Tiempos modernos

29 de Marzo del 2017 - José Luis Tamargo (Oviedo)

¿Es España el país que nunca pudo ser? ¿Por qué muchos españoles no quieren ser "españoles"?

España, se dice, comenzó su proceso de modernización e industrialización casi con cien años de retraso respecto a otros estados punteros en Europa. La formación de clases medias fue muy tardía y producto de la llegada en aluvión desde los pueblos, no hace más de sesenta años. Es notorio que existe una España supuestamente rutilante de marca, feria y exposición, urbana, laica, tolerante, marcada por el libre mercado y la modernización acelerada, pero también palpita semienterrada una "España vacía" extensa, ancestral y de páramo, incomprendida sin causa, que refleja de manera magistral en su último libro Sergio del Molino. Es la España interior, desértica y abandonada, la Laponia celtibérica o carpetovetónica. Cataluña, meca de acogida de inmigrantes interiores y del mundo, a pesar de su híper representación política de apellidos catalanes de lustre y pedigrí, tendría que valorar más que sea García el apellido más frecuente en sus listas telefónicas. Está claro que las zonas industrializadas de nuestro mal ensamblado país de telediario hicieron todo lo posible para que los nuevos recién llegados olvidaran sus raíces un tanto acomplejadas, marcadas por la escasez secular y las penurias, la falta total de oportunidades de lo que se llamaba "progreso". Lo que mola es ser catalán converso y no de Teruel, Soria o Jaén. Defender los particularismos y privilegios "bilateralmente". En la España autárquica la gente corriente tenía un nivel de vida bien modesto y costumbres propias de un país cerrado.

La democracia europeísta sirvió para inyectar dinamismo y corregir lastres de desigualdad, dotando de garantías ciudadanas, buenas infraestructuras, centros de salud y formación, recursos a un país que llegó tarde a casi todo, incluyendo al famoso Estado de bienestar. Familias humildes muy normales vieron masivamente cómo sus hijos prosperaban y se titulaban como universitarios.

Vinieron las segundas viviendas, un estilo de burbuja inmobiliaria y derroches suntuosos.

Una España, cuarta potencia de la zona euro y siempre entre los veinte países más estables, desarrollados, prósperos y relevantes del mundo. Se han dado actos de "política-espectáculo" y numerosas irregularidades en la gestión de los asuntos públicos. Hoy el Estado de las autonomías atraviesa zozobras en una Europa pergeñada por Juncker en su "Libro Blanco". Hay nubarrones en lontananza de todos sabidos, pero es el período más largo de paz nunca acontecido.

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