Relinchos, pesadas ruedas de carro y el paso solemne de la corte asturiana aún resuenan en el imaginario del peregrino que inicia el Camino Primitivo. A los pies de la Sancta Ovetensis, tras las huellas de Alfonso II el Casto, un recorrido urbano señalado por vieiras de bronce lleva a los confines de la ciudad e ingresa sin más dilación en un entorno plenamente rural. Así, a través de campas y capillas, la ruta jacobea traspasa el río Nora para acometer el alto de El Escamplero.
Ante un perfil más cómodo, el caminante se abre entonces al Concejo de Las Regueras, de suaves colinas que descienden hasta la ribera del río Nalón. Se cruza el cauce por el puente de Peñaflor, que da acceso a esta población y a la vega de Grado. La plaza del mercado guía por Cimadevilla al barrio de La Cruz, donde comienza el ascenso final a San Juan de Villapañada. En este paraje de vistas privilegiadas, el albergue de peregrinos mantiene viva la hospitalidad prestada durante siglos por la Orden de San Juan de Jerusalén.
Etapa 1
La jornada inicial parte de la catedral de San Salvador y echa a andar por la calle Schultz. En ocasiones con la cabeza gacha, muy atentos a las conchas de bronce del pavimento, avanzamos por las calles San Juan, Jovellanos, la Luna, Covadonga, Melquiades Álvarez e Independencia. Atravesando el peatonal paseo de La Losa, el itinerario se interna en el barrio de La Argañosa, donde termina cruzando las vías de FEVE por un paso elevado. Más adelante, en la rotonda de la avenida de la Florida, una escultura de Santiago peregrino de la asturiana Pilar Fernández nos desea "¡Buen Camino!" antes de internarnos en la campiña. Una carretera local se dirige a San Lázaro de Paniceres, lugar de un antiguo lazareto para el cuidado de los leprosos y pacientes con otras enfermedades infecciosas. Como era costumbre, siempre ubicados en la periferia de las poblaciones.
Los ciclistas pueden tomar un itinerario diferente en el tramo urbano. Saliendo de la plaza de la catedral por la calle San Francisco llegan hasta la plaza de la Escandalera, donde toman a la derecha la calle Uría. Se sigue durante 700 metros hasta desembocar en la avenida de Santander, junto a la estación de tren. En este punto giran a la izquierda y atraviesan el conocido paseo de La Losa, enlazando ya con el trayecto oficial.
Avanzamos a través de la vertiente meridional del monte Naranco ante un entorno rural de excepción. Arboledas dispersas y multitud de prados lozanos alientan la marcha a través de la parroquia ovetense de Lloriana, que agrupa entre sus poblaciones a Llampaxuga. En este lugar nos recibe la capilla del Carmen, en cuyo atrio podemos localizar el sello y estamparlo en la flamante credencial, ávida de nuevas rúbricas. Sucede a continuación un trepidante descenso que salva el regato de la Huerta y busca paz en La Pipera, con su lavadero y zona de descanso. Tras una rampa entramos en Llubrio y seguidamente en Lloriana. En el lateral de la iglesia de Santa María sale al paso una fuente, perfecta para aliviar el sofoco y bajar al encuentro del valle del río Nora, donde espera la AS-232 para entrar en La Bolguina.
El itinerario continúa por Fabarín, tras la que divisamos el puente Gallegos, que toma su nombre por ser el paso hacia Galicia y que ya fue citado en un documento del año 1247. Nos acercamos hasta él para cruzar el río Nora, límite entre el Concejo de Oviedo y el de Las Regueras, municipio que nos acompañará prácticamente hasta Peñaflor. A la entrada del puente nos recibe la escultura de hormigón de la serie Encuentros, obra del ovetense José Luis Fernández. Seguidamente salimos de nuevo a la AS-232 y pasamos la población de Gallegos, primera de la parroquia de Valsera. En suave ascenso, entre los puntos kilométricos 7 y 8, dejamos la carretera por la derecha para internarnos en el espléndido Castañéu del Soldáu, tupido bosque de hoja caduca a la ribera del Nora que nos acerca al molino de Quintos. En este punto, la orografía asturiana, siempre tan abrupta, demanda un esfuerzo para alcanzar Arroxos, tras la que desembocamos en el alto de El Escamplero, primera tachuela del Camino Primitivo.
Tomamos la AS-234 en dirección Valsera y Santullano y pasamos junto al bar-restaurante El Tendejón de Fernando, donde se recogen las llaves del albergue. Éste se encuentra 350 metros más adelante, en un desvío a mano izquierda. Recordemos que en El Escamplero existió ya en el siglo xv un monasterio dedicado a San Martín, además de una alberguería donde su hospitalero "tenía costumbre de dar posada a todos los peregrinos".
Liberados de la ansiedad del novel, reanudamos el trayecto sobre la AS-234. Un horizonte fascinante de suaves colinas se abre a nuestros ojos. Pasando por Taraniello, antes de alcanzar el punto kilométrico 1, abandonamos la carretera por la izquierda atendiendo a las indicaciones de la señalización oficial. El atajo evita una curva de la vía y nos deja en Valsera, donde reparamos en la sencilla capilla de Fátima, construida en 1930 en sustitución de la original dedicada a Santa María que databa del siglo XI. El Camino atraviesa posteriormente una vaguada entre afloraciones calizas y al llegar a La Rabaza toma una senda a la ribera del río Andallón, afluente del Nalón por su margen derecha. Cruzamos el cauce a la altura de Picarín y arribamos en breve a Premoño, población de la parroquia de Valduno.
Nada más entrar vemos la capilla de Santa Ana, que junto a la Casona de la Portalada, conformó el hospital de peregrinos vigente hasta el siglo XVIII. En 350 metros dejamos la carretera por la derecha guiados por una bella senda arbolada, uno de los tramos más bonitos de la etapa. Sucede después un carril empedrado que conduce al desvío hacia las termas romanas de Santa Eulalia de Valduno. Merece la pena tomarse unos minutos, a tan sólo 150 metros se encuentra Casa Dylsia y las termas a 300 metros, junto a la iglesia parroquial.
A menos de un kilómetro alcanzamos La Fuente y tomamos la carretera local que sigue el curso del Nalón, un señor río que atraviesa hasta 12 concejos asturianos. En 10 minutos salvamos el río Soto en la localidad de Paladín. Dominando este pequeño y hermoso puesto se alza sobre una colina el palacio rural de Bolgues, donde nació en el siglo XVI Tirso de Avilés, canónigo de la catedral de Oviedo y uno de los primeros historiadores asturianos, en cuyos escritos se pueden encontrar referencias al Camino de Santiago. A tiro de piedra se encuentra Puerma (bar-restaurante junto a la AS-234, cerca del Camino) y 400 metros después salimos de la carretera local junto a la casa El Fornu. ¡Los ciclistas deberían continuar por carretera hasta L’Arache! La jornada nos vuelve a obsequiar, esta vez en forma de senda a la vera del Nalón, que termina cruzando la pasarela de las Xanas para salir a la AS-234. Cubrimos medio kilómetro para entrar en L’Arache o Laracha y penetramos unos metros después en el Concejo de Candamo, donde encontramos un bar al pie de carretera.
Cruzamos el recio puente de Peñaflor, paso estratégico hacia el occidente asturiano. Data del siglo XII pero su fábrica original no ha llegado a nuestros días debido a las embestidas del río Nalón. De la que no queda ni rastro es de la alberguería que Alfonso VII y doña Berenguela mandaron construir junto al puente en 1144. Salimos con precaución a la N-634 y en el paso angosto que dibuja la orografía se halla la iglesia de San Juan, de origen románico aunque su factura actual sea mayormente de los siglos XVIII y XIX. Salimos de la carretera para acceder ya a Peñaflor, parroquia del recién estrenado Concejo de Grado.
Atravesamos Peñaflor y llegando a las últimas casas giramos noventa grados a la derecha para salvar las vías del tren por un paso inferior. Recorremos así durante kilómetro y medio la vega que une Peñaflor y Grado, bien surtida por los aportes del Nalón y el Cubia. A las puertas de la villa moscona será necesario cruzar de nuevo las vías para acceder al barrio de San Pelayo. Tras la calle del Puente rebasamos el río Cubia por el puente de la N-634 y proseguimos sin pérdida por la avenida Valentín Andrés, coincidente con la carretera. Tras la segunda rotonda accedemos por la izquierda al parque de San Antonio y, en el breve trecho que nos separa del Ayuntamiento, pasamos junto al palacio de Miranda Valdecarnaza y la capilla de los Dolores.
La plaza General Ponte, donde tiene lugar religiosamente el célebre mercado de los miércoles y domingos, conduce a la calle Cimadevilla, que nos acerca a la calle Flórez Estrada, la propia N-634. Medio kilómetro después, en el barrio de la Cruz, nos desligamos por la izquierda atendiendo al desvío de Acevedo. De aquí a San Juan de Villapañada tocará superar un desnivel cercano a los 200 metros. Este tramo de la etapa varió sobremanera tras la construcción de la autovía A-63. Superamos barrios dispersos hasta alcanzar La Quinta y más arriba, tras El Cascayal y El Valle, tomamos a mano derecha el desvío que cruza La Reguera y finaliza en San Juan de Villapañada, cuyo albergue prolonga la hospitalidad de siglos pasados.