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En recuerdo de Rogelio, gaitero de Teverga

30 de Julio del 2016 - Celso Peyroux (Teverga)

Era una de esas sonrisas que graba la retina y retiene para siempre en el fondo del alma. Afable, grato, buen vecino, amigo entrañable y el mejor gaitero de todos los tiempos. Se llamaba Rogelio y había nacido hace casi ochenta años en Quintanal de Valdecarzana, concejo de Teverga.

De cuna humilde, sintió muy pronto la llamada de la música y, con el tiempo las manos se deslizaban sobre el puntero como cuando se ponen sobre uno de los cantos rodados del río en tiempo de verano. Era un verdadero placer escuchar sus baladas a las gaitas que tenía siempre tan bien afinadas, con pajuelas artesanales trabajadas por él: la “tumbal” para el canto; la “redonda” para las procesiones y los intermedios religiosos y la “grillera” para que las jotas sonaran cuanto más lejos mejor.

Viendo que su vida estaba cercana a la música y que su vida necesitaba otros horizontes se fue joven para Madrid, formando un grupo de gaitas y llegando a ser el “Gaitero Mayor” del Centro Asturiano de la Villa y Corte. Con los grupos de baile de un lado para otro iba izando la bandera tevergana sin despegarse nunca de la boca su sonrisa.

Este cronista le está agradecido por los preludios con los que siempre amenizaba mis publicaciones en el edificio de la calle Farmacia ante un nutrido grupo de asistentes entre los que siempre estaban miembros de la junta directiva, tan cálidos y amables con este cronista. Siempre generoso, Siempre complaciente. Siempre artista.

Este día atrás le dimos sepultura en su querido pueblo de Prado, donde había terminado de restaurar una hermosa casa familiar, con la firme promesa de que sus descendientes la utilizaran por los años de los años. Gaiteros amigos le acompañaron en el funeral y, entre el roncón y el puntero, se notaban las notas de Rogelín bajando de Marabio como cuando él amenizaba la romería de Santa Ana y La Magdalena en La Torre.

¡Qué buen gaitero! ¡Qué madera noble la de su estirpe! ¡Qué placer haber sido su amigo!

Los versos de Campoamor estarán siempre contigo como tú -compañero del alma, compañero- quedarás por siempre entre nosotros: -“… ¡Madre mía, madre mía,/Cómo alivia el suspirar!/y es que en sus entrañas zumba/

la voz que apagó la tumba;/¡Voz que, pese al mundo entero,/siempre la oirá el corazón/del gaitero./

Del gaitero de Gijón!

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