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Tranquila, industriosa, central, imperturbable

Prototipo de villa con calidad residencial e integración metropolitana, Noreña viene de un intenso crecimiento y tiene potencial para incrementarlo sin atentar contra su alma y su patrimonio

Fermín Rodríguez / Rafael Menéndez Centro de Cooperación y Desarrollo Territorial (CeCodet) / Noreña (Noreña)

Noreña es el prototipo de villa, tanto antes como ahora y a poco bien que haga las cosas también lo será en el futuro. Ofrece a sus residentes la cualidad residencial de villa tranquila y cuajada, carácter que aún resalta más si la comparamos con los alrededores. Cualidad de calidad que perciben sus vecinos a través de los servicios públicos que para ellos dispone la villa y que comparten con los visitantes, a los cuales acoge un potente gremio hotelero y hostelero que sabe sacar partido de la posición central de la villa y de su estrecha relación con el  sector agroalimentario, liderado desde hace años en Asturias por Noreña.

Es villa antigua, de convulsos orígenes medievales, que desde bien pronto se orientó a actividades artesanales de renombre, primero en el cuero y calzado, recientemente en la chacinería y los productos cárnicos. En ello sigue, a la vez que encuentra otras actividades nuevas, para las que se ofrece como plaza hostelera y hotelera. Sobre tal base industriosa y el mantenimiento a ultranza de su pequeño término municipal, la Villa Condal ha ido aumentando gradualmente sus pobladores sin reconstruir su cara, sólo afinando sus rasgos, que no presentan grandes densidades ni volumetrías. Aun así ha doblado el número de sus residentes entre 1960 y la actualidad, cuando supera en poco  los 5.300 residentes, que la convierten en villa señera en la red urbana de Asturias. Pero no sólo por su número, sino también por lo que hacen, pues ellos consolidaron en Noreña un dinámico sistema local de pequeñas y medianas empresas especializado en lo agroalimentario, en sus variantes cárnica y chacinera, al que se vinculó un empleo de varios cientos de personas. Unas y otros crearon otra de las burbujas territoriales de marcada originalidad en Asturias. Un pequeño mundo urbano industrioso, central e imperturbable.

Histórica, activa, artesana, urbana, de intensa vida social e industriosa. Muy consciente de sí misma, muy suya pero no ensimismada. Al contrario, Noreña mira de frente las oportunidades que se le presentan en el turbulento exterior. Especial atención parecen merecerle los grandes cambios que experimenta la cocina industrial, su base productiva, y que reclaman su puesta al día, integrándola en una cadena de valor territorial estrechamente ligada a la actividad turística, y con la imagen de su producto reforzada como de alta calidad alimentaria.

Con un ojo puesto en el refuerzo de su pilar industrioso, el otro lo  pone en la preservación de su carácter de villa de peso, de raigambre. A la vez logra crecer sin grandes agobios, con un paisaje urbano cuidado y vivo, en el que se intercalan  fábricas y edificios públicos, elementos patrimoniales y vivienda de diversa composición. Simplemente una villa. Con todos sus componentes contenidos en un pequeño casco urbano que ve brotar a su alrededor, dentro y fuera de los estrechos límites de su término municipal, viviendas unifamiliares sobre la antigua trama de caminos rurales, reconvertidos en carreteras locales.

Mucha historia ha visto ya Noreña y desde esa posición ve pasar la actualidad con algo de distanciamiento, el propio de quien sabe que no es muy conveniente hacer caso a todo lo que se mueve y trata de ver más allá de las apariencias. Supo, sin embargo, cambiar cuando fue preciso. Modificar sus apuestas estratégicas para encontrar nuevos rumbos.

Capital de un mínimo concejo, con el que la villa se confunde, está enclavado entre otros mucho mayores, lo que contribuye a que, consciente de su diferencia, Noreña se vuelque hacia dentro. De ello da cuenta el hecho de que cuando se construyó la carretera de Santander, Noreña se mantuviera al margen, prefiriendo llevar los cruces carretero y ferroviario a El Berrón, convirtiéndolo así en un nodo de atracción de población, que aunque en territorio de Siero presenta una evidente y curiosa relación con la villa de Noreña, a la que dio oportunidad de mantenerse a su manera, al estilo al que la Villa Condal estaba acostumbrada, continuando tranquilamente con sus actividades, con sus cosas, sin demasiadas molestias exteriores, más allá de los notables vínculos comerciales establecidos en el resto del Principado y de España.

Hoy Noreña es una villa de primer orden y un notable nodo metropolitano, de esos que hoy, dada su posición central, están llamados a ordenar el crecimiento urbano de Asturias, ya que disponen de equipamientos, servicios y tradición urbana suficiente, capaces de atraer un volumen razonable de nuevos residentes sin alterar su esencia ni su aire de villa cuajada.

Un nodo metropolitano sobre una villa de historia, industria y patrimonio que actualiza su papel en el sistema urbano asturiano. Su relación creciente con Siero y Llanera debería conformar una atractiva franja intermedia entre las tres ciudades principales, que recoja y ordene la expansión urbana principal de Oviedo y que permita integrar empresas, servicios, equipamientos, infraestructuras y población en un entorno armónico, hoy amenazado en las áreas de borde por el declive agroganadero y por la extensión de áreas degradadas en espera de uso. El atractivo evidente de las villas debe irradiarse a su entorno inmediato, abordando la relación entre villas y ciudades metropolitanas con las áreas empresariales y grandes infraestructuras y equipamientos comerciales y de servicios. Es una cuestión de detalle, de paisaje, que en Asturias es cualquier cosa menos palabra menor y, por ello, debe ser prioridad absoluta en cualquier iniciativa con impacto en el medio. Como el consumo creciente de suelo para diversos fines.

Tiene Noreña potencial para seguir creciendo. Y lo ha hecho relativamente rápido en los últimos años, en los que ha pasado de 4.249 habitantes en 2001 a 5.387 en 2010, cifras que revelan el impacto de su integración metropolitana. Pero afronta el reto de no perder el alma en ello. Hay que cuidar la estética de lo que se hace, la integración en el conjunto, la interrelación de las nuevas construcciones con el casco tradicional. Y afrontar la rehabilitación del patrimonio edificado con más decisión. Lo que pasa en Noreña contrasta con la suerte de Asturias en las últimas décadas. Aquí indicadores y tendencias son positivos, a falta de aumentar los nacimientos. Es necesario afinar para acertar en los procesos de crecimiento y seguir siendo villa principal, histórica y orgullosa.

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