Mirada rural sobre la ciudad

Los principales núcleos de Illas, con gran potencial residencial, ofrecen un modelo alternativo al crecimiento metropolitano sustentado en la expansión urbana periférica

Fermín Rodríguez / Rafael Menéndez Centro de Cooperación y Desarrollo Territorial (CeCodet) / Callezuela / La Peral (Illas)

Son La Callezuela y La Peral las dos referencias principales del poblamiento de Illas, concejo mínimo en extensión, situado en la periferia urbana de Avilés y recostado contra la sierra, bajo el pico Gorfolí o Taborneda, que con sus 620 metros constituye una visible referencia y un magnífico mirador desde el que columbrar Illas, la costa y el centro de Asturias. Los dos pequeños núcleos de población se integran en un paisaje rural bien conservado que limita la ciudad-comarca avilesina, aglomeración que ha impulsado el cambio de las actividades tradicionalmente dominantes en el concejo, el incremento de los movimientos pendulares entre ambos y la función residencial en Illas. La Peral tiene dos centenares de habitantes, con los que se convierte en el mayor núcleo del concejo, frente a algo menos del centenar de la capital, La Callezuela. El concejo se mantiene en el millar de residentes empadronados, tras un continuado descenso de efectivos que llega hasta la actualidad. La estabilidad demográfica de la ciudad principal, Avilés, aquí provoca reflujo y, en cualquier caso, su suerte está unida a la de la villa avilesina.

El proceso de metropolitanización asturiano se sigue haciendo sobre una expansión urbana periférica, apoyada en las grandes vías rápidas, basada en la vivienda colectiva y que da lugar a un paisaje regularizado, con ello se logra poner en el mercado un nutrido parque de viviendas, servidas desde los centros urbanos tradicionales y desde las áreas comerciales periféricas, las cuales han ido surgiendo en las tres últimas décadas sobre los enlaces de la red de autovías metropolitanas. ¿Hay otros modelos posibles en Asturias? Los más de cinco mil núcleos rurales parecen decir que sí. Y en cualquier caso, forman parte de la realidad, de la identidad geográfica de Asturias; por tanto, son un asunto de política regional y no sólo local. En este sentido ha faltado hasta ahora la definición de otros modelos territoriales en los que tales núcleos rurales, que han modificado radicalmente sus actividades, puedan seguir siendo entidades residenciales dinámicas en el mapa asturiano, quizás eso se deba a la dificultad de reconocer y gestionar la complejidad metropolitana como fenómeno general y dialogar con ella para adaptarla a la especificidad del país. Eso aún extraña más en el caso de lugares como La Peral y La Callezuela, que cuentan con equipamientos y servicios básicos que permitirían incrementar su función residencial, utilizando un modelo de desarrollo simbiótico con el entorno o que al menos pueda ofrecer a sus residentes una relación más directa con el medio que los modelos de urbanismo periférico hasta ahora utilizados.

La Callezuela muestra una estructura, como su nombre indica, de villa-calle, organizada en torno a la carretera, sobre la pequeña loma que separa los arroyos Prado Grande y La Medal. Numerosos barrios rodean la capital: Trexu, Vega, La Caballera, Barbachéu, El Bruzal, La Lláscara, El Ríu, La Barrera. La Iglesia, el Ayuntamiento y el Palacio Bárzana son las referencias visuales. La parroquia tiene en La Laguna su principal núcleo de población, situado en las proximidades de La Cruz de Illas (Castrillón), Miranda, La Carriona y la villa de Avilés. Difusos límites urbanos y metropolitanos entre Castrillón, Illas y Avilés, que obligan a estos concejos a la mirada comarcal y a la cooperación reforzada.

La Peral, próxima a La Callezuela, busca tierras más altas, más soleadas, de amplias praderías. Con una estructura más abierta, estrellada, evidencia la querencia, reciente, de la carretera de Avilés a Grado, que ahora funciona como eje de atracción, cuyo centro lo perfila la mínima concentración del caserío y  el cruce, desde el que la población se expande, cada vez más esponjada a medida que nos alejamos de él.

La dificultad para estos millares de pequeños núcleos rurales asturianos estriba en hacerse ver entre la multitud, en señalar sus aspectos originales, la individualización, que los diferencia y les haga destacar, por buenos, en un mercado residencial restringido por el declive demográfico, que origina redistribuciones de la población existente en función de la mayor o menor oferta de vivienda y su precio, en el que han competido con ventaja los concejos metropolitanos intermedios y mejor comunicados. No ha sido el caso de Illas, que prácticamente ha quedado fuera del proceso, salvo en el de la rehabilitación de vivienda unifamiliar con fines residenciales, fundamentalmente por parte de la población vinculada al territorio.

¿Cómo individualizarse, cómo hacerse ver? La Callezuela y La Peral lo han logrado a partir de la hostelería y de la fabricación de quesos reconocidos por su marca geográfica. Son caminos a seguir y a explotar con más fuerza y en otros senderos. Hay mercados y demandas que se pueden atender. La proximidad  de Avilés juega a favor y en contra de estas iniciativas. La gestión de esta complejidad es un asunto local; si bien la escala local aquí debe entenderse en buena medida comarcalmente. En cualquier caso, es importante la iniciativa interna, dirigida a la puesta en marcha de proyectos innovadores, orientados, por un lado, al mercado metropolitano y, por otro, a los mercados exteriores. A los que ofrecer una apuesta segura por el paisaje cuidado y el urbanismo de atmósfera rural en un entorno cada vez más urbano. Explorar, para sacar partido al carácter híbrido del mundo rural en la periferia metropolitana, quizá el más castigado por la emigración propia del ciclo industrial y el envejecimiento y declive en la actualidad, que necesita encontrar la fórmula para poner su patrimonio en el mercado económico y residencial.

 

Límites metropolitanos

La Callezuela y La Peral son polas de la periferia metropolitana, en proceso de cambio acelerado a núcleos residenciales y de actividades de pequeña dimensión. Sin una integración paisajística definida en la ciudad, pero con unas funciones claramente dependientes del mundo urbano, ambos núcleos necesitan saber sacar partido de su situación intermedia y de su carácter mixto en el impulso de actividades dirigidas al mercado metropolitano.

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