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Anzu, Iguanzo

Pero hay más. Un argumento que colabora para proponer -anza o -encia, etc. como un hidrónimo prerromano lo encontramos también en su variante masculina. En el primer caso se trata de Anzu, pueblo de Grau junto al Nalón en una amplia veiga, a la que se dice La Veiga d’Anzu, que en trabajamos anteriores considerábamos motivado por un antropónimo ANTIUS (43 p. 16)73.

El segundo ejemplo lo encontramos unos kilómetros más arriba del curso del Nalón, precisamente en el concejo de Llaviana, a unos metros de Entrialgo, antes de llegar a Ciargüelo, donde hay un pequeño grupo de casas sólo separadas del río por la estrecha carretera, que llevan el significativo nombre de Iguanzo.

Aquí nuevamente volvemos a ver el hibridismo lingüístico pues el latino AQUAM ‘agua’ —> ‘río’ se acaba anteponiendo tautológicamente al nombre anterior de la corriente de agua *ANTIUM —> anzo. La construcción que observamos en nuestros documentos medievales en que se alude a un río o corriente de agua por medio de la construcción “aqua de”, así “aqua de Prescuuia” (SV p. 173, a. 1086), “aqua de Selia” (DCO a. 1052, c. XII), “aqua de morale” (DCO, p. 82, a. 912, c. XII) aparece aquí como constitutiva de un topónimo actual. Iguanzo no sería sino *AQUA (DE) ANTIO, esto es, ‘el agua del anzo’ o, si se quiere, *’el agua del río’ o simplemente ‘el río (del) río’.

Pero el sustrato lingüístico asturiano-central coincide ahora plenamente con el oriental ofertado por el pueblo cabraliego de Inguanzo, lugar atravesado por el notable Ríu Calabres; también por L’Inguanzu arroyo en el más norteño concejo de Ribeseya. La presencia de la primera n ahora no es sino una propagación de la segunda (un caso similar al que vemos en folgazán —> folganzán). Es más, en sendos casos se observa un doble cierre de la primitiva A tónica de AQUAM > egua > igua.

Pero la cosa va más allá porque es muy posible que a estos topónimos debamos añadir otros que, no refiriéndose ya al río Nalón, dan a antender que el significado de *ANTIUM > anzo es, primariamente, el de ‘corriente de agua’. Entre ellos sin duda Collanzo (Ay) si lo interpretamos como *CAPUT ILLUM ANTIUM ‘junto al río’, nombre muy adecuado pues este pueblo está situado en la confluencia del río Mera con el río Ayer (DGA); lo mismo Collanzo (Mi), en la margen izquierda del Ayer poco antes de confluir con el que baja de L.lena (DGA); quizá Collancios (Md).

Es posible que en este mismo epígrafe debamos incluir Ribanceo, o El Rioncéu, variante del nombre de una casería de Tamón (Cñ) por el medio de la cual pasa un pequeño arroyo del mismo nombre (DGA).

No sé si Uncín (Ce), nombre de una corriente de agua, podría tener parentesco lingüístico con Valdoncina (León), documentado ya desde antiguo, con relación con lo que antecede. Se intentó relacionar con el lat. UNC¯INUS, A, UM (EM) ‘encorvado’ aunque se reconoce que podría tratarse de un hidrónimo prerromano dado que se documenta “Onza” como nombre del río Porma (429 p. 180). En esta dirección podría ir quien ha querido relacionar el nombre del río asturiano con el vasco untzi ‘recipiente’ acaso presente en el hidrónimo Untxin de Lapurdi (390 p. 115) aunque resulta un tanto difícil probar tal parentesco prerromano.

No muy alejado lingüísticamente de los topónimos en -anzo parece Telienzu (Rs) donde, otra vez, da la impresión de que se unen dos elementos hidronímicos, acaso el primero TELO ‘fuente’ (TLG), como ya se advierte s. v. Toleo.

En cualquiera de los casos vemos que hay un tratamiento aparentemente similar en lo que parecen las variantes masculinas y femenina en -ANTIU —> anzu y -ANTIA —> anza. Sin embargo es inexacto porque, a veces, la expresión femenina parece que ofrece un cierre de la tónica -ANTIA > -enza, lo que supone un cierre de la A tónica en un contexto que ya nos resulta conocido, cuando sigue vocal cerrada y acaba en -A. Se trata, entonces, de un caso semejante al que ya conocemos en SALIA > Seya, ASTURA > Esla y que nos lleva muy atrás en el tiempo, probablemente a la época misma de la romanización (460 P. 57).

Los ejemplos actuales en -encia presentan una yod que no es sino fruto del influjo del sufijo semiculto que se observa en la lengua hablada. Por otro lado, tanto en los masculinos como en los femeninos vemos la posibilidad de anteposición de artículo, palatalizado o no.