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Una nueva centralidad urbana

La gran villa comercial, con una de las dinámicas más positivas de la región, acoge el reto de completar su condición de cabecera de comarca abriéndose a horizontes más lejanos

Fermín Rodríguez / Rafael Menéndez Centro de Cooperación y Desarrollo Territorial (CeCodet) / Grado (Grado)

Grado es una gran pola, situada en el paso del centro al occidente astur. Su vinculación al cruce de caminos importantes, entre los que destacan los de Santiago y La Mesa, explica su fundación en el tiempo de Alfonso X.

Allí donde se enredan dos arterias, ayer como hoy, aparece un nudo, que retiene gente, y de esa convergencia surge el trato y con él, el mercado. Lo que ante todo es Grado. Mercado en los domingos y en los miércoles, y en las tiendas todos los días. Con ellos Grado se fue haciendo como villa. Abriendo su propio país, dilatado, diverso, complejo y extenso, desde las altas Tolinas hasta las vegas del caudaloso Nalón. Y además creció con las ferias, esos grandes acontecimientos que marcan el ciclo solar en el sistema agrario tradicional: la Primera y la Segunda Flor, el Mercadón de otoño, las ganaderas de Santiago, de los Prados, de la Caída, de San Simón, que vinculan a la villa con su alfoz rural y que por su fama atraen gentes de lejos. Las ferias ganaderas estaban jerarquizadas, daban importancia a la villa que las acogía y ésta era tanto más importante cuanta más potencia ferial reuniera. Los tratantes locales iban reuniendo género por los pueblos, los ganaderos esperaban la oportunidad de salir del control de aquéllos. Ésa se presentaba en las ocasiones en las que se reunían muchos tratantes procedentes de fuera. Este movimiento atraía a chamarileros, comediantes y barberos y con el dinero en la faltriquera siempre había la ocasión de mercar lo que más se necesitaba o anhelaba. Y todo eso se encontraba en Grado.

La villa moscona ha mantenido históricamente un ajustado equilibrio entre su vocación de cabecera comarcal principal del Nalón medio y su vínculo con Oviedo, ciudad territorialmente próxima, pero de la que se ha mantenido geográficamente distante por el atraso de las comunicaciones. Hoy potencia su condición de villa comercial y residencial que se erige en cabecera de la comarca del Camín Real de La Mesa, al tiempo que refuerza sus lazos con el mundo metropolitano, lo que le permite mantener un notable crecimiento que contrasta con la atonía comarcal y con el declive de su propio término, de los que extrae población.

La autovía ha supuesto un elemento estratégico de primer orden que conduce población y actividad, robusteciendo su vinculación metropolitana, conservando al tiempo su vocación de cabecera comarcal que tira de un eje de crecimiento aún débil, el del oeste metropolitano, que desde la villa sigue el Nalón, ensartando en su ligero mallazo a Pravia y a las villas de su desembocadura.

Grado ofrece una de las dinámicas más positivas de toda la red de villas asturianas, especialmente de las del interior, pues a lo largo de los últimos años ha aprovechado la mejora en las comunicaciones para alcanzar sus máximos demográficos históricos y aumentar con fuerza su influencia sobre un mundo rural que, sin embargo, se mantiene aislado y, ante el crecimiento de la villa, tiende a migrar a ella.

La villa de Grado se ha confirmado como centro urbano, de mercado, servicios y equipamientos. Es clave en el cañamazo territorial del borde metropolitano. Mantiene su crecimiento impulsada por la oferta residencial, que es mucha y buena, pues la villa contiene, entramados, barrios de altísima calidad residencial en vivienda unifamiliar aislada, un casco histórico extenso y de edificaciones notables y un conjunto reciente aseado y confortable

Grado se debate hoy entre la tradición y el futuro, entre su pasado de centro urbano comarcal de un extenso territorio rural marginado de las redes modernas de comunicación y su integración en el mundo metropolitano. La villa es referencia comercial y de servicios urbanos para un concejo de unos 11.000 habitantes censados, que en el ciclo agrario tradicional llegó a cobijar varios miles más, de los que más de 7.500 residen en la capital.

Para una villa caminera y comercial, la accesibilidad lo es todo. Por una parte, si ésta es tan deficiente en su áspero país que ella es la única referencia aceptable para las aldeas perdidas, sólo sobrevivirá en relación a las posibilidades de éstas. Pocas hoy. Más en el pasado, cuando la población era notablemente superior y la concentración urbana menor. Pero, en cualquier caso, Grado no se explica sólo por atender a su inmediato «hinterland». Es producto del tráfico en caminos que conducen a horizontes más lejanos. Abrirse a ellos y recrear de nuevo una centralidad urbana sigue siendo, por tanto, su desafío.

No debe mirar con recelo a Oviedo, de la que provendrán oportunidades y con la que hasta hace poco se comunicaba a través de una carretera del siglo XIX. Hoy tiene autovía y ferrocarril, que no acaba de convertirse en metropolitano para alumbrar todas sus posibilidades. El problema clave de Grado en las últimas décadas han sido sus comunicaciones, pero no sólo con Oviedo, sino también con las comarcas vecinas: Avilés, el eje costero y sus propias localidades del sur montañoso.

El crecimiento moderado de la villa impone el predominio de las actividades terciarias en la producción y en el empleo locales, con cuya ayuda Grado intenta reconstruirse como nueva centralidad, conectando los ejes de Oviedo y de Avilés-aeropuerto-Pravia. Lo que debería ayudar a integrar a los fantásticos territorios rurales vecinos, en los que la ganadería sigue teniendo una gran significación territorial. Recrear su vocación de nodo, de cruce, es desarrollar sus capacidades territoriales, enganchándose saludablemente en el área metropolitana; esto es, captando flujos de actividad y población, a la vez que añade valor al conjunto diversificándolo con sus notables atractivos: ferias y mercados, fiestas, suelo empresarial, iniciativa emprendedora, oferta cultural y de ocio, servicios públicos y privados...

Mejorar su conexión con la costa a través del eje del Nalón es objetivo estratégico para la villa. El potencial corredor hoy está cruzado por una carretera inadecuada y un ferrocarril desaprovechado. El camino a Pravia tiene unas características que impiden su uso metropolitano; sin embargo, une dos villas dinámicas y con grandes capacidades. Su función debe ser vertebrar comarcas hoy deficientemente comunicadas por infraestructuras de otra época y permitir la consolidación de un eje local de desarrollo territorial en el flanco metropolitano. El ferrocarril, que debería conectar ágilmente Oviedo con Grado, Pravia, el aeropuerto y el occidente costero, dormita en unas condiciones de servicio insuficientes para las demandas metropolitanas actuales, mientras que la conexión con el aeropuerto espera una decisión aplazada que cuando sea tomada cerrará el periférico oeste de Ciudad Astur.

Hay que poner las condiciones para que Grado desarrolle plenamente sus capacidades territoriales, que son muchas, tal y como sucede con Nava o Villaviciosa hacia el Oriente. Por mantener el equilibrio y la simetría territorial será necesario reforzar el carácter urbano metropolitano hacia el Oeste, ofreciendo salidas frente a la saturación y al crecimiento desordenado del espacio entre Oviedo, Siero y Llanera. Grado, además, debe ejercer de arrastre de su extenso concejo, permitiendo la continuidad del poblamiento rural sobre la base de la calidad y de la proximidad a servicios urbanos modernos y asimilables a los metropolitanos.

La villa cuenta con posibilidades ciertas de ejercer su función residencial, de primera residencia, dentro del área metropolitana, ya que en ésta cada vez se disocian más los lugares de residencia, de trabajo, de servicios y de ocio. Para ello, la labor del Consorcio de Transportes se revela fundamental. La conversión de los servicios de cercanías de Renfe y Feve en un auténtico ferrocarril metropolitano y la mejora del transporte público por carretera, así como su coordinación, son necesidades incuestionables no sólo para hacer sostenible una gran ciudad, sino para darle una dimensión policéntrica, reforzada y diversa: rica.

Hito del policentrismo

Grado es villa pujante de ferias y mercados sobre el amplio valle del Nalón y su afluente, el Cubia. La lenta respuesta de los planes y de las iniciativas urbanizadoras para encauzar el crecimiento residencial ha propiciado una estructura urbana tendente a cierta dispersión y unida longitudinalmente al eje de la N-634, ocupada desde Peñaflor hasta el nuevo enlace oeste de la autovía. Grado debe seguir en la mejora del paisaje urbano, la recuperación del patrimonio, la ordenación de su expansión y el apoyo al crecimiento de la actividad económica para sostener la positiva tendencia actual, que parece tener como fin su conversión en una nueva centralidad urbana en el flanco oeste de Ciudad Astur.

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