírgenes que van en aumento y ya son unas setenta. El Corán, libro sagrado de los musulmanes, predica la guerra santa sin piedad alguna para aquel que se niegue a abrazar su fe. Su fanatismo es tal que no les importa morir con tal de matar, pues van derechos al paraíso. El islam somete, margina y discrimina a la mujer considerándola inferior al hombre y negándole los más elementales derechos humanos. Esta religión convirtió a la mujer en una máquina de tener hijos para Alá y un instrumento placentero de sus maridos. El islam, al contrario que el cristianismo, jamás perdona y predica el odio y la venganza amordazando y amenazando a sus fieles para que no se desvíen. Sus imanes, o clérigos, rigen los países y lo dominan todo, hasta la forma de pensar. “El islam se aprovecha de nuestra tolerancia para imponer su intransigencia”. La tolerancia de Occidente es para ellos una humillación y una debilidad y eso los motiva para atacarnos. El llamado Estado Islámico surgido recientemente está, con su yihad o guerra santa, sembrando el terror en los países a los que tiene acceso, destruyendo y masacrando todo lo que encuentra a su paso: hospitales, escuelas, museos, bibliotecas y todos los templos y obras de arte, algunas únicas y patrimonio de la Humanidad, que sean ajenas a su religión. Su modo de pensar y de actuar, anclado en la más oscura Edad Media, choca frontalmente con nuestra cultura y forma de vivir. La democracia, con sus libertades y laicismo, está gobernada por el diablo, es pecaminosa y debe eliminarse. Occidente evolucionó al separar Iglesia y Estado, mientras ellos quedaron atrapados en el túnel del tiempo. Yo me pregunto: ¿por qué esta tolerancia con quien nos ataca? Están persiguiendo y asesinando a miles de cristianos de la forma más bárbara, quemando sus iglesias y escuelas y permanecemos impasibles. A cambio, les permitimos llenar Europa de mezquitas y escuelas coránicas. ¿De qué vamos? Hace poco decía un moro de Marruecos: “Pediremos asilo, entraremos como mansos corderos, haremos los trabajos que ustedes no quieren y, cuando seamos bastantes, nos levantaremos y ¡España volverá a ser una nación musulmana! ¡Se me pusieron los pelos de punta! La caridad cristiana nos pide acoger a todos sin distinción de razas o credos y lo comparto, pero lo que viene es una multitud de musulmanes que no sabemos ni lo que vamos a hacer con ellos. ¿Cómo evitar que entre tal multitud no se cuelen montones de terroristas islámicos? Algunos opinan que el Estado Islámico, con su terror, quiere imponer el Islam en Europa. ¿Por qué no se une todo Occidente para destruirlos? Acoger no es solución. Paren la guerra y liberen a los cristianos y los santos lugares que están en peligro. No sean ingenuos, el Islam no se integrará jamás.

Ana María Rodríguez Fernández

La Caridad

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