A Lía Núñez, de Ibias
Tu carta aquí publicada recientemente, cuya importancia dio la dirección de este periódico al darla en la columna del lector, además de sorprenderme me ha emocionado por cuanto en ella dices, pides y demandas, con una correcta y no menos sorprendente redacción. Tus adolescentes 16 hermosos y prometedores años prestigian y enriquecen ya tu hermosa aldea de Ibias, otra gran belleza de nuestro medio rural asturiano, que es el mejor del mundo mundial. Ser un adolescente en él, como tú dices, es un privilegio envidiable que uno te aplaude y valora, porque ese medio ha sido siempre mi norte y mi rumbo en mi larga vida de montaña y alpinismo. Que no permitieron conocer y amar también, desde mi adolescencia, a sus aldeas y pueblos, a sus buenas y sacrificadas gentes, olvidados por completo entonces, sin carreteras ni luz, sin nada. Y ya uno inició y llevó a cabo una lucha reivindicativa de ese querido y abandonado medio rural nuestro, lo que me hizo caer en desgracia con la autoridad gubernativa, que casi llegó a emplumarme. Uno, estimada jovencita, sigue en esa línea reivindicativa de nuestro medio rural y aquí, naturalmente, en LA NUEVA ESPAÑA, que por él y para él dedica mucho espacio, importantes y documentados reportajes, hermosas fotografías, como a diario estamos viendo. Tu carta, en la columna del lector, es la mejor demostración.
Hoy, el medio rural está debidamente atendido y comunicado, pero hay lugares que tienen sus problemillas y lamentables olvidos o abandonos, y contra ello tenemos que seguir luchando. Cual es tu caso, muchacha, que has salido a la palestra denunciando, correctamente, el problema que Ibias tiene con esa conexión deficiente de internet, que os impide o dificulta comunicaros con el mundo que os rodea, como expones y razonas muy bien, y correctamente. Gracias, Lía Núñez, y bienvenida a esta reivindicación de nuestro medio rural, sus aldeas, pueblos y gentes, que son los orígenes celtíberos de este paraíso natural que es Asturias. Y un beso, jovencita, de quien puede ser tu abuelo.
Ricardo Luis Arias
Aller
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