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La Tierra está "terremotizada"

12 de Agosto del 2017 - José Antonio Martínez Álvarez

Subtítulo: Los puntos de inestabilidad de la Falla Cantábrica y del Cañón de Avilés

La Tierra está afectada permanentemente por procesos tensionales, tanto globales como locales, latentes. La latencia se puede romper o interrumpir circunstancialmente. En tales casos desencadena procesos complejos, de distensión. Éstos se trasmiten a través del subsuelo y sus efectos pueden llegar a la superficie continental (sismos-terremotos) u oceánica maremotos (invasiones marinas mareales o megaolas, “tsunamis”). Estas manifestaciones exteriorizadas están acompañadas de fuertes vibraciones, ruidos y temblores de diversa intensidad y extensión. Tales hechos alcanzan o producen diferentes grados de destrucción sobre la estructura estratigráfica, tectónica (geotectónica) y de megafracturación (cratonización) propia del subsuelo connatural próximo, y vibrado o con temblores. Los implantes mineros y de minados diversos, así como los constructivos, promovidos por diversos aspectos del desarrollo, pueden quedar muy dañados; manifestándose con forma de destrucciones masivas y catastróficas. Extremas para la permanencia de la humanidad, tanto por destrucción de sus haciendas o quehaceres e integridad física de sus componentes. Las escalas técnicas de Mercalli y grados de intensidad de Richter recogen valores vibratorios y percepciones de intensidades destructivas. Las posiciones de los denominados epicentro e hipocentro describen la forma de la onda expansiva en profundidad y señalan el punto de la floración en superficie. Estas valoraciones son cartografiables y constituyen las coordenadas referenciales de temblores sísmicos y desastres conexos, para actuaciones de las emergencias protectoras del momento y correspondientes de reconstrucción más inmediatas. Salvo su eventualidad, los fenómenos que se acaban de citar son permanentes en zonas variables de la Tierra global. En tal sentido se puede decir que la Tierra está “terremotizada”. Es decir, alberga espacios del subsuelo con latencia tensional; mediando la presencia de geotecto-tensiones, en estado de posible activación o explosión vibratoria (sísmica). Existen pues posiciones tensionales (geo-tecno-tensional, g.t.t.) muy diversas que deben ser estudiadas y valoradas con meticulosidad cuando se procede a cualquier realización de desarrollo sobre la Tierra que pueda reactivar tensiones temporalmente ¿fosilizadas?: la (1) detección lo más precisa posible de la g.t.t. de cualquier punto global, junto (2) con la disposición de cimentaciones peculiares y no menos estructuras-materiales constructivas reforzadas contra grados vibratorios frente a temblores, son los procedimientos de actuación ante esta fenomenología. Cabe añadir la importancia pedagógica en estas zonas, de protocolos para (1) evacuación, (2) atención y directrices de reconstrucción. La sismología y vulcanología copilan los avances más importantes que se están aplicando cada vez más responsable y extensamente. No son suficientes para abarcar el exterior e interior terrestre, de donde nacen y donde se propagan; no calentando la Tierra, pero sí ¿recalentándola?, con destrucciones derivadas de su permanente “estado de terremotización”. Sobre el que hay que elevar la atención tanto teórica como práctica. Las inversiones para estos avatares son demasiado cuantiosas generalmente y muy instantáneas; conviene crear una organización de enlaces rápidos de trasmisión de datos desde sensores (sismógrafos), así como para reclamar ayudas activas (salvamentos) y pasivas (de reconstrucción). En homenaje al exalumno de la Universidad de Oviedo y rector de la Universidad Santo Tomás de Manila, fray Zeferino González, que escribió el primer libro (1857) sobre terremotos, bajo la denominación de “Temblores de la Tierra (cinturón de fuego del Pacífico-Filipinas)”, pretendo desarrollar la denominada “Cruz Gualda”, abierta con el fin de elevar el conocimiento y trasmisión de datos-ayudas por su mediación, al no discutido ni discutible en cumbres, hecho de la “terremotización” catastrófica de la Tierra y amplios espacios globales de la misma.

La península italiana es manifestación histórica, actualizada ahora, de la “terremotización”, ligada a las latencias tectónicas reactivadas (fallas-fracturas), deslizamientos orográficos inestables; lo es también de las plumas plutónicas-volcánicas afloradas (volcanes) semifosilizados y muy profundas (plutones). La función destructora que conlleva es además magnificada por la no conveniente aplicación de la normativa antisísmica más conocida ni gestión de los protocolos de protección seguridad y rescate requeridos por la inmediatez de esta fenomenología destructiva. El espacio cantábrico, a través de la Falla Cantábrica y su más recientemente valorado Cañón de Avilés, tiene un punto de inestabilidad tensional latente y penetrante, a tener muy en cuenta. La Península desarrolla un trazado triangular (“triángulo tensional Ibérico”) de actividad fluctuante, que enmarca las posiciones latentes de sus subsuelos. Está pues marcada por alineamientos tensionados o “terremotizada”; consecuentemente, sometida a estudio tensional permanente y sobre todo a la aplicación de los protocolos de desarrollo con protecciones constructivas. También con la promoción de la “Cruz Gualda” y su red de servicio u observación a cualquier eventualidad nacional e internacional-global. Las estaciones de referencia global pudieran ser la Universidad Santo Tomás de Manila (1611, primera de Asia) y la de Oviedo (1608), que circundan el espacio global y se unen como universidades españolas casi coetáneas de sentimiento universal y global terrestre. Recuerde el hombre y tecnología de desarrollo que su bienestar tiene por base más segura los espacios de subsuelos protegidos de terremotos-temblores latentes o de riesgo, conexas al desarrollo.

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