Enredado en el Eo

La pequeña villa capital del concejo más occidental de Asturias se apunta a un leve crecimiento gracias a la explotación tranquila de los recursos ambientales y el agroturismo

Fermín Rodríguez / Rafael Menéndez Centro de Cooperación y Desarrollo Territorial (CeCodet) / El Llano (San Tirso de Abres)

El Llano, O Chao, es la más occidental de las villas asturianas y una de las más pequeñas. El concejo de Abres se adentra en Galicia del mismo modo en que Navia de Suarna se asoma a Asturias, machihembrando así el extenso territorio inter-mareal entre lo asturiano y lo gallego, que abarca una franja de algunas decenas de kilómetros y que suma riqueza y diversidad frente a simplismos ideológicos de origen urbano.

O Chao hace honor a su nombre y se emplaza en las ricas vegas del Eo, que recorre, sinuoso, su valle bajo; dibujando, en su discurrir sin prisa, plácidas curvas que son el deleite de pausados pescadores. Ritmo que también sigue la vida de la villa, remansada en las aguas que perfilan las hermosas orillas del río astur-galaico.

Es población pequeña y agradable que invita a la vida buena y que viene a demostrar que en las pequeñas villas de aire rural también se puede vivir con todas las comodidades y con importantes ventajas sobre los modelos urbanos. Belleza y tranquilidad dan sentido a una población que cuenta con equipamientos de villa mayor y que está próxima a otras que la complementan, ofreciendo lo que aquí no hay, singularmente Vegadeo. Un lugar para vivir bien, fuera de la atracción de las estrellas metropolitanas.

Desde el mirador que forma el planalto de La Antigua, El Llano es una pequeña agrupación de casas. La villa ha ido ganando equipamientos que agrandan un casco esponjado, enhebrado en la red de antiguos caminos, que recorren las amplias vegas. Las viviendas parecen brotar de los prados, una aquí otra allí, pero con un cierto orden, con una regularidad que marca la diferencia con las dispersiones galaicas. Del núcleo inicial, al este del río, que vincula escuelas, centro de salud, iglesia, ayuntamiento y parque, la pola se ha ido deslizando hacia el Oeste, atraída por la carretera general, hasta el punto de saltar el río y crear un barrio que por traza, lineal, y nombre, A Carretera, se identifica totalmente con ésta. El puente hace de bisagra, de eje de gravedad, entre El Llano tradicional y el moderno, que progresivamente se extendió sobre «as veigas», en su anhelo carretero, con el que se asentaron, en la otra margen del río, el polígono empresarial, la gasolinera y varias dotaciones adyacentes, constituyendo un sector de O Chao con personalidad propia «o lao d'alá».

La villa se ha sumado a la búsqueda de una mayor diversidad de actividades, más allá de la ganadería, la explotación forestal y los servicios vinculados a la carretera y al río. San Tirso de Abres, concejo integrante de la comarca pionera en programas de desarrollo rural de Los Oscos y la cuenca del Eo, vio abrirse paso a iniciativas turísticas y hosteleras: camping, hoteles rurales, apartamentos y restaurantes.

Mucha iniciativa por parte de una población escasa, que revela inquietud y ganas de buscar caminos de futuro, a pesar de una aparente lejanía, que está más en el que mira desde fuera que en el que aquí vive (bien). Y que contrasta en positivo con la quietud de villas más grandes asomadas a la ría y a la costa. Lo que indica que las tendencias de los territorios más tienen que ver con los proyectos de los participantes que con otros factores.

A su paso, calmo, O Chao va camino de convertirse en una pequeña villa. Pola ya lo es desde tiempos de Felipe II. Hoy asume la iniciativa de la mayor parte de la población municipal, organizada en una sola parroquia, que agrupa varios núcleos de población además de la capital: A Carretera, Veigas, Foxa, Grandela, Antigua, O Castro, Sobrelaveiga, San Andrés y otros. La concentración de población da un pequeño empujón demográfico a El Llano, que ha pasado de 131 a 146 habitantes entre los años 2001 y 2010, aunque el concejo ha caído de 636 a 542, siguiendo la estela dominante en el occidente interior asturiano.

Una villa y un concejo tan pequeños y tan alejados del centro de Asturias, referencia mental y cultural de la región, guardan, sin embargo, numerosas y agradables sorpresas al viajero sin prisas y sin prejuicios. Como la recuperación, que deseamos completa y con sentido, de la caja del antiguo ferrocarril minero de la línea Villaodrid-Ribadeo, en funcionamiento hasta 1964. Hoy, los 12 kilómetros que median entre Villaodrid (concello de Pontenova) y la estación de San Tirso tienen el rótulo de «Vía verde del Eo» y, sin embargo, en ellos compiten todoterrenos, tractores de maderistas y los escasos paseantes que quieren disfrutar de los magníficos paisajes ribereños que se acolumbran desde la vía, aunque para ello tengan que caminar sobre asfalto en el tramo de Pontenova y, más abajo, chapotear en las roderas de los tractores, abrir, después, lo que más parece trocha de vegetación lujuriosa y, en la penumbra de los magníficos túneles, sentir su esmerada fábrica, con la que se mantienen intactos y seguros los hastiales a pesar de decenios sin mantenimiento alguno. Esta vía y sus elementos vinculados no solamente son testimonio de un pasado minero e industrial; sobre todo, el conjunto es una plataforma de futuro, pues su recuperación exigirá la cooperación interregional y permitirá unir un pequeño país a través del hilo conductor de una vía de paisaje para el recreo, el deporte, el turismo y la promoción de toda la comarca ribereña del Eo hasta llegar a Ribadeo.

La apuesta por el agroturismo y por la explotación tranquila de los recursos ambientales, junto a las actividades tradicionales, son vías complementarias de proyecto para mantener la vitalidad social de una pola que no necesita de grandes iniciativas sino de la suma de unos cuantos de estos sensibles proyectos de vida, con los que constituye una referencia ejemplar para las villas de un alrededor administrativamente diverso y geográficamente singular.

Modelo rural ejemplar

O Chao, avanzadilla asturiana en Galicia, se extiende sobre el valle bajo del río Eo, en un paisaje magnífico de ribera y vegas sobre las que se va conformando, a su modo, una pequeña villa, bien equipada y mejor servida, con lo que se abren oportunidades residenciales y de actividad a una población escasa. Modelo de futuro rural en una región cuya población no crece y se resiste a abandonar los viejos modelos industriales que buscan la aglomeración metropolitana. O Chao ofrece una vida diferente, con una forma urbana original para los que sepan apreciarla y es referencia para los de alrededor, cualquiera que sea la orilla donde se ubiquen.

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