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Agradecimiento por el trato dispensado

28 de Junio del 2016 - Doctor David M. Muñoz Vidal

Queridos pacientes:

Como saben todos ustedes, me jubilo. La jubilación no siempre es un motivo de alegría, aunque su nombre derive del supuesto júbilo que produce. No es preciso que les diga, porque muchos de ustedes lo padecen, que, con ella, otros muchos problemas sobrevienen: el deterioro de la salud -ya se va acercando Átropos con sus tijeras-, la merma de recursos económicos y, en estos tiempos que corren, la inseguridad laboral de los hijos y sus contratos de miseria, que es el dogal angustioso que todos llevamos al cuello y que los políticos jamás solucionan, aunque, eso sí, nos engañan con muy buenas palabras, entreteniéndonos con las mil y una historias de Scherezade, sólo que menos divertidas.

Pero no estoy aquí para hablarles de esto. Quiero aprovechar el favor que este nuestro querido periódico me brinda para pedirles disculpas, más aun, perdón, por si alguna vez no supe solucionarles su demanda, no alcancé a comprender su padecimiento, o no estuve a la altura de lo que se me requería. Aunque siempre me molesté por estar a la última en mis conocimientos, así como siempre me esmeré por dar la mayor calidad científica con la mayor calidez humana en la atención; soy consciente de que, por muchas cosas del sistema que no podemos controlar, a veces no sale el trabajo todo lo mejor que uno desearía. Aunque confieso que esto no es disculpa, porque un paciente se merece lo mejor y espera de su médico la empatía suficiente para que la consulta sea lo más entrañable posible dentro del drama de salud que le acongoja o le duele, así como espera de él una infalibilidad mayor que la del Papa, porque los errores de éste -suponiendo que los tuviese- no tienen un perjuicio físico visible o mensurable como los del galeno, y porque, aunque habitualmente se diga que "errar es humano", eso no puede incluir, o referirse, a los médicos, de quienes se espera, lógicamente, una respuesta sobrehumana, libre de yerros. Les reitero mi perdón por si alguna vez se sintieron mal atendidos.

Subtítulo: Carta abierta a los pacientes moscones

Hoy puedo decirles que aunque quisiera, de momento no debo seguir trabajando, no sólo por la edad, sino porque el corazón se me saturó de estrés, agobios y preocupaciones, y parece que no soporta muchos más, pues lleva tiempo diciéndome que debo darle tranquilidad, por lo que me veo obligado a arrinconar mis conocimientos -con muchísima tristeza- y a abandonar esa loable labor que era procurarles o preservarles la salud.

Quiero darles las gracias por el cariño y el respeto que me dispensaron en los muchos años que hemos estado juntos, porque ello me hizo más grata y llevadera la labor. Asimismo, quiero darles las gracias por la credibilidad en mis asertos y mis diagnósticos -no sé si merecida; en esto, tienen ustedes la palabra-, y por la confianza de que hicieron gala al poner su vida y su salud en mis manos.

También quiero decirles a todos que les llevo y les llevaré en mi corazón (también recordaré siempre a los que ya no están, porque, aunque siempre luché para que todos mis pacientes llegaran a una edad provecta, a veces la aborrecible parca hizo su trabajo sin que pudiéramos evitarlo), y que les deseo muchísima salud y bienestar durante incontables años, siempre más de los que pueda vivir yo.

Un cariñoso abrazo a todos.

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