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Retorno de cesarines

4 de Octubre del 2009 - Cosme Ruiz Pérez (Gijón)

Ya comenzó el desfile y ahí están. El uno, ZP, matrícula en propaganda, que no da «puntada sin hilo» y al que vimos en calles y ambientes suecos «engrasando» el voto progre y acicalando su «fachada y buen ver» ante sus euro-colegas y su inminente euro-presidencia. Más tarde, en la habitual Rodiezmo, exhibiría a «leires y bibianas», éstas con puño en alto, cual «descamisadas y veteranas luchadoras mileuristas»: ¿y no tiene algo mejor para «lucir», el sustitutorio «recauchutado» que le trae entre manos? Lo más potable que le quedaba se le va. Retorno de «unes» y marcha de «otres». Ahora resulta que la «Solbencia» de Pedro, aquel que mintió ante todo el pueblo en el debate con Pizarro, ¡queda bien! y está siendo alabada por su propio maestro y «artimañero Zapatero». Y lo mismo diríamos de aquel otro, que enseñaba al jefe, en dos tardes, toda la economía, o de la «ex educativa», que, además de «adivinar» por internet la sentencia de los jueces sobre la EpC, soñaba con el obligado cumplimiento de que nuestros jóvenes sean «buenos y votantes ciudadanos socialistas».

Por si faltaba poco, también vimos desfilar, con todo tipo de agasajos, a dos totalitarios de la «pasarela bolivariana». Uno de ellos, el «nuevo Evo», antítesis de aquella madre del género humano. ¿Qué habrá en la «cabecita» de este señor, al soltar una barbaridad más, relativizando al hombre respecto a la tierra? Similar a aquella del «proyecto Gran Simio» del PSOE, o a la del asesinato del nasciturus como derecho de la mujer. Todo propio de la barbarie y tiranía. ¿Tal vez piense, como algunos antepasados, en reducir, no ya cabecitas, sino a la esclavitud a quienes no se dejan «fagocitar» intelectualmente por él? Falso indigenismo que relativiza la dignidad humana respecto a los derechos de la «Pachamama» o madre tierra, y que retratan al «caballero». Las cosas (y la tierra por mucha «mama» que sea lo es) están al servicio del hombre. No tienen derecho alguno. Sí merecerán que se exija su respeto y cuidado para el bien común, pero de ahí no pasan.

En fin, lo típico de otras veces. Siempre hubo el farsante salvador o engañabobos de turno. Ya lo demostraron Napoleón, Hitler (que también ganó elecciones en la Alemania de su tiempo) y Stalin. Para todos estos personajes lo importante era el colectivismo, los pueblos, las razas, no reconocer sino otorgar (cual dueños y señores) derechos a los demás, tales como: «quién y cuándo nacer o morir», u otras salvajadas. Aquello de «el ser humano rey de la creación» ya pasó para ellos.

Vivimos, emulando a Otero Novas, el «retorno de cesarines, o cesarinas», que, aunque de cartón, hay que vigilarlos bien. Decía el señor Otero que vamos desde una sociedad apolínea, de razón sensata, de tolerante debate y entusiasmo democrático y que se horrorizó por la II Guerra Mundial, hacia una sociedad dionisiaca de pasión descontrolada, con valores e ideales en crisis por la corrupción, pérdida del verdadero sentido de la autoridad, confusión entre tolerancia y pasividad, hastío juvenil e inseguridad presente y futura. ¡Claro retrato de la sociedad actual!

Cosme Ruiz Pérez

Gijón

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