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Caminos

Camín, palabra de ascendencia céltica, CAMINUS (TLG 40; EM), es el término más gené rico extendido desde el latín para aludir a las vías de comunicación (DCECH s.v. camino); deja algunas muestras entre nuestra toponi mia: El Camín (Si, Cd), Los Caminos (Vv). A veces se conoce el camino por la dirección que lleva; así: El Camín de la Quinta (Mi), El Camín de Mariana (Mi); otras se acompaña de una adjetivación como en Caminllanu (Xx).

Una intersección de dos vías de comunicación da lugar a formaciones como Cuatrocaminos (Vv, Xx, Uv). Una formación similar aparece en Cua tro Cantones (Xx) nombre que se daba a las cuatro esquinas de La Plaza de Italia, Corrida y San Antonio en Xixón (cf. 445).

El camino tradicional de mayor entidad era denominado camín real como recuerda El Camín Real (Vv, Uv). La ruta seguida por los peregrinos a San Salvador d’Uviéu o a Santiago de Compostela, aprovechando caminos preexistentes, era denominado con la expresión “camín francés” y tiene arraigo documental (424 p. 235) y a veces toponímico como El Camín Francés (Tz), etc.

Se comprende fácilmente que en épocas pasadas toda una serie de normas fueran dirigidas al buen cuidado de los caminos como solución imprescindible para mantener unas comunicaciones convenientes y poder hacer frente a las necesidades de explotación de la tierra. Así se explica que uno de los cometidos de las juntas de veci nos fuera precisamente prestar atención a todo lo relacionado con su buen mantenimiento gracias a la estaferia, sestaferia o sustiferia, labor en común para cuidado de los caminos y que, a juzgar por el nombre, en sus orígenes debió de realizarse los viernes (SEXTAM FERIAM). He aquí un curioso párrafo de un “auto de buen gobierno” que allá por el año 1770 pone en circulación D. Juan de Acuña y Cienfuegos, juez noble con jurisdicción en Valdesampedro (Tb):

“...mando que se compongan los caminos reales... empedrando... y se quiten los pendones, zarzas y pimpollos que impidan al pasajero poniendo postes y barillas y en los pas(os) (p)eligrosos, y las tra biessas, senderos y serbideros de lugar a lugar, componiendo puen tes y pontigos que sirben al común...” (cf. 9).