Los puentes de Budapest
“El Danubio fluye locuaz bajo los puentes titánicos, como escribía Ady –uno de los grandes poetas nacionales húngaros– invocando la fuga e incluso la muerte en el Sena, en ese París que Budapest refleja como un espejo estilo imperio”
Claudio Magris
Aunque es de suponer que las razones políticas, administrativas, económicas y funcionales fueran la causa que llevaron en 1873 a Óbuda, Buda y Pest a unirse en la actual Budapest, de hecho no se puede concebir una ciudad extendida en torno a las orillas del gran río Danubio, que la divide, si no está unida por puentes. Y esa continuidad urbana sólo llegó a materializarse de una manera estable con la inauguración del puente más emblemático y quizá más bello, el de las Cadenas, que después de diez años de construcción se abre en 1849.
Subtítulo: Una ciudad extendida en torno al gran río Danubio
Es un puente colgante, que pende de enormes cadenas ancladas en dos arcos de triunfo, de cuarenta y ocho metros de altura. Se denomina oficialmente puente Széchenyi, en memoria del poderoso, rico, benefactor y político liberal conde István Széchenyi, que avisado de una grave crisis de salud de su padre no llegó a acompañarle en su muerte, pues no pudo cruzar desde Buda a Pest por la helada del río. A partir de ese día se comprometió a abordar la empresa de una construcción que hasta entonces había sido considerada muy difícil, pero que acabo siendo una realidad. Luego fue destruido, como todos los demás, en 1945 por los nazis, cuando huían de la llegada del ejército ruso en la Segunda Guerra Mundial, y reinaugurado con su aspecto original en 1949.
Subiendo por el Danubio, el puente siguiente es el Margit Hid, una construcción con esculturas en las pilastras de los arcos, aplanados y muy anchos, para permitir con holgura el paso de barcos. Une la avenida del mismo nombre, en Buda, con la de San Esteban, en Pest, y a su vez con la isla Margarita, a través de una derivación en medio del trayecto sobre el río.
Por el extremo norte de la isla, volando sobre ella aunque apoyado y con un bucle viario de acceso, pasa el de Árpád –nombre del que fue el primer gran jefe de las tribus magiares que se establecieron en el s. IX en Hungría–, que tiene una longitud de más de un kilómetro y fue construido en 1950 para unir Óbuda con la orilla izquierda.
Aguas abajo, en el mismísimo centro de la ciudad, vecino al de las Cadenas, está el Erzsebet, o puente de Isabel; lleva el nombre en memoria a la emperatriz esposa de Francisco José I de Austria, conocida como Sissi, enamorada de Hungría y muy querida por los húngaros. Fue construido en 1903 y durante varios lustros fue el puente colgante más largo del mundo.
Más hacia el Sur y también en el centro de la ciudad, le sigue el puente de la Libertad, o Szabadság, aunque en su inicio en 1899 se denominó Francisco José, en honor del emperador austro-húngaro. Es un puente de armadura, muy llamativo, de pilares de piedra y estructura de hierro pintado de verde, con motivos decorativos alegóricos. Es el más corto de todos, pues se sitúa bajo el Monte Gellért de Buda y los farallones rocosos estrechan allí el río.
Todavía aguas abajo, en una zona de expansión moderna de la ciudad, está el puente de Petöffi, que fue hecho en 1930, con pilastras de piedra que sujetan amplios y aplanados arcos de hierro. Está dedicado a la memoria de Sandor Petöffi (1823-1849), poeta romántico muy popular.
En 1995 se terminó de construir el Lagymányosi, que tiene cuatrocientos noventa y cinco metros de largo y varios viales en cada sentido, es atirantado desde altas y llamativas columnas centrales. Además de estos siete puentes citados, existen otros dos ferroviarios, el del Sur, construido entre 1873 y 1876, y el del Norte, entre 1892 y 1896, que son los más alejados del centro de la ciudad.
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