Experiencias en Fitur y en Platea

El turismo nacional e internacional tiene en la feria Fitur de Madrid su notable escaparate. Un gran espectáculo de sensaciones, movimiento, acciones, vistosidad, encuentro y negocio entre los operadores del turismo bien entendido, los profesionales y el público visitante. Pero a este certamen, con muchos años de actividad a sus espaldas, le hacen falta algunos cambios en su estructura para ganar la modernidad, conseguir que estén presentes países de altura turística que en estos momentos no participan y lograr mejor conexión entre los diferentes pabellones nacionales e internacionales, favoreciendo las relaciones profesionales. Los visitantes y esos llamados bolseros son punto y aparte, pero también muy necesarios para la causa turística, pues en este mercado de las vanidades han surgido muchos viajes y periplos por medio mundo.

Y en cuanto a Asturias, mentar que la Administración regional llevó a esta feria un funcional pabellón no tan vistoso como en otras ocasiones, pero práctico para competir con sus próximos de Galicia, Madrid, Castilla y León, Cantabria o Extremadura. Y en esos cinco frenéticos días de organización, ponencias, discursos, citas, reuniones, Asturias, con su eterno "Paraíso Natural", soltó raíces y trabajó a fondo para que el público visitante se acercara por los mostradores y conociera de primera mano que en ese espacio verde del norte español no sólo se come fabada, se cazan rebecos y están los Picos de Europa y Covadonga. Hay mucho más que ofertar y estando en Fitur era la ocasión perfecta. Sin embargo, se presentaron varios programas, vídeos y campañas regionales que se quedaron dormidos entre los animados asturianos que se encontraban en esos instantes en el pabellón. El público foráneo ni se enteró, y este fallo hay que corregirlo con mejor promoción e interés hacia esas interesantes ofertas que suenan a pura endogamia. Solamente mis colegas de TVE José Antonio Peláez, Pedro Horcajuelo y Luis Romasanta presenciaron esas acciones turísticas y las comentaron con cariño, señalando que era necesario abrirlas a los visitantes para penetrar en esas nuevas intenciones y que el profesional sacara conclusiones. Muy bien el equipo logístico, con unas azafatas interesadas en la promoción y volcadas con estilo y conocimiento para que la "marca Asturias" alcanzara su objetivo de proyección. Con respecto al bar del pabellón, lugar siempre animado por eso de las tapas y la sidra, apuntar que estuvo a una altura loable y, aunque con restricción de entrada, las propuestas del cocinero Sergio Rama alcanzaron buena nota, y los presentes que disfrutamos de esas mínimas pero verdaderas ambrosías sólo tenemos que aplaudir su esmerado servicio. Pienso que, salvo honrosas excepciones, el pabellón asturiano demostró complacencia y dadivosidad con los visitantes en esos momentos de compango, sidra y amistad. Y es que la crisis hace estragos y en otro tiempo acudir a pabellones hermanos con buenos contactos en que el disfrute y la garantía de diferentes propuestas culinarias eran la norma. Una manera también de hacer promoción de la actividad turística en esa comunidad de cartón. Los amigos de la FEPET y de la capital gastronómica española aprovecharon este certamen para sus contactos viajeros y de trato y adhesión, realizando una labor mediática estupenda con Huelva de capital gastronómica. Aquí la feria turística tiene mucho de proyección y sirve de plataforma óptima para los fines de los periodistas y escritores de turismo.

Y en paralelo al certamen internacional de Fitur se desarrolló en Platea, el centro gastronómico más sobresaliente de Madrid, la presentación oficial de la tercera edición de la Semana de la fabada, con un gran ambiente de hosteleros y periodistas especializados, y en donde Nacho Sandoval dejó impronta de cómo debe organizarse una promoción de estas características. La fabada como plato culinario de enjundia tuvo unos momentos de gloria y fue ensalzado por los presentes como la referencia gastronómica española. Éxito turístico en Madrid y la posterior prueba de fabes a cargo del cocinero asturiano Antonio Cosmen, de la Cruz Blanca de Vallecas, que deleitó a la audiencia con unas cazuelitas de sabor y altura organoléptica donde el producto astur brilló con luz propia en Platea. Y observando todo el proceso culinario, el empresario Paco García, del restaurante La Fueya, el gran embajador de todo lo asturiano en la capital del reino y quien más fabes puso a remojo para animar a su clientela con esa diversidad de platos en torno a esta excelente leguminosa de las tierras altas de Tineo. Paco García es un veterano hostelero que siempre está haciendo campaña de los productos asturianos y conformando asturianía en ese santuario de la calle del Doctor Castelo. Si Fitur es promoción turística, Paco García es el ejemplo de persona intensa y amante de los valores gastronómicos del Principado en Madrid... Una labor callada pero fundamental para acercarse a Asturias desde la amistad, el encuentro, los sabores y saberes.