Juventud
17/05/2022
Ganadoras de los relatos con Ana y Narciso.
El pasado viernes 13 hicimos entrega de los premios y diplomas del II CONCURSO DE RELATOS CORTOS INFANTIL Y JUVENIL COMARCA DEL BAJO MARTÍN.
Este año las ganadoras son:
Además de entregar los regalos a cada una de las categorías: una tablet para las dos ganadoras en la categoría juvenil y un lote de libros, kit de escritorio y juegos de palabras para las categorías de infantil 1 e infantil 2, pudimos escuchar los relatos ganadores narrados en vivo por las ganadoras.
Queremos agradecer a todos y todas las participantes en este concurso que poco a poco se va asentando y en el que este año 2022 han participado 114 niños, niñas y jóvenes. Y especialmente a las ganadoras por su creatividad y talento.
Os dejamos los relatos de nuestras ganadoras para que los podáis disfrutar.
EL PRINCIPE QUE SE QUERÍA HACER PRINCESA por Itziar Martinez Rubio
Había una vez un príncipe que quería ser princesa. EL príncipe se llamaba Jairo, era muy alto, más que todos sus compañeros. Y a ellos les daba mucho miedo. Tenía los ojos de color azul y el pelo lo tenía rubio.
Cuando Jairo iba a la escuela, todos sus compañeros se reían de él, porque un día, justo cuando era su cumpleaños hizo realidad su sueño. Les dijo a todos sus compañeros, hasta a su profesora, que él quería ser una princesa. Entonces se rieron de él. Cuando volvió a casa ese día, se lo conto a su madre porque era la directora. Su madre les dijo a todas las profesoras de Jairo que no se podían reír de él, porque ese era su sueño y le daba mucha tristeza que se riesen. Y ya se hicieron todos sus amigos y le respetaron.
Cuando llego otro año su cumple, todos sus compañeros le regalaron un vestido de princesa con una corona. Y el regalo de sus padres fue ir a un sitio en el que cambiaban los cuerpos de los príncipes y reyes que querían ser reinas y princesas. Otro regalo que también le encanto mucho es que su tía viniera de muy lejos y que no la veía desde pequeñito. A Jairo le encantaron todos esos regalos. Y hasta aquí la historia de la gran princesa.
SOÑANDO CON BERLÍN por Paula Tropel Clavero
¿Te gusta el mundo del caballo? Pues esta historia es para ti. Como otro día cualquiera, Paula terminó de hacer los deberes y fue a la hípica de sus padres donde pasa la mayoría de su tiempo.
Estando allí fue a visitar a su caballo favorito Titán. Paula es de esas niñas que tiene algo espacial, es soñadora, divertida, risueña, estudiosa y siempre está descubriendo algo nuevo sobre los caballos.
Una de las cosas que más le gustaba a ella era sentarse a leer junto a Titán en la cuadra. Esa tarde Paula se quedó dormida con el libro en las manos. Todo estaba oscuro, no había nadie a su alrededor y a lo lejos vio algo brillante. Enseguida reconoció que estaba en Saturno por su gran anillo. Paula estaba mirando lo que tenía a su alrededor, de repente escuchó ruidos extraños y movimientos detrás de ella. Cuando se giró, vio sobre el anillo un animal que solo había visto en sus libros, reconoció que era un Pegaso (caballos con alas) de la mitología griega.
El caballo se acercó a ella, Paula en vez de asustarse se alegró de haber aparecido allí. El pegaso y Paula comenzaron a hablar de cómo había aparecido en Saturno. Le contó a ella que se llamaba Berlín y que era el único de su especie en ese planeta, entonces Paula le dijo que si quería ir a conocer a su mejor amigo Titán. Berlín llevaba tanto tiempo solo le dijo que sí, se sentó para que subiera en su lomo y así ir pelo de color blanco, sus grandes ojos azules y sus grandes alas.
Por fin llegaron a la cuadra donde estaba Titán, ella le contón su aventura y dijo que Berlín sería su nuevo compañero.
LA ISLA por Martina Ramos del Corral
Aquella mañana Frasco, al que le encantaba navegar, había salido con su barca, llamada Poniente, en busca de esos peces que tanto le gustaban a su hija Carmen. Él conocía todas las especies marinas que había por la costa de Almería, donde vivían. Su nombre de pila era Francisco, pero le llamaban Frasco. Carmen siempre pensó que lo llamaban así porque cuando salía con su barca metía en un frasco bonitos peces para enseñarselos y luego devolverlos al mar.
Ese día, una cálida mañana de verano, mientras navegaba plácidamente su barca encalló y como no podía salir, decidió ir nadando hacia la costa cuando, de repente, una isla apareció de entre la nada. Continuó nadando hasta ella. Allí descubrió que en vez de arena había un material brillante y dorado; Frasco dedujo que podría ser oro y entonces recordó una leyenda que decía que en las costas almerienses había una isla con oro en vez de arena y las personas que la pisaban nunca más volverían a aparecer. También se decía que sólo verían la isla las personas que llegaban nadando hasta ella.
Frasco no creía en esas cosas aunque disfrutaba al contárselas a su hija, igual que su padre lo había hecho cuando él era niño.
Tras comprobar el pequeño tamaño de la isla e inspeccionarla se tumbó bajo el cegador sol que brillaba en el cielo para descansar un rato. Luego decidió pedir ayuda, quería volver a casa y en su barca tenía unas bengalas, así que no tuvo más remedio que volver nadando hasta Poniente para cogerlas y dispararlas con la esperanza de que alguien viese las señales y fueran a rescatarle.
Pasado un rato, Frasco vio como una avioneta sobrevolaba la zona, parecía que lo habían encontrado pero enseguida supo que no porque desapareció de su vista dejando una estela en el cielo, cuyos colores mostraban el atardecer. Mientras tanto, consiguió ver algunos peces que nunca había visto. Parecía que se hubiera trasladado a otro lugar desconocido para él.
Empezaba a oscurecer y se preocupó más al pensar lo angustiada que estaría su familia que por estar solo y atrapado en aquella isla misteriosa.
Carmen, al ver que su padre no volvía, decidió ir al faro de Mesa Roldán y preguntarle al farero si tenía alguna señal de naufragio por la zona. Este quiso ayudarle saliendo en su barca en busca de Frasco y así Carmen consiguió localizar la barca encallada. Alrededor no veían nada que les pudiera dar una pista de Frasco.
Carmen se acordó de la leyenda de la isla de oro, sin pensárselo dos veces, se zambulló en el agua de cabeza y no tuvo que nadar mucho para ver lo mismo que su padre cuando naufragó. Llegó y observó que estaba tumbado en esa arena tan característica que se describe en la leyenda. Ya había anochecido y cuando Carmen estaba cerca de poder abrazar a su padre, no pudo hacerlo…
- Buenos días, Carmen. ¡Vas a llegar tarde al campamento si sigues durmiendo! Además hoy os toca salir a navegar. Tu padre os está esperando en Poniente, sabes que no le gusta que le hagan esperar.
De camino al puerto, Carmen no sabía lo que había pasado, ¿había sido sólo un sueño, se habría adelantado a lo que iba a suceder?
SOMBRA por Marina Serrano Bernad
Caminaba con las manos en los bolsillos y la mochila a la espalda. Se detuvo a la sombra de un árbol y esperó. No quería llegar a casa. Saboreó aquel momento de quietud y sintió la tensión desaparecer de sus doloridos músculos. A unos metros, un grupo de niños de su edad reían y jugaban bajo los últimos rayos de sol de aquella tarde de primavera. Ella miraba. La sonrisa de una chica era tan grande, que de pie junto al árbol, sintió como una semejante comenzaba a dibujarse en su rostro. En un traspié alguien del grupo cayó al suelo y la sonrisa recién esbozada de la solitaria niña pereció. La familiaridad de los gritos y llantos abrieron heridas incurables en el fondo de su infantil memoria. La tensión volvió a sus hombros con el peso de los recuerdos y la certeza de su realidad… Había retrasado este momento todo lo que pudo, pero ya estaba oscureciendo y debía volver a casa.
La sombra del árbol ya no estaba ahí para cobijar a la niña. Aquella tarde de primavera pasó casi inadvertida, a la misma velocidad con la que ahora una botella estallaba contra su piel desnuda. En un intento fallido de protegerse del impacto, sus delgados brazos cubrieron su cuerpo. Tendida sobre el pegajoso suelo de la cocina escuchó a su padre gritar mientras el frío de las baldosas la mantenía consciente. Cuando se hizo el silencio, una ola de ansiedad la golpeó con tanto ímpetu como su progenitor. Lo que había dejado el corazón de aquella niña sangrando de por vida no eran solo los rasguños, eran también las palabras de su padre, que cortaban más que cualquier cristal. Ver venir el golpe nunca moderaba el dolor, y a ella le asustaba sentir tan fuerte.
Recorría nuevamente el camino con las manos en los bolsillos, la mochila a la espalda y el miedo de volver a casa en su cabeza. La niña se refugió una vez más en la sombra de aquel árbol, cuyas hojas vestían los mismos tonos anaranjados que bailaban en el cielo para despedir al sol. La gente inundaba el parque, ajenos al frescor de aquella tarde de otoño. Ella miraba. Fue entonces cuando se dio cuenta: había pasado toda su vida siendo una mera espectadora. Padecía los golpes del azar y se lamentaba en silencio. Cerró sus puños con tal fuerza que sus huesudos nudillos palidecieron, y consideró que ya había mirado suficiente. Con las manos fuera de los bolsillos y un gesto decidido se dirigió hacia su casa. Los gritos de su padre resonaban por la calle y los pájaros cantaban al unísono. Con la respiración acelerada y las manos temblorosas hizo sonar el timbre del vecino. Era un hombre mayor, consciente de lo que pasaba en aquella casa pero que, al contrario que ella, siempre hacía lo posible por no mirar. No hizo falta hablar, pues ver a la niña bastó. Su mirada era una ventana que daba a su casa, a su sufrimiento, y el anciano echó un vistazo pesaroso a través de ella, y no dudó en abrirle la puerta.
Iztiar ganadora de la categoría Infantil 1 con Narciso Pérez Presidente y Ana Guevara Vicepresidenta de la Comarca..
Paula ganadora de la categoría Infantil 2 con Narciso Pérez Presidente y Ana Guevara Vicepresidenta de la Comarca.
Martina ganadora de la categoría Juvenil con Narciso Pérez Presidente y Ana Guevara Vicepresidenta de la Comarca.
Marina ganadora de la categoría Juvenil con Narciso Pérez Presidente y Ana Guevara Vicepresidenta de la Comarca.
Comarca del Bajo Martín
Carretera de Alcañiz, nº 72.
44530 Híjar. (Teruel)
Tel. 978 820 126