Olor a carroña

25 de Mayo del 2016 - Michel Coya (Orlé (Caso))

Huele a carroña este ecologismo, hiede a una mentira contrastada con el único fin de llenar los bolsillos a cuatro aguilillas que han visto el filón. Ha vuelto a aparecer otro lobo colgado en una señal. ¿No se dan cuenta de que apesta la protección del lobo a base de pisarle la cabeza al paisano? Se avisa continuamente, se enseñan sus daños en todos los medios de comunicación posibles, aparecen cada vez más ganaderos sumidos en la desesperación ante la imposibilidad de continuar con su vida. Nada, ni caso. El egotismo de los vividores del cuento del lobo, el miedo de los políticos y su noviazgo con lo fácil, la manipulación mediática que engaña la buena fe del ciudadano están consiguiendo llevar el tema a cotas más que preocupantes, a cotas límites. Estos días ha vuelto a aparecer la desagradable imagen de un lobo colgado en una señal. Una imagen que, por desgracia, mueve a la gente y que, además, lo hace de forma distinta a las miles de fotos de ovejas, terneros, cabras, potros, perros... que parecen no importar a nadie. Jugar con el pan de las familias acaba consiguiendo este tipo de escenas, actos delictivos posiblemente forzados por circunstancias personales críticas. No, no lo estoy justificando, simplemente es justo reconocer la asfixia a la que se puede llegar. El lobo no está en extinción en Asturias, Castilla y León, Galicia, Cantábria; muy al contrario, su población crece de forma descontrolada, alarmante, llevando la miseria aparejada a esa expansión. Tratar de alimentarlos con el pan de los ganaderos, como se está haciendo, es simplemente darle la puntilla, ponerlo frente al abismo. Muchos de los que por una simple paga extra o un 5 por ciento menos en su sueldo pusieron a España en pie de guerra, ven normal que se arruine la vida de quien vive del ganado, permitiéndose incluso la desfachatez de opinar de cómo evitarlo sin saber ni tan siquiera de lo que hablan. Que quede claro, nadie, nadie, absolutamente nadie pide la extinción de lobo, lo único que se pide es un control que permita la convivencia entre hombre y depredador, simplemente eso... ah, y que no le vendan cuentos, el lobo no está en extinción, quien está en serio peligro es el pasiano rural.

Michel Coya, cazador, periodista especializado, presidente de ENDECA

(Asociación en Defensa del Cazador)

Orlé (Caso)

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