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Robléu, Carbayéu, Rebollada

Para designar el ‘roble’ nuestros paisanos se valen unas veces de palabras de origen latino como robur —> R¯OB¯OREM (EM) > ast. roble; *ROBULLUM ‘roblecillo’ > rebollu; y otras de origen prerromano (carbayu o carbachu). Bien es cierto que la misma expresión puede designar tipos diferentes de unas zonas a otras. Así por ejemplo hay lugares donde distinguen roble ‘roble de gran corpulencia’ frente a carbayu ‘roble desarrollado’ y frente a rebollu ‘roble sin desarrollar’. Pero tal distinción no se consigue por igual en todo el territorio asturiano ya que hay sitios donde una sola expresión abarca todo el campo semántico. En otras ocasiones las distinciones se consiguen gracias al adjetivo que se pospone a cualquiera de los nombres escogidos: así se puede hablar de carbayu turcu o corque frente a carbayu villanu o albar, etc.

La toponimia nos refleja una situación de expansión de tales o cuales apelativos pero en ningún caso nos informa del tamaño o calidad del arbolado.

1. Están relacionados con el latín R¯OB¯OREM (EM): El Roble (Go), Los Robles del Conceyu (Rs). Acaso El Robo lón (Ra) sea simplemente un aumentativo de roble con una vocal anaptítica desde roblón —> robolón. Por otra parte La Roble (Cl, Po, Ca), al igual que La Robla (León), podría representar una creación analógica femenina o, más bien, continúa el neutro latino ROBORA ‘los robles’.

Pese a la proximidad fónica en algún caso no parece desaconsejable en tender algunos topónimos según algunas prevenciones. Así, por ejemplo, lugares como los orientales huanrobre continúan un étimo FONTEM RUBRAM ‘fuente roja’, referencia cromática bien a la piedra o al terreno situado en sus inmediaciones. Algo por el estilo veríamos en El Ríu Robru (Cl) ‘el río rojizo’. Rubrie llos (Po) podría ser tanto un diminutivo plural de roble como una formación sobre el adjetivo RUBER, BRA, BRUM ‘rojo (EM).

El colectivo formado desde el también colectivo ROBOR¯ETUM (EM; cfr. 4) lo vemos no sólo en el apellido “Reboredo” sino en:

Robléu (Pi, Na, Sm, Ti, Gr), El Robléu (Rs, Pa), El Robleo (Uv), Robleo (Xx, Ll), Robléu de Teinás (Cn), Robléu de Biforcu (Cn), Robléu de San Cristuébalu (Cn), Robledo (An, Gs), Reboledo (Cs).

Por su parte El Robledal (Pa), El Robleal (Bi) parten de la misma construcción pero ahora incrementada con un abundancial -al. Robrigueru (Pb) aunque parece que podría entenderse también como un bosque de robles no sería imposible suponer que pueda tratarse de RUBR¯ICUS ‘de color rojo’ (EM) + sufijo abundativo. Desde la variante femenina RUBR¯ICA, con confusión de sonoras, puede justificarse La Rodriga (Sl), acaso ‘(tierra) rojiza’.

2. Se relacionan con el diminutivo de robur —> *RO BU LLUM ‘roblecito’ (57 p. 407, DCECH s.v. roble; REW; 58 p. 562):

El Rebollu (Mi, An), El Rebullu (Bi, Llg), Los Rebollos (Sr). Quizá La Rebolla (Ri), Rebollas (Cn) presenten el mismo problema interpretativo que acabamos de ver unas líneas más arriba al referirnos a La Robla frente a Roble.

Son colectivos:

La Rebollada (Pi, Vv, Cb, Xx, Cñ, Cr, Lla, Pz, Gr, Cd, Sl), La Rebollada (Sm, Ti), La Rebollá (Si, Uv, Sr, Llv, Mi, Qu), A Rebollada (Ef, Tp). La Robellada (On, Cg) es el topónimo que mejor mantiene la expresión latina en su vocalismo deuterotónico.

Son también colectivos en -al o en -ar:

El Rebollal (Vv, Uv, Ra, Si, Sg, Bi, Llg, Sr, Llv, Mi, Gr, Bu), El Rebollar (Pm, Si), El Rebollar (Dg), El Robellal (Cl). Por su parte El Rebollalín (Llg) presenta una incrementación diminutiva, sin duda por haber sido un bosque pequeño de rebollos. También son abundativos: Los Rebollares (Vd), La Rebollosa (Ti. Ni), El Rebullusu (Llv).

En este grupo han de incluirse topónimos en -ARIAM y -¯ETUM: Rebolleres (Cñ), Picu Rebolléu (Pi). Doble incrementación en -ATUM + -ORIUM, con metafonía, tenemos en Cantu’l Rebollaúriu (Llv), etc.

3. Aparecen entre nuestros nombres de lugar una serie del tipo carba —> carbayu o carbachu, palabra, como ya adelantamos, de origen pre rromano, tal vez de una familia lingüística protoindoeuropea o his pano-vasca (14 p. 49; 17 p. 315); en realidad es común al gallego carvallo, port. carvalho.

Son muy abundantes los lugares que llevan el nombre del carbayu, árbol muy apreciado por su dureza8:

El Carbayu (Si, Llg, Vd), Carbachu (Cn)9, Los Carbayos (Uv, Ct), Carbayín (Si)10, El Carbaín (Gr, St, Ce), El Carbayyín (Vd), Los Carbayinos (Uv), Carbaínos (Xx), El Carbayón (Pi, Uv, Mi), El Carbeyu (Mo). Resultados de tipo gallego-portugués aparecen en la franja fronteriza occidental del país: Carballo Cuito (Gs), Carballo Falso (Gs), Carballo del Fole (Vn), etc.

Encontramos frecuentes colectivos y, a diferencia de lo que ocurre con Roble / Robla y Rebollu / Rebolla, aquí no documentamos las correspondientes formaciones en -a Carbayu / *Carbaya pero sí otros muchos:

El Carbayal (Pi, Vv, Na, Llg, Ll, St, Ni), Carbayal (Po, Lla, Na, Bi, Llv, Sl, Ei, Bu, Cs), Carbayar (Ti), Carbayalín (Ay), Carbaéu (Cn, Cd, An), Los Carbayeos (Av), La Carbayeda (Uv), La Carbayera (Vv, Xx), La Carbayosa (Mo, Gr), etc.

4. El término primitivo sobre el que se forma carbayu se con serva en la actualidad en asturiano donde carba ‘monte bajo’, coin cide con la voz registrada en Salamanca carba ‘matorral espeso de robles’, vasco karbaza ‘tallo, tronco’, sardo carba ‘rama’, etc. Está también presente en nuestros nombres de lugar (268 p. 38):

La Carba (Si, Llv, Mi, Ll), Carbarroxo (Mi), Carbes (Am).

Probablemente también en el que parece su masculino El Carbu o L’Alcargu (Sr). El diminutivo pervive, con vocal anaptítica, en: El Carabín (Llg), Los Carabinos (Is). Los topónimos de tipo Carbón, en principio, tanto pueden entenderse como aumentativos de *carbu como relacionados con el mineral de carbón.

La misma palabra carba la encontramos en la derivada y tam bién asturiana carbaza ‘Rumex crispus’ y es probable que explique así el abundativo en -al, -osa, -edu > -éu y los topónimos formados sobre ese térmi no: La Carbaza (Ca), Los Carbazales (Sr), La Carbazosa (Ay), Carbacéu (Tb).

5. Con una sonorización de la c- inicial (como en el caso de gatu, gochu, grade) serían explicables también La Garba (Gr), Las Garbas (Tb). Lo mismo gárabu o garbu ‘caña seca, leño’, recordado probablemente en El Garbo (Ve) y en verbos como engarabir ‘estar entumecido, estar encogido’ y engarabillir ‘id’.

Un diminutivo antiguo de gárabu lo tenemos en garabitu ‘palo largo’, ‘gancho’ que, perdida la [-r-], se generaliza como gabitu ‘gancho’ que dio lugar a formaciones toponímicas como El Gabitu (Mi, Pz), Los Gabitos (Vd), Gabitos (Cr).

Un derivación semántica la tenemos en el verbo agabitar o echar la gabita ‘unir una yunta a otra para ayuda’ sin duda porque la operación de enganche de las yuntas de apoyo se efectuaba con una gabita o gabitu.

Otro diminutivo de gárabu, pero ahora en -ICULUM, nos lo recuerda la documentación medieval donde aparece como mote “ffernan garabeio de Vegega” (DMB a. 1278, p. 114).

Una variante femenina incrementada con un sufijo latino -¯ICEAM podría ofrecérnosla Garabiza (Ct) y el colectivo Garabicéu (Ce), que también presenta la variante sorda carbiz ‘hoja del nabo’, y acaso los apelativos del tipo gorbiz - gorbizu, gorbiza con que se refiere la lengua asturiana a numerosos brezos, éricas y otras especies botánicas (DGLA), quizá ahora con el influjo de CURVUM ‘curvado’.

En esa dirección habrían de explicarse los topónimos menores como El Gorbizu (Gr), El Gurbizal (Tb), etc. Lo mismo podríamos decir para gurbañu ‘variedad de gorbizu’ (Cl), diferente únicamente por la sufijación, responsable de Los Gurbiñales (Cl) (397 p. 365).

6. Evidentemente estos ejemplos dan a entender que sobre carba, *carbu pudo generalizarse una -a- anaptítica como desa rrollo de la líquida agrupada (al igual que alparagata sobre alpar gata) y eso es lo que nos permite sospechar de la existencia de térmi nos como *cáraba, cárabu (especializado secundariamente en la acepción de ‘ave nocturna’) junto a *gáraba y gárabu y otros (cf. 35l).

La confusión, por otro lado relativamente frecuente, de -r- y -d- pudo haber llevado a la formación de expresiones como *cáraba —-> cádaba ‘Ulex europaeus’, que algunos, creo que erradamente, habían considerado o seguidoras del lat. CALAMUM o del latín hispánico CATANUM ‘enebro’ (298 p. 104) o de origen prerromano (27 p. 317). En nuestra opinión sería suficiente partir de *cáraba para entender el apelativo cádaba, el topónimo en plural Les Cadavines (Cb) y los abundativos siguientes:

El Cadaval (Si), El Caval (Mi, Ri), Caraveo (Xx, Sr), El Cadavíu (Llg). También los abundativos El Cadaveru (Pi); también Cadavéu (Vd) que aparece en el siglo X “in ora maris ecclesiam Sancte Marie de Kataueto cum sua uilla” (DCO p. 64, a. 905, c. XII)11. Probablemente del mismo origen sea Calaveru (Is).

No ha de olvidarse, de todas maneras, que algunos de los topónimos que anteceden podrían, quizá, explicarse desde el punto de vista de la zootoponimia pues en asturiano existe un ave nocturna llamada el cavar que, según la creencia, anuncia la muerte y cuando canta parece que dice cavar cavar. Ahora su origen etimológico podría estar en la nominalización del verbo latino CACAB¯ARE ‘gritar (la perdiz)’ (EM) > *cagabar > *caabar —> cabar, confundido con cavar de donde se seguiría la referencia a la idea de la muerte en relación con cavar la fosa.

Yo no creo que deba seguirse a Corominas-Pascual que tímidamente sugieren que ast. cádaba guarda relación etimológica con el término latino CATŠANUM ‘enebro’ (DCECH s.v. cada I) y con ast. cadápanu ‘níspero’ aunque sí me parece defendible que ast. cadápanu guarda relación con CATŠANUM como acabamos de exponer más arriba.

Si parece, por otro lado, que la explicación concatenada que venimos haciendo explicaría también desde el citado cárabu o gárabu, con incrementación -atu (como de nome —> nomatu), el apelativo ast. garabatu ‘rastrillo de madera’ que no ha dejado restos en nuestra toponimia mayor. Desde gárabu sí se explicarían otros incrementados como El Garabuetu (Md).

7. Reboriu (Mn) es continuador del adjetivo latino ROBOREUS, A, UM ‘de roble’ (OLD) (251 p. 95) sin duda por tratarse de un antiguo terreno donde había una plantación de estos árboles. Lo mismo ha de decirse de Rebouriu (Cd, Mn), Reboria (Xx), La Reboria (Vv, Gr), El Reborión (Vv) (212 p. 321).

8. De QUERCUM ‘roble’ (EM) debió de haberse formado un término analógico en *QUORCUM que necesitamos suponer para poder explicar el asturiano corcu o curcu (a veces confundido con turcu) que suele adjetivar a algún tipo de roble, generalmente de mala calidad, retorcido o pequeño. Acaso el influjo le venga de CORTICEM ‘corteza’ (EM) con lo que podrían justificarse el vocalismo tónico de nuestras expresiones y el átono de lo que sin duda es el equivalente asturiano alcorque ‘roble’. Parece esta una explicación más aceptable que ver en los términos asturianos un influjo de alcornoque propagado desde Andalucía (DCECH s.v. alcorque).

Nuestros topónimos relacionados serían: La Corca (Sr), Les Corquies (Pi) y, acaso en una expresión intermedia incrementada *La Córcora, cuyo diminutivo podríamos tenerlo en Las Corcolinas (Ti)12.

Ese mismo vocalismo tónico debemos admitirlo como variante del adjetivo QUERCEUS, A, UM (EM) que acaso justifique algún ejemplo como La Corcia (Llv), El Corciu (Co).

Encontramos continuadores de dos expresiones diferentes entre los colectivos, una de QUERQU¯ETUM (EM) —> Corquéu (Lr, Sl), junto a los equivalentes en -ARIAM Corquera (Lla), y La Corquera en la toponimia menor (298 p. 112); la otra de QUERC¯ETUM ‘bosque de robles’ (EM) que quizá podría explicar alguno de los Carcéu citados más arriba en este mismo capítulo.