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Ruralidad en transformación

Prototipo del mundo rural que bordea la Asturias urbana, la capital de Candamo tiene recursos para combinar su oferta residencial con la modernización de sus bases económicas

Fermín Rodríguez / Rafael Menéndez Centro de Cooperación y Desarrollo Territorial (CeCodet) / Grullos (Candamo)

Entre Grado y Pravia, el Nalón baja en traza sinuosa, dibujando acusados meandros, entre los que destaca el recodo de La Revoltona, que rodea e individualiza, prolongado por los arroyos Candamo y Deli, el final del pequeño cordal de Llamero. En su rellano elevado se sitúa, altiva y vigilante, Grullos, la capital de Candamo.

Grullos es una polina, minúscula cabecera de un pequeño concejo, prototipo del mundo rural que, en rápida transformación, bordea el mundo urbano del centro de Asturias. Un mundo rural en reestructuración y que busca un nuevo sitio en el sistema territorial asturiano, que parece castigar a estos concejos, de población no tan escasa, 2.200 residentes censados, y sin una villa de densidad urbana como capital y referencia.

No hay por tanto, en Candamo, una jerarquía definida entre sus cincuenta pueblos, los cuales mantienen su paisaje de núcleos rurales, con los añadidos positivos que han sumado en las dos últimas décadas, en forma de pequeños establecimientos hosteleros y rehabilitando el patrimonio edificado, tanto por parte de los residentes habituales como de aquellos otros que comparten su residencia a lo largo del año. En el lado negativo, la población empadronada desciende con cierta rapidez, lastrada ahora por los escasos nacimientos y las más numerosas defunciones, lo que deja un saldo muy negativo y otorga mayoría a la población de más edad.

Sin embargo, el mundo metropolitano está cercano, asequible, y no haría falta variar la residencia para tener un buen acceso a sus equipamientos y servicios, sería necesario mejorar las comunicaciones y servicios de transporte por ferrocarril y carretera. Tal vez el secreto esté en seguir aumentando la valoración del mundo rural, en su versión actual, entre el conjunto de la población regional, oponiendo sus ventajas frente a modelos urbanos despersonalizados y repetidos. Una oferta, dirigida al ámbito metropolitano, de valores diferentes para nuevas poblaciones con demandas y expectativas también distintas, algo que ya sucede en otras partes de Asturias y de otras regiones de Europa.

Mientras lo nuevo llega, lo que tenemos es una gran dificultad para mantener el tono vital de este pequeño sujeto territorial, enfrentado a los efectos que produce el envejecimiento sobre la capacidad local de iniciativa, y que aspira a revertir la caída de nacimientos para acabar con el declive demográfico. Esto, en la situación actual, ya solo será posible a través de la atracción de población foránea. Sin olvidar que 2.200 habitantes aún son bastantes para intentar nuevas cosas, ver el mundo rural de otra forma y aprovechar oportunidades, que las hay.

Para ello es de suma importancia la permanencia y misión del Ayuntamiento, que encabeza iniciativas, amplifica la voz de la comunidad y pone proyectos sobre la mesa. Igual trascendencia tiene la colaboración con los vecinos que, hasta ahora, ha venido concretándose en la plataforma de cooperación para el desarrollo territorial conocida como comarca del Camín Real de La Mesa, a la que le atrae su vinculación histórica con Grado. Grullos y Candamo no deberían olvidar sus lazos, también, con el bajo Nalón y la proximidad con Oviedo (más espacial que temporal). Entre Grado, Pravia y la aglomeración metropolitana, Grullos debe asentar su personalidad y salir del tono apagado que ha caracterizado su último medio siglo.

Tiene que dar la vuelta a su dependencia del mundo urbano, ofreciéndole otras posibilidades de vida. Responder a la pregunta ¿qué hacer en Candamo? Imaginar y proyectar al exterior otra forma de vida que conjugue ruralidad y modernidad, las carreteras, los pueblos y el paisaje y un modo de vivir particular dentro de un sistema socieconómico que se va abriendo a oportunidades laborales desvinculadas de un lugar concreto de trabajo. Hay otros modelos de urbanización y crecimiento, en una región que cuenta con más de 5.000 pequeños núcleos rurales de población. Y hay que explorarlos para darles su oportunidad de supervivencia.

Futuros rurales que pasan también, como es sabido, por otra forma de ver la agricultura y ganadería, por la agroindustria de calidad, representada aquí hasta ahora por la promoción de fresas y castañas y las actividades de ocio en el medio rural. Ahí está el área de La Degollada, en la sierra del Pedroso, como símbolo de la función creciente de parque metropolitano de sierras y cordales prelitorales. Y también el río recuperado, el bosque, los frutales a extender. Nuevas formas de economía, nuevas formas de distribución para salirse de los raíles rígidos, apoyándose en lo que ya había, desde nuevas perspectivas. Hay que dejar hacer a la población con iniciativa, cambiar el modelo y la mentalidad de control y visado frente a libertad, participación, agilidad y promoción de las iniciativas y proyectos. Este es el desafío, mantener una tradición de poblamiento frente a una innovación que concentra personas y actividades en las aglomeraciones urbanas, fuera de las cuales desaparece todo dinamismo hasta que llega el vacío y por defecto aparece un hueco espacial, el no territorio, ayuno de gente. Y sin embargo hay recursos y patrimonio para mantener el valor de este territorio, y hay que generar oportunidades. Quizá la contumacia astur en mantener su abigarrado poblamiento tradicional, del que Grullos es ejemplo, sea una de las señas de identidad de Asturias.

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