"Jóvenes paisanos"
Se gesta el nacimiento de una nueva generación de autores.
Quienes la componen, además de su evidente condición artística, tienen en común la edad (ninguno de sus integrantes ha cumplido aún los 18), escriben en la misma lengua (asturiano), comparten referencias vitales (las del entorno rural del que proceden) y destilan carácter vindicativo por todos los poros de su obra. Es decir, presentan todos los síntomas de un alumbramiento feliz.
Me gustaría, aunque madrina ya tienen, ofrecerles a estos autores un nombre, por aquello de que solamente existes si hay una palabra que te designe. Son, para mí, los "jóvenes paisanos" del Instituto de Tineo. Un conjunto de escritores que presentan, en sus relatos, el universo literario del entorno, rural de solemnidad, del que proceden. Un universo de paisanos y paisanas, como ellos, que son el último bastión de la ruralidad bien entendida, sin imposturas ni memeces. Emocionan sus palabras sobre cualquier vecino al que le pasa cualquier cosa, sin ir más lejos, perder una cabra por el lobo, para tener que ver cómo una Administración zafia y tramposa ningunea esta tragedia, dejando a la víctima en bancarrota económica y sentimental. Y el paisano venga a echar las cuentas, y venga a dar vueltas a la gorra. Y echa cuentas y da vueltas a la gorra. Y las cuentas no terminan de salir. La imagen, absolutamente vigente y descarnada que párrafos como ése describen, constituye un testimonio muy valioso de nuestro entorno. Un entorno que sobrevive a muy duras penas, víctima, entre otras muchas cosas, de la distancia cultural desde la que se lo gestiona. Un entorno que, gracias a estos autores, podemos conocer y comprender un poco mejor. Al fin y al cabo, ésa es la grandeza que acompaña a la mejor literatura: nos permite acercarnos y, con esfuerzo y suerte, entender un poco mejor lo que, por alejamiento literal o metafórico, se nos escapa.
Considero una suerte compartir con estos "jóvenes paisanos" un lugar de trabajo, el Instituto, que, por su propia condición de centro educativo, debe ser espacio de encuentro y convivencia sana entre culturas. La cultura que estos autores reivindican en sus obras debe tener sus espacios y sus momentos. Lo que allí ideamos y llevamos a cabo debe propiciar su inclusión y puesta en valor. De lo contrario, nuestros "jóvenes paisanos", de verbo bronco pero corazón noble, pueden convertirse en "jóvenes airados". Y ese apellido nos gusta mucho menos. Dónde va a parar.
Larga y productiva vida artística, "jóvenes paisanos".
Ana Belén Menéndez Arnaldo
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