Una villa en un parque

La tendencia demográfica positiva de la capital somedana supone una esperanza de supervivencia para el mundo rural de alta montaña por la vía de la actividad tradicional y la diversificación

Fermín Rodríguez / Rafael Menéndez Centro de Desarrollo / Pola de Somiedo (Somiedo)

La pequeña villa de Pola de Somiedo es una excepción positiva en la evolución demográfica de las cabeceras municipales del occidente interior asturiano. En la última década ha conseguido ganar población censada. Hoy se acerca a los 200 empadronados desde los 150 del año 2000. Ha evolucionado desde pequeñísimo núcleo de servicios, de estructura rural, localizado en la confluencia de los ríos Somiedo y Valle, hacia una protovilla con equipamientos y servicios mejorados, entre los que destacan los relacionados con el parque natural. Real y pequeño, este crecimiento señala una tendencia y se apoya en una estrategia de valoración de los recursos territoriales del concejo de Somiedo, a cuyos límites se ajusta el parque natural, en un proceso singular de simplificación administrativa, que facilitó el desarrollo del proyecto, en un país donde tan difícil resulta la cooperación entre los diferentes niveles de la Administración pública.

Somiedo fue pionero en la puesta en marcha de un proyecto de desarrollo sobre un territorio de tradición ganadera y evidentes valores ambientales y paisajísticos. Esto ha permitido la mejor evolución relativa de sus indicadores y señala lo que podría ser una vía de futuro para la montaña asturiana si el proceso se orienta convenientemente. Porque Somiedo es un paisaje vaqueiro, ganadero, humanizado, en el que todavía hoy habitan 1.600 personas. Somiedo es mucho más que un «espacio natural». Es un territorio ganadero de montaña. Esta actividad secular ha dado lugar a un paisaje de enorme atractivo: pastizales de altura, bosques sobre las laderas medias, cumbres peladas, aserradas y albas y, en el centro de todo, núcleos de población de alto interés. Montaña y cultura vaquera, labrada durante generaciones.

Somiedo puede ser un territorio representativo de la montaña cantábrica, más allá de límites artificiosos. Para su preservación se creó en 1988 la figura de parque natural, desde una doble óptica de conservación ambiental y desarrollo sostenible. Y como decano de los espacios protegidos asturianos ha marcado uno de los caminos a seguir por los que vienen detrás, en lo que debería ser una estrategia de sostenibilidad del conjunto de montaña asturleonesa. Pero el enfoque utilizado impuso a Somiedo como representante de la alta montaña cantábrica en una sola dimensión: la ambientalista. Hoy el paso del tiempo, la fuerza de la realidad y el aprendizaje en la gestión territorial han hecho confluir los distintos caminos del desarrollo local para dotarnos de una visión y unas herramientas más eficaces para enfrentar la complejidad y diversidad del mundo rural asturiano.

Pola de Somiedo es la única capital de concejo menor de 500 habitantes que gana población. Pero la perdió durante las décadas anteriores, cambiando su signo desde finales de la década de 1980. El resto del concejo continúa el declive, reproduciendo el fenómeno general de concentración en las villas y despoblamiento rural. La pola es un muy pequeño núcleo de servicios y equipamientos públicos para un concejo en el que la ganadería sigue siendo actividad principal, a la que tiende a equilibrar un empleo creciente en el sector terciario, en esa doble especialización primaria-terciaria que caracteriza cada vez más al mundo rural asturiano. La escasa natalidad ensombrece las perspectivas, a pesar del saldo migratorio levemente positivo, que sitúa a Somiedo entre los concejos dinámicos.

Las actividades terciarias se sostienen sobre el crecimiento y mejora de los equipamientos y servicios, sobre todo en la capital, vinculados o no a la existencia del parque. Y también sobre la notable infraestructura turística y hotelera relacionada con él. Varias decenas de establecimientos suponen una más que importante oferta para un concejo de 1.600 habitantes. Lo que implica un importante flujo de visitantes, vital para afrontar el aislamiento y su conexión con los procesos de innovación.

La pola crece apoyada en las actividades de servicios y en el turismo. Ello ha propiciado un crecimiento del núcleo edificado que, ante las limitaciones de los planes de ordenación y su indefinición sobre el modelo territorial futuro, se articula en los ejes de carreteras y caminos preexistentes, con los edificios públicos como reclamo. El tratamiento urbano de esta villa debería realizarse desde la perspectiva de integración paisajística, con un detalle pormenorizado de las actuaciones, como si de una pequeña joya se tratase, en la que la perfección de la talla de sus diversas caras debe tener en cuenta el mínimo detalle. Lo hecho hasta ahora no apunta en esta dirección, ni en el crecimiento de la estructura del núcleo urbano, ni en su estética, ni en el tratamiento e integración paisajística. Queda mucho por hacer, mucho camino por recorrer, por lo que es un sentimiento equivocado la autocomplacencia y la consideración de que el camino ya está finalizado. La desnaturalización es una de las amenazas letales a los proyectos, siempre presente con el paso del tiempo y frente a la cual el antídoto parte de valorar lo conseguido para compensar y marcarse un nuevo rumbo, que bien podría apuntar a la mejor integración en una red local de las aldeas del concejo.

Somiedo puede y debe ser una esperanza para la supervivencia del mundo rural de la alta montaña cantábrica. Y puede serlo a partir de sus actividades tradicionales y de su diversificación en otras nuevas que se apoyen en los recursos paisajísticos, ambientales y culturales. En convertir en capital de relación elementos intangibles presentes en el sistema local o que puedan ser presentados como marcas por el concejo o por la unión con los vecinos, ya estén separados por los cordales o por la divisoria cantábrica.

Una rareza en el occidente interior

Pola de Somiedo es una rareza entre las pequeñas cabeceras municipales del occidente interior asturiano, al haber invertido su tendencia declinante y manifestar signos de vitalidad. Su desarrollo está apoyado en la existencia del parque natural y sus equipamientos, a partir del cual se ha desplegado una actividad terciaria y turística muy significativa para la pequeñísima villa. El mantenimiento de la actividad ganadera y de los referentes culturales y paisajísticos y un nuevo impulso a los proyectos de desarrollo compatible se presentan como factores imprescindibles para asentar unas tendencias que necesitan extenderse al poblamiento rural del concejo, como una manera de fortalecer la pola de Somiedo.

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