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La noche de los cristales

19 de Noviembre del 2009 - Aída Oceransky (Oviedo)

La noche del 9 de noviembre de 1938, comenzó el más brutal de los ataques perpetrados en la historia moderna alemana contra los judíos. Se la conoce como la Kristallnacht o la Noche de los Cristales y este nombre se refiere a la ola de violentos pogromos anti-judíos que ocurrieron el 9 y el 10 de noviembre de 1938 en toda Alemania, en la ya anexada Austria, y en las áreas de los Sudetes de Checoslovaquia que había sido ocupada por tropas nazis.

Instigada en principio por los oficiales del Partido Nazi, por los miembros de las SA (Sturmabteilungen o guardias de Asalto) y por la Juventud Hitleriana, debe su nombre a los innumerables fragmentos de cristales rotos que cubrían las calles alemanas como consecuencia de las hordas atacantes.

Fue desencadenada por Joseph Goebbels, Ministro de Propagando de Hitler, con el pretexto del asesinato de Ernst Von Rath, un oficial de la Embajada alemana en París, muerto por un joven polaco de diecisiete años, Herschl Grynszpan, que se hallaba desequilibrado por la expulsión de su familia y otros 15.000 judíos de origen polaco, que fueron deportados sin aviso previo a la frontera polaca con Alemania, el 27 de octubre, a los que no se les dejaba entrar manteniéndolos desamparados en tierra de nadie, sin ropa, alimentos ni abrigo.

Goebbels incitó a la población alemana a vengar este asesinato con sangre de los judíos, intentando hacerlo pasar como un levantamiento espontáneo de la multitud contra la población judía. El vandalismo con que fueron agredidos los judíos, sus negocios, sus viviendas y las sinagogas resultó perversamente destructivo. Miembros de las SA y la Juventud Hitleriana incendiaron 267 sinagogas de las que 177 quedaron totalmente destruidas. Atacaron los negocios judíos de los que 7.500 resultaron completamente dañados y, lo más grave, persiguieron y atacaron a los judíos con un saldo de 91 asesinados, en tanto que 20.000 fueron arrestados y trasladados a campos de concentración. También los cementerios judíos también fueron objeto de profanación en muchas regiones de Alemania.

Muchas sinagogas ardieron toda la noche, en un espectáculo seguido por la muchedumbre y los bomberos, que habían recibidos ordenes de intervenir solamente para impedir que las llamas se extendieran a edificios cercanos. El archivo policial del periodo documenta que un alto número de violaciones y suicidios ocurrieron con posterioridad a los disturbios.

La opinión pública fuera de Alemania quedó impactada e indignada, creando una publicidad extremadamente negativa hacia el Régimen nazi. La prensa y la radio afirmaron que la Alemania de Hitler debía ser aislada de las naciones civilizadas. La opinión pública alemana también se mostró fuertemente impactada, desaprobando lo ocurrido, y gran parte de ciudadanos parecía objetar el desenfrenado y gratuito vandalismo utilizado en la destrucción de la propiedad privada. Sin embargo no hubo muchas protestas por los decretos antisemitas que prosiguieron a los atentados y que fomentaron la creciente arianización y creación de una vida alemana libre de judíos.

Un artículo del New York Times, de esa época comentaba los hechos ocurridos con estas palabras.. . . Lo que ha ocurrido aquí significa mucho más que la tragedia de los judíos. Significa que millones que detestan tales brutalidades han perdido su fuerza y posibilidad para protestar. . .Aquí crece, en el corazón de Europa, en un país antes civilizado un peligro para la civilización del mundo entero. . .

Todos los actos posteriores perpetrados por el nazismo instalaron niveles de violencia y horror masivos, inéditos en la historia de la humanidad. El genocidio al que posteriormente se sometió al pueblo judío, con toda una incomprensible y espantosa historia de sufrimiento a sus espaldas tampoco había tenido precedentes.

Aunque el régimen nazi fue derrotado, a partir de este hecho se borró la frágil frontera de la ética en Europa y por ello actualmente la humanidad asiste a actos intolerables contra la condición humana, llenos de crueldad, odio e injusticia. Después de Auschwitz todo vale, porque los valores negativos propiciados por el nazismo parecen haber triunfado.

El artículo 1 de la Constitución alemana proclama, que "La dignidad humana es inviolable". Esta breve y simple oración fue la respuesta a la catástrofe provocada por la Alemania nazi, que conllevó la sangrienta Segunda Guerra Mundial, con el asesinato de seis millones de judíos en el Holocausto y la destrucción y la aniquilación de millones de vidas. Sin embargo este principio no se respeta prácticamente en ningún lugar del planeta.

Los judíos mantenemos la memoria histórica de éste y otro hechos que jalonan tristemente nuestra existencia de 3.300 años, con la convicción absoluta de que mediante dicha memoria viva podremos conseguir un sólido futuro basado en la verdad y el reconocimiento de los hechos, siendo intransigentes con su banalización o negacionismo. Es nuestra deuda con los asesinados.

Aída Oceransky

Comunidad Israelita del Principado de Asturias

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