El mirador otea su futuro
Recogida más que aislada, la capital de Peñamellera Alta asume la necesidad de superar el despoblamiento rural aprovechando la vinculación con el pueblo que mantienen sus naturales
La capital del Valle Altu de Peñamellera es una pequeña localidad de gran encanto paisajístico y magnífico mirador de los altos picos. Como otras del concejo busca el sol en los pequeños valles, collados y rellanos que rompen la pendiente meridional de la formidable barrera caliza que forma el Cuera, arañada por los arroyos que bajan las aguas de la sierra hasta el angosto desfiladero del Cares, como el Santa María y el Jano. No es tipológicamente una villa al uso, pero tampoco un núcleo rural, guardando en su paisaje la impronta de la capitalidad del cuetu altu.
Así que en un rellano, a media ladera, y bien orientado, se encuentra Alles. Estas tres condiciones explican geográficamente buena parte de los asentamientos tradicionales del país. El rellano, que aprovecha una hombrera, una terraza o una cubeta excavada por un río o reguera; a media ladera, para no estar por debajo de la inversión térmica en los duros días del invierno, comidos por la humedad del río y la helada, y, además, disfrutando de la luz del sol desde primeras horas de la mañana. Por debajo, el Cares, entre formidables derribaeros, y de vez en cuando una minúscula vega, como cuenta apenas engarzada en el collar que forma el río, donde se recogen pequeñas aldeas y, de cuando en cuando, establecimientos hoteleros de raigambre pescadora. Esta ubicación deja a Alles en una situación de recogimiento, mejor que aislamiento. Próximo a un eje de relación, el del Cares, secundario en su frecuentación, salvo en las temporadas turísticas de la pesca deportiva o del corto verano.
El notable caserío se adapta a la accidentada topografía y se organiza en torno a barrios de sonora toponimia: Bellaces, Besnes, El Toju, El Pedrosu, La Aldea, La Cal, La Cuesta, Las Barras, Las Coronas, Las Jilgueras, Llumberu, Pastorias, San Roque, Socampu, Trespalacios. Son pequeñas agrupaciones de caserías sobre las que sobresale la bella estampa de la iglesia, recortada sobre el fondo pindio de la sierra. El conjunto integra un paisaje notable, en cuya composición se alternan la suavidad del valle y los paredones albos de la aserrada mole caliza.
A pesar de la sofisticación paisajística, a la que contribuye el cuidado patrimonio edificado, la evolución de las cifras de población no invita al optimismo. Ya menos de 200 residentes empadronados y demasiadas casas cerradas, aunque como en todo el oriente de Asturias la vinculación de los naturales a su localidad es notable, y en temporada todo parece revitalizarse, en esa manera de vivir contemporánea que alterna las estancias, las pertenencias y los viajes, a menudo sin fijar de manera definitiva la residencia, que pertenece más a lo que cada uno lleva en su mente y a los territorios de la infancia que al suelo que se pisa la mayor parte de los días.
Alles no participa aún con intensidad y aprovechamiento de los flujos turísticos vinculados al parque nacional de los Picos de Europa. Y ello a pesar de figurar en los impulsos pioneros de la Administración regional para poner en marcha el turismo rural en Asturias, concretamente en el barrio de Besnes. Parece que ese primer empujón no ha dado aún los frutos esperados, en espera de una mayor iniciativa local, difícil de alumbrar en concejos tan poco poblados, en los que la baja natalidad y el envejecimiento continúan su lento y agotador proceso de zapa de la vitalidad. Fenómeno extendido que amenaza con hacer un país crónicamente dependiente, mientras miramos para otro lado, con esa singular capacidad de no distinguir lo esencial.
Sorprende, sin embargo, la belleza de Alles, a la que mucho contribuye el mantenimiento del patrimonio edificado, con sus orgullosas casonas solariegas, con sus palacetes de indianos, con sus cuidadas casas, que indican que la población, aunque no resida habitualmente allí, mantiene su inversión y su vinculación sentimental y temporal. Éste es un activo a aprovechar para todo tipo de iniciativas. El gran reto es cómo aumentar esta vinculación y generar actividades económicas ante el declive de la ganadería y su oscura reconversión por agotamiento económico y demográfico.
El parque nacional está ahí, pero Alles no ha conseguido aún vincular su imagen y sus actividades a esta marca territorial de espacio clasificado por la excelencia de su territorio, al que aporta dos originales tipos de quesos, varios establecimientos hoteleros de toda confianza, fantásticos ríos salmoneros y majadas del puerto llenas de tradición ganadera. Sin embargo, a pesar de sus valores y atractivos, la presencia de Alles es demasiado discreta, se adivina el orgullo de poseerlos y se evidencia el recogimiento con el que se contemplan.
Productos exquisitos vinculados a marcas territoriales potentes, parque nacional, ganadería de calidad, turismo vinculado al gusto y al refinamiento, a la oferta regional, por medio de empresas sensibles a esta explotación. Todos éstos son hitos o mojones que señalan el camino del futuro de este territorio pequeño en dimensiones, pero grandioso en paisaje.
El desafío de sacar rendimiento a la proximidad de los Picos
Alles, recogida y aislada. Recostada en la ladera sur del Cuera, presenta su caserío orgulloso al viajero que asciende desde el río Cares. Notable paisaje que mira a los Picos de Europa, sin haber conseguido aún obtener rendimientos de su proximidad y su próxima pertenencia al parque nacional. En la actualidad, la capital del Valle Altu de Peñamellera no consigue atajar la pérdida continuada de residentes, a pesar de su encanto, que sorprende en la belleza y el cuidado de su patrimonio edificado, reflejo del mantenimiento de los lazos con los hijos de la localidad temporalmente residentes, habitantes esporádicos de esta localidad bendecida por la naturaleza.
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