Ante la posible oficialización de la llingua
También yo me manifiesto ante la posible oficialización de la llingua. Estoy totalmente seguro de que no es una necesidad social ni económica, de que no hay bolsas de población infraatendidas por la ausencia de esa oficialidad, ni (creo) nos va a abrir a un nuevo paradigma ni a un salto evolutivo que mejore nuestro vivir. Otra cosa es que se haya convertido en una necesidad personal de autoafirmación, no ser menos que nadie (nosotros también bilingües). Lo que sea para no ser herederos de la leyenda negra.
No creo que nadie tenga nada en contra de hablar en asturiano (o asturianos), ni tampoco que haya gente que haya dedicado su vida a normalizar esas hablas en un cuerpo de enseñanza, una especie de “bable batua” (sin mala intención). Otra cosa es institucionalizar un idioma que en mis 52 años de vida sólo oí hablar a una persona; por cierto, uno que la habla en el Parlamento regional.
Sé que la oficialización servirá para crear todo un mercado o clase cuyo único fin sería organizar el acceso a la Administración a través de sus nuevas tramas, entiéndase exámenes de capacitación oficial de asturiano, máster de asturiano para ejercer de cirujano pediátrico, por ejemplo.
Por último, decir que los sectores que abogan por la oficialidad coinciden en gran parte con los que quieren otra organización del Estado, esa Asturias en la que todos falamos llingua y somos una raza superior a los subpajarianos (de Pajares para abajo, vamos). Todos los segundos hijos del mayorazgo, hijos de la emigración y nietos de la pobreza deberíamos reconocernos.
Pienso que, puestos a reclamar la oficialidad de una lengua que no se habla, lo hagamos con el latín, con el podremos hablar con la curia de todo el mundo, el vasco por ser prelatina o incluso el chino o el inglés al ser de las más habladas en el mundo. El egipcio antiguo también me parece una buena opción.
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