Pasajeros al autobús (o no)
El pasado 22 de septiembre fue el "Día mundial sin coches", una iniciativa que se lleva a cabo con el fin de descongestionar las ciudades de tráfico automovilístico privado y fomentar el transporte público. Ese día, como todos los días del año, una servidora utilizó el transporte público para ir y volver del trabajo. Como siempre. Y como siempre, utilicé el servicio Centrobús (antes conocido como bus universitario) que ofrece la empresa Automóviles Luarca, S. A., Alsa para los amigos. Y al volver del trabajo, como siempre, hubo problemas con el autobús. Tres kilómetros antes de llegar a mi parada, el motor del vehículo se detuvo en un semáforo y, tras unos cuantos minutos de esfuerzo, no arrancó más. Y el pobre chófer (que siempre son los que se comen los "marrones") sólo nos pudo decir que cogiéramos un bus urbano o nos fuéramos a casa caminando, puesto que si pedía un autobús de repuesto iba a tardar muchísimo en llegar y no nos merecía la pena esperarlo. Y pensaréis, una avería es un percance que a cualquiera le puede pasar, ¿no? Pero ¿qué pensáis si os digo que es la cuarta vez que me pasa esto en lo que va de año? ¿O si os digo que no es la primera vez que me quedo tirada porque el bus no pasa a su hora o simplemente no pasa? ¡O porque se llena y te dejan en tierra porque no quieren llamar a otro autobús! ¿Y si os digo que llego a mi destino mareada porque el aire acondicionado se ha estropeado, antes de hacer el servicio, en pleno verano y viajamos con 30 y pico grados sin ningún tipo de ventilación? Pues bien, esto es lo que pasa continuamente desde que el bus universitario lo gestiona Alsa. Sé cuándo salgo de mi casa, pero nunca sé a qué hora voy a llegar a trabajar, ni cuándo voy a llegar a mi casa después de mi jornada laboral. Ni si voy a poder coger ese autobús. ¡No me quiero imaginar a los universitarios que cogen este transporte para ir a un examen, que nunca saben si van a llegar a tiempo!
Este tipo de avatares son los que sufrimos los usuarios del Centrobús Piedras Blancas-Avilés-Oviedo (y viceversa) desde hace unos años. Semana sí, semana también. Siempre pasa algo. Y me consta que algo parecido aguantan los usuarios del servicio Gijón-Oviedo (y viceversa). Todo ello por el módico precio de 72,50 al mes, un poco menos los universitarios. Casi 900 euros al año por un servicio público lamentable y una atención al cliente más lamentable aún. Casi 900 euros al año por andar poniendo continuas reclamaciones y que se rían en mi cara. Casi 900 euros al año por no recibir el servicio público por el que pago. Por el que pagamos todos los usuarios de ese servicio.
Autobuses viejísimos, la mayor parte de las veces estropeados, que te dejan tirado y que muchas veces no cumplen ni los horarios ni las paradas que ellos mismos estipulan. Esto es lo que hay.
Gracias a Alsa y a su servicio Centrobús por hacerme más interesante mi rutina diaria de ir al trabajo y por ahorrarme el pasado 22 de septiembre -día sin coches, para fomentar el transporte público- media hora de gimnasio, por hacerme caminar tres kilómetros hasta mi casa porque el autobús no llegó. Léase con ironía, claro.
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