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El «otro fútbol»

30 de Diciembre del 2008 - Ramiro Fernández

Cada jornada tres pitidos marcan el final del partido. Y con ellos se echa el cierre de una semana de trabajo e ilusiones. Los campos de fútbol de nuestra geografía se vacían de jugadores, técnicos, árbitros, directivos y aficionados que, en su mayoría, son familiares de los contendientes, seguidores incondicionales.

En unos vestuarios, jóvenes cansados y empapados de sudor, y en muchos casos llenos de barro, celebran con sus voces la victoria mientras comentan lances puntuales del partido. En el vestuario de al lado, aparte del cansancio, del sudor y del barro, no se escuchan voces. Hay silencio, desilusión, impotencia y rabieta contenida por no haber podido ganar. Así es el fútbol jornada tras jornada.

Y similar es el caso de los aficionados. Los del equipo ganador lo celebran en la cantina o en el bar próximo. Los otros, los del perdedor, marchan en silencio, desilusionados y, a veces, con pronunciadas y manifiestas dosis de cabreo.

Asturias ha vivido su jornada de fútbol y en la mayoría de los campos no ha habido flashes, ni ruedas de prensa, apenas alguna declaración a la radio local –si la hay– o algún posado para el reportero de la edición comarcal del periódico regional, según la importancia del encuentro o si sus márgenes editoriales lo permiten, aunque actualmente algunos periódicos ya dedican apartados especiales algunos días de la semana al fútbol de base. Pequeñas dosis de popularidad para estos jóvenes futbolistas más llenos de ilusión que de dinero en sus bolsillos. No hay más hueco para el fútbol modesto.

En el anonimato se quedan los presidentes, directivos y colaboradores de los clubes. Las personas que con su sacrificio y entrega personal, pintando campos, fregando vestuarios, vendiendo rifas, buscando anuncios, trasladando equipaciones, jugadores y material, pues aún hay bastantes clubes con muchos equipos y jugadores en diversas categorías que, al no tener campo, tienen que compartir instalaciones..., los que hacen posible que haya fútbol en casi todos los rincones de Asturias. Son ellos, hombres y mujeres, quienes, con su empeño, después de su jornada laboral y, muchas veces a costa de su modesto patrimonio, los que sacan adelante los clubes deportivos que están hechos con la materia de los sueños: la ilusión de sus chavales, socios y directivos. Para ellos van estas palabras.

Es lógico que por mi trayectoria haya personas que me identifiquen exclusivamente con los equipos grandes, con los que están en Primera División, por mi relación con la selección española de fútbol, con la que viajo frecuentemente y a cuyos jugadores les cuido su imagen capilar. Sin embargo, no olvido a la base, a quienes mantienen cada domingo el sueño del fútbol en nuestras ciudades, villas, pueblos y barrios. Si hace tiempo el Rosal CF, equipo histórico de Oviedo, me invitaba a hacer el saque de honor y el CD Quirinal de Avilés y el Santiago de Aller me entregaban personalmente en mi homenaje sus camisetas, últimamente tuve el honor de participar en la entrega de los premios al deporte «Carlinos» al Club Villa de Pravia por su ejemplar labor social y deportiva.

Para los presidentes de estos clubes no hay presupuestos de varias cifras, sino rifas, sorteos, participaciones de lotería, barras del bar del campo, taquillas, familias, socios, simpatizantes, colaboradores y todo el trabajo posible para obtener el dinero con el que pagar los muchos gastos de mantenimiento que ocasiona el funcionamiento de un club.

Cada vez comprendo más la postura del presidente de la Real Federación de Fútbol del Principado de Asturias, Maximino Martínez, un firme defensor de los presidentes de los equipos modestos y de sus directivas y de los clubes, para los que, con su enorme trabajo desde la Federación, está logrando nuevos campos, muchos de ellos sintéticos, e importantes mejoras en instalaciones deportivas, con el apoyo, según casos, de ayuntamientos y de la Dirección General de Deportes del Principado.

Sin el trabajo desinteresado y altruista de todos los presidentes y directivos no habría fútbol de base y sin base no habría élite. ¿De dónde saldrían entonces las estrellas?

El fútbol es un deporte que me apasiona. Siempre he visto en él disciplina compañerismo, entrega, sacrificio, competición y superación. La labor de estos clubes que no sólo mantienen a su equipo, sino que también trabajan con cientos de chavales en distintas categorías es encomiable. Y así son el Club Villa de Pravia, el Rosal CF de Oviedo, el CD Quirinal de Avilés, el Santiago de Aller, y tantos y tantos otros a lo largo y ancho de la geografía asturiana.

Por eso, sin duda, –como ya dije en más ocasiones–, ellos son los verdaderos artífices de la esencia del fútbol, de el «otro fútbol». Vaya para ellos, pues, mi máximo reconocimiento, admiración y respeto.

Ramiro Fernández Alonso es psicoesteta.

Ramiro Fernández

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