El temor de la libertad femenina
Se asustan.
Se asustan de mi sangre
que fluye por mis piernas
y desemboca en mis tobillos.
Se asustan de la sangre que nace de mi
Que emana como un río:
natural.
Se asustan de mi cuerpo,
de mi silueta de mujer.
Del desnudo incomodo
que no proporcionan
esas revistas rosas
ni esas pasarelas edulcoradas.
Se asustan del vello
Que crece donde debe crecer
como los girasoles en el desierto
como las rosas en noviembre.
Se asustan de mi orgullo,
de enseñar al mundo como nací.
¡ Y como me gusta cuando se asustan !
Y como me gusta cuando se incomodan
Y no saben que decir.
Ninguno se asusta de su vello.
Ninguno se asusta de su sangre.
Ninguno se asusta de su cuerpo.
Y es entonces cuando la sangre vuelve a correr
Y desciende al mar,
al agua estancada
de un pozo al que me han tirado.
Del que ya no puedo salir.
Y entonces mi sangre deja de asustarles,
cuando se encuentra en sus manos
porque mi orgullo ha desaparecido
A la par que mi dignidad.
Se asustan.
Se asustan los hombres
Se asustan
de mi libertad.
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