Vegadeo, al fin

Sabino López, abogado y ex directivo de varios clubes de fútbol, explica su vuelta a los orígenes para ejercer en su villa natal: «Se está muy bien aquí»

Marcos Palicio / Vegadeo (Vegadeo)

Cuando decidió que estaba «muy saturado», Sabino Manuel López García miró a Vegadeo. Como antes. Como siempre. El fútbol profesional le había regalado un recorrido de más de veinte años por la geografía humana del deporte en un momento clave, cuando los clubes se hicieron sociedades anónimas, pero ya estaba bien. Ya era suficiente, se dijo hace cuatro años, y al repensar el decorado del futuro nacieron muchas razones para venir a parar al refugio veigueño de toda la vida, para volver al abrigo de la casa natal contestando, una vez más, que sí a la llamada recurrente de los orígenes. El director general del Celta de Vigo y de la Unión Deportiva Las Palmas, el coordinador del proceso de transformación de los clubes en sociedades anónimas deportivas y fugaz secretario del consejo de administración del Real Oviedo es ahora un abogado con despacho en la calle Armando Cotarelo, enfrente del Ayuntamiento de Vegadeo, y desde el verano pasado el presidente del Astur Vegadense.

Aunque él no lo sabía, el billete de retorno a casa incluía también este regreso al equipo del pueblo, el último destino que conoció Sabino cuando fue futbolista y jugó en el campo de El Soutón vestido de amarillo y negro. Este Astur Vegadense era todavía el Vegadeo CF y López, aquel interior derecho, ya había bajado a defensa central y colgaba las botas en casa después de haber jugado en los años sesenta y setenta, entre otros, en la Juventud Asturiana, el Vetusta, el Oviedo o el Caudal hasta que «mi madre, que era muy lista», le dejó con la duda de lo que podría haber pasado con el fútbol: «Dijo que se había acabado después de que suspendiera todo en segundo de carrera». Pero al final, vaya a donde vaya, todo empieza y termina con un campo de fútbol al fondo y parece que inevitablemente en Vegadeo, en este sitio donde la vida, dando algunos rodeos, le ha traído siempre.

Su ruta de retorno a la casilla de salida es literal. López sale del despacho, atraviesa el centro comercial de A Veiga y abandona la villa por el camino de Taramundi a la búsqueda del principio. En Os Pedrouzos, junto al cauce del río Monjardín, sobrevive la casa natal, el lugar esencial de Vegadeo que la memoria ha escogido sin vacilar. Aquí, el abogado veigueño todavía puede enseñar la casa y el viejo molino del abuelo, que está en buen estado pero sin uso desde una gran riada y tiene a la vista las argollas donde se amarraban las caballerías de los que venían a moler trigo y maíz y que «en lugar de pagar repartían la harina». Es el momento de recordar que nació aquí en 1948, que se marchó a Oviedo a los seis meses, que nunca dejó de tener el rabillo del ojo y las vacaciones en Vegadeo y que volvió, obviamente. Estudiante en el Seminario, el Colegio Santo Domingo y la Facultad de Derecho, con la licenciatura se cruzó el fútbol como ocupación profesional por la intermediación de Horacio Leiva, entonces presidente del Colegio de Entrenadores, y después, poco a poco, un paso llevando al otro, se presentó primero la Federación Asturiana, a comienzos de los noventa el Consejo Superior de Deportes, después siete años repartidos en dos etapas en la directiva del Celta, seis en Las Palmas, unos meses en el Oviedo durante la presidencia efímera de Toni Fidalgo y al fin, Vegadeo.

Cuando dijo «vuelvo a Vegadeo» para ejercer de nuevo como abogado «sentía que era el mejor sitio», que «se está muy bien aquí» y que pesaban todas las razones sentimentales del nacimiento y de «no haber abandonado nunca el vínculo». Esta población no es aquella del bullicio industrial que recuerda de su infancia, la de la actividad de las sierras y la madera cuando los barcos entraban y salían por la ría del Eo hasta aquí, pero todavía «tiene clase, conserva un poso de aquella villa donde venía a caer todo el contorno de los Oscos y Taramundi». Aunque «no vaya tan acompañado de actividad económica», enlaza, el espíritu de la cabecera de comarca permanece: «Es una villa con historia, con clase». Y con un músculo asociativo que para sí quisiese alguna mayor, remata Sabino López al llegar al campo de El Soutón. Se están entrenando los benjamines y prebenjamines del Astur Vegadense, y el presidente encuentra aquí un buen ejemplo del vigor social de su pueblo en los siete equipos y cien chavales que hacen deporte en el club: «Con eso ya cumplimos el objetivo».

Al regresar «me dejé embarcar» para presidir un club en el que «las personas que estaban antes habían trabajado un montón y decidieron dejarlo. Nos hicimos cargo para que el fútbol siguiera en Vegadeo», continúa. Refundado y rebautizado hace algunos años, este club de fútbol que «no paga» resiste tal vez contra los mismos problemas que la villa, los de los equipos pequeños que se conforman con poco y que encima, aquí, sufren cuando crece el Suarón y, además del centro del pueblo, se inunda El Soutón.

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