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Camina o revienta en Lastres

12 de Noviembre del 2010 - Consuelo Rodríguez Álvarez (Oviedo)

Me parece perfecto la promoción y el nombre que se le da a nuestra ciudad de Oviedo con los premios «Príncipe de Asturias» y que se nos conozca a nivel mundial no solo por nuestra gastronomía y paisaje sino también por nuestra cultura.

Asimismo al premio que se otorga al pueblo ejemplar de Asturias, este año merecidamente y como a todos los que le precedieron y, a otros que ahí están y siguen vivos esperando su día de gloria.

Nuestro querido Lastres se hizo notar más que nunca por su belleza, sus gentes sencillas y, cómo no, por su «Doctor Mateo».

Pero... como dice el refrán, «nunca llueve a gusto de todos» y... Lastres, no Lastres sino quienes organizaron tan pomposo evento en el que los Príncipes y su séquito serían su única prioridad.

Señores, si requieren del pueblo que se les dé un entrañable recibimiento a Sus Altezas Reales, también deben poner medios a su alcance para que todos, y... digo todos, puedan estar presentes, incluso minusválidos y personas con movilidad reducida.

El día 23 nos desplazamos desde Oviedo a Lastres para asistir a los actos de entrega al pueblo ejemplar y al mismo tiempo hacer un pequeño recorrido por la ruta donde se hizo la película «Doctor Mateo». Unos kilómetros antes del lugar agentes de seguridad nos desvían por un camino –la carretera estaba cortada y a punto de pasar la comitiva real.

Unos metros más allá, otra persona nos dice que tenemos que aparcar en un prado acondicionado para ese día para los vehículos, a lo que nosotros le comentamos que mi marido, y a causa de su grave enfermedad, tenía una minusvalía reconocida de un 82%, por supuesto con movilidad reducida. Su contestación: lo sentimos pero está organizado así. Yo diría... desorganizado así.

Llegado a este punto, tengo y debo de romper una lanza en favor de Protección Civil, que en todo momento se han tornado amables y dispuestos a colaborar con el personal, ellos nos bajaron en su coche a la iglesia Santa María de Sábada –creo que se llama así.

Lo cierto es que no sabíamos el programa de actos, por lo que seguimos a todo el personal y a los Príncipes durante su recorrido por aquellas calles estrechas, sinuosas. A mitad de camino mi marido me dijo que no podía seguir más, por lo que decidimos ir haciendo numerosas paradas para que él fuese descansando ya que al intentar dar la vuelta sería cuesta arriba, por lo que tomamos la decisión de proseguir despacio hacia abajo.

Por fin el barco llegó a puerto, echamos los amarres y... ya no hemos podido movernos de allí.

Sí, otra vez Protección Civil ha sido quien nos subió junto a la Iglesia pues nos habíamos dejado en una casa nuestra bolsa para no cargar con peso.

Apenas si conocíamos la zona, alguien nos comentó que las tiendas estaban lejos y cerradas para ir a comprar unos bocatas. Estábamos super cansados y mi marido, desfallecido.

Preguntamos a la Policía a qué hora podríamos ir a coger nuestro auto, nuestra comida estaba allí.

Total, que cuando por fin llegamos al coche y pudimos meter un bocado eran las 18.30. Qué contrariedad, nosotros con hambre y al lado de un catering. Y lo peor, nos dio la sensación de que alguien se estaba comiendo una pequeña parte de lo que nos correspondería a nosotros. Bien, llamémosle vía impuestos o como se le quiera llamar. No sé por qué me parece que siempre son los mismos los que se unen al calor y al olor de una buena mesa.

Ya está bien, si hay crisis que alguien comience a dar ejemplo y con una espicha de sidra –no olvidemos que estamos en Asturias, me parecería lo más lógico y que todos los asistentes pudieran participar de alguna forma. Luego cada uno a comer a su casa.

Lo cierto es que sentí vergüenza ajena cuando pude comprobar que todo el mundo comía a carril sueldo y los pobrecillos de Protección Civil, un bocata, y no olvidemos que son voluntarios y no cobran un euro. Señores gobernantes, a ver si somos más equitativos y repartimos mejor.

Consuelo Rodríguez Álvarez, Oviedo

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