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De lobos y quesos

28 de Julio del 2012 - Mario Quevedo de Anta (Oviedo)

Asistimos en las últimas semanas, una vez más, a un repunte de las reclamaciones injustas de determinados grupos de presión, que pretenden determinar, únicamente desde su punto de vista, cómo se gestiona el medio natural. Como ejemplo, centro esta carta en las voces que piden extirpación del lobo en espacios protegidos de Asturias o las que ofertan exclusión de la especie de determinados territorios asturianos.

Esas reclamaciones son injustas porque pretenden hacer olvidar al público que, en España en general y en Asturias en particular, se pagan subvenciones para armonizar determinados tipos de producción agropecuaria en los espacios protegidos con la función de conservar todas las especies nativas. Y esas subvenciones provienen de los impuestos que todos pagamos. Sí, los pagan también esa mayoría de ciudadanos que habitan en los entornos urbanos, a los que a menudo se les niega el derecho a participar en las decisiones de gestión por no ser locales, por ser urbanitas. Si alguien duda de cuál es la función de los espacios protegidos, no tiene más que leer sus principios fundacionales en los respectivos BOEs y BOPAs, documentos públicos por excelencia.

Esas reclamaciones son también imprudentes. Imprudentes porque olvidan que la producción agropecuaria, esa que definen como incompatible con la presencia de tal o cual especie nativa, depende también de los consumidores. Dudo que el consumo local de sus productos sirva para sostener la industria. Es por tanto imprudente intentar engañar a unos consumidores que pueden comprobar fácilmente la cuantía de las citadas subvenciones, el objetivo de subvencionar actividades agropecuarias en espacios protegidos y los principios fundacionales de esos espacios protegidos. Es imprudente obviar que los consumidores pueden darse cuenta de que hay gato encerrado y empezar a consumir otros productos.

En lo que respecta a los representantes públicos, es también imprudente ofertar exclusión (los lobos sólo se excluyen matándolos). Digo imprudente porque tal oferta es incompatible con aquella marca Asturias, Paraíso Natural, que tengo la impresión que cuajó bien dentro y fuera de la región y atrajo el tan deseado turismo y consumo. Si es natural, no se pueden excluir especies nativas. O eliminen el término natural.

Representantes públicos, ¿qué va a ser? ¿Nos seguimos creyendo aquello de los productos naturales y producción sostenible, de turismo de calidad? ¿Apuestan ustedes por darle al visitante lo que no encuentra ya en gran parte de la Europa occidental, ecosistemas terrestres bien conservados con todos sus componentes, o se unen al resto de regiones que producen carne y queso «incompatibles» con el medio natural? Si la opción es la última, nótese que pierden entonces gran parte de lo que ofertan sin competencia.

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