Sintetizando, que es gerundio
La capacidad de síntesis es un bien escaso. En este sentido, conviene distinguir entre la síntesis oral y la que se debe aplicar a la hora de redactar un escrito, como se puede comprobar cada día en los artículos publicados en los periódicos. Cada vez se encuentran más firmas cuyos contenidos son de largo metraje, y dudamos que sean muchos los lectores que lleguen al final del mismo. Bueno sería disponer de estadísticas sobre el particular. Vemos en el Parlamento nacional, plataforma de oradores, que son pocos los políticos que hacen gala en la concisión en sus exposiciones a la hora de expresar las ideas que intentan transmitir, pues en buena parte de las intervenciones se apoyan en escritos previos.
Un amigo nos preguntaba recientemente cuál es la fórmula para una breve exposición escrita. En realidad, y a modo de resumen como objetivo de análisis y síntesis, contiene un conjunto de ideas fundamentales y relaciones con el tema o materia que se pretende desarrollar y que pudieran estar dispersas. Para lograr el efecto síntesis a la hora de escribir, conviene no utilizar lo que sobra, es decir, así como en la mesa no se debe comer lo que sobra, para que la digestión sea más llevadera, así debería hacerse en el caso de la escritura. Y es que a veces el propio autor no se percata del rodeo que emplea para transmitir una idea, o sea, que podía exponerla con la mitad de líneas.
A la hora de redactar un trabajo por escrito la concentración debe ser máxima, de modo que no nos demos cuenta del tiempo que estamos consumiendo. Esta será la mejor manera de escoger el mayor número de ideas para el análisis en cuestión, eligiendo las más adecuadas y rechazando, como ya hemos dicho, las menos aconsejables. Sólo así lograremos simplificar el mensaje, algo que el lector agradecerá.
Subtítulo: El don de la capacidad de resumir
Como colofón, brindamos a nuestros lectores la respuesta a una de las preguntas que un periodista le formuló a Francis Veber, director de la película “El juego de los idiotas”: "¿Está usted muy atento al ritmo de sus películas?". Veber contestó: “Por supuesto. No entiendo a los que escriben una película de 2 horas 20 para encontrarse con 40 minutos de escenas de sobra. Si la película se escribe con el ritmo adecuado no será necesario recuperar nada durante el rodaje o en el montaje. Y añadió Veber: “La película ideal es aquella que debe durar 1 hora y 30 minutos y cuyo primer montaje mide 1 hora y 32, lo cual obliga a arañar 2 minutos para acelerar el ritmo, sin que haya despilfarro de película”.
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