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Concursos de terrazas con vistas al Niemeyer

31 de Diciembre del 2011 - Miguel Bretón Fernández (Avilés)

Al señor Presidente de la Autoridad Portuaria de Avilés.

Interesante propuesta la que ha tenido usted, señor Abando, convocando un concurso de ideas, con intervención de jurado, para el proyecto de terrazas en el paseo de la Ría de Avilés. Felicidades, caballero, se agradece y valora que, desde las instituciones públicas, se convoque a profesionales del mundo de la arquitectura para que aporten, proyectando, lo mejor posible a la sociedad generando, con su buen hacer y trabajo, una ciudad mejor y más vivible.

No hay que ser arquitecto ni urbanista, y más si se es de Avilés, para darse cuenta de que estas futuras instalaciones revitalizarán esta zona marítima de la Villa, ciudad densa donde las haya, y que anhela recuperar para ella el estuario en otro tiempo deteriorado y destruido. Estas construcciones aportarán un uso fundamental a lo que muchos entendemos como un parque lineal junto a la ría un lugar de esparcimiento y disfrute para todos los avilesinos, así como para los siempre bienvenidos visitantes. Le felicito de nuevo, señor Presidente, aunque, si le soy sincero, quisiera hacerle también alguna consideración al respecto.

Habiendo estudiado las bases del concurso y las condiciones de participación, parece que usted no está muy enterado de cómo va esto. Y le entiendo, señor Presidente, no es propio de su labor como mandatario portuario conocer la envergadura que tiene para un arquitecto, o equipo de ellos, la participación en este tipo de competiciones. No lo dudo en absoluto, don Raimundo, pues otra cosa sería un insulto consciente hacia tantos y tantos profesionales que de usted no espero.

Un concurso de arquitectura público es, en pocas palabras, un certamen donde los arquitectos participantes envían sus trabajos y compiten por dar la mejor respuesta. No sólo no cobran por ello, sino que salvo el ganador y los posibles premios que se den, son todo gastos. Ante este panorama sólo es exigible y aceptable, por justicia y dignidad, que los honorarios propuestos se adecuen a la realidad, así como que los premios sean generosos y agradecidos con los participantes. Y señor presidente: en este caso ni lo uno ni lo otro. No sólo los premios hacen reír por no llorar, sino que además el proyecto ganador ha de restar ese importe de los ya sorprendentes, por raquíticos, honorarios propuestos. Y le repito que, quizá, le haya jugado una mala pasada el desconocer lo que representa para un trabajador profesional este tipo de eventos tal como usted lo ha planteado. Y ya le adelanto que triste, que no inaudito, se queda corto.

Llaman concurso de ideas con intervención de jurado a lo que más parece una mesa de contratación, produciéndose lo que empieza a conocerse como una mesa de hibridación concursal. Suena muy bien eso de ideas, es efectista pero a algunos no nos cuadra. Además, por otra parte, se dice con jurado, ¿formado por? Si de ocho miembros que lo compondrán sólo hay garantía de que uno será arquitecto, y a lo sumo dos más si el Ayuntamiento y Principado delegan en éstos, ¿qué calidad de criterio arquitectónico habrá en el resultado?

Por otra parte, hacen efusiva referencia al anonimato de las propuestas y salvo que uno vaya disfrazado a pagar la ridícula y molesta cuota de inscripción, quedará en entredicho dicha imparcialidad. Además, y por si fuera poco, ustedes ya tendrán en poder la lista de admitidos. No dudo de la legalidad de esto, tampoco de su absurdo y es que hay otras maneras de hacerlo. Y para muestra, un ejemplo: en un reciente concurso convocado por una Confederación Hidrográfica española, las bases exigían que toda la documentación, tanto administrativa como gráfica, se aportase en el plazo final marcado, el de entrega. O lo que es lo mismo: chapó sin tanta fase ni gaita ni, por supuesto, esa insolente cuota de inscripción.

Y es que lo de los 50 euros por gastos de participación merece una mención especial: es alucinante que, con la que está cayendo, una institución pública quiera hacer negocio con las cuotas de inscripción de profesionales que van a dar de su trabajo a cambio de, a lo sumo y si es que ganan, trabajo. Dicen por ahí que, con la cantidad de profesionales que están dispuestos a pagar incluso por concursar, ciertos estamentos están llenando sus arcas o lo que es igual, les sale regalado generar una cantidad ingente de trabajo gratis donde elegir y, además, hacer negocio: ¿pero qué se han pensado? Presentarse a un concurso de arquitectura es además de caro y sacrificado, muchas veces frustrante para este gremio, y van ustedes y ponen un precio por participar. Lamentable.

Lo de los honorarios que ofertan ustedes supongo que será un error a subsanar, porque por el precio que ofrecen no da ni para los gastos. Entiendo, señor Presidente, que a usted lo hayan puesto a dedo en la presidencia, eso lo respeto y es lo que hay: así está estipulado y no hay otra. Lo que no entiendo es cómo se puede dignar a querer duros a pesetas y hacerlo público. A modo orientativo, la oferta económica del concurso ronda la mitad por debajo de los honorarios orientativos colegiales y eso sin contar con el Proyecto de Seguridad y Salud y los específicos relativos a tecnologías especiales que también exigen las bases. O sea, aún menos. ¿Pero usted se cree que puede ofertar semejante miseria por un trabajo que ha de ser honesto y bien realizado? Si a eso se añade que restarán el importe del premio a los honorarios del ganador... ¿llaman premio a qué? Menos dinero para la redacción del proyecto y, otra vez más, manipulando el lenguaje. Y podría seguir con eso de que les aportemos maquetas, infografías, incluso que se dé la opción a que el modelo propuesto se pueda repetir, atónito se queda uno. Y para más inri, sólo ofertan el proyecto, no la dirección de las obras. ¿Usted trabaja gratis? Nosotros, en los concursos, si por ello exigimos un trato digno y respetuoso en las bases, pues salvo adjudicación o premio, las horas las pagamos nosotros.

Sin más, le pediría que, para otra, hiciera un esfuerzo de empatía para con nuestra profesión porque lo que usted ha planteado no es de recibo. Y de paso, no estaría mal que se enterase un poco más de qué va esto. Sirva este escrito para introducirle en ello.

Y bueno, señor Abando, no es mi intención cargar contra usted, sino defender una profesión a la que se le está faltando al respeto, en la que muchos creemos y que, en los últimos tiempos, está siendo sacudida por la infame bajada de precios, la precariedad laboral y la consiguiente y lógica pérdida de calidad en los trabajos. Esto es tierra de dignidad, de defensa de los trabajadores, donde no solemos bajar la cabeza si vemos la injusticia en frente nuestra. Somos muchos los que vivimos de nuestro trabajo, pagamos nuestros impuestos y damos lo mejor que tenemos para hacer de este mundo un lugar mejor donde vivir. Sólo queremos respeto y altura en el trato, como con todos los trabajadores es obligado.

Es una pena, señor Presidente, porque parece un proyecto muy interesante en el que muchos queríamos participar y, de hecho, estábamos esperándolo y que evitaremos hacerlo no sólo por dignidad, sino porque si uno hace números no salen las cuentas: pagar por trabajar como que no hace.

¿Soluciones? A buen entendedor, pocas palabras bastan...

Un cordial saludo, señor Presidente.

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