Cadavedo

Colores y olores del tiempo perdido

Marcos Palicio

Santiago Menéndez de Luarca revive el aroma a mar, ocle y madera del pueblo de sus veraneos, con su paisaje a medio camino entre la villa y la aldea

La isla media en un archipiélago aislado

Fermín Rodríguez / Rafael Menéndez

La localidad valdesana se enfrenta a la necesidad de atraer población de primera residencia sin perder su personalidad de pequeña villa tranquila ni quedar anclada en la nostalgia

Avive el seso y despierte

Marcos Palicio

Cadavedo, de tradición y orientación turística a tiempo parcial, se devana la cabeza en la búsqueda de actividades para reanimar los inviernos dormidos sin enterrar el campo ni su pequeña iniciativa empresarial

Situación en el mapa

 

La llanura acantilada

Latitud: 43.54671290869171
Longitud: -6.386532783508301

Cadavedo espolvorea sobre la costa acantilada del occidente próximo su trazado disperso de viviendas unifamiliares. Casa y terreno, sin bloques de pisos por decisión propia de un pueblo que se movilizó contra las pretensiones urbanizadoras del Ayuntamiento de Valdés. Con la mar al frente y el monte boscoso a las espaldas, la localidad se resiente de la penuria demográfica de su concejo, pero multiplica en verano los 391 habitantes permanentes que contaba en 2009, 120 menos que en el comienzo del siglo y 537 en la suma de la parroquia que junto a Cadavedo integran Ribón y Villademoros.