Tierra adentro
El hábitat minero del valle precisa una transformación de su paisaje urbano y una exploración de nuevos sectores productivos que mejoren la percepción de las condiciones de vida en la zona
El poblamiento de las comarcas mineras ha desarrollado formas de distribución de la población sobre el territorio relacionadas con las características de las actividades dominantes, sobreimpuestas a un poblamiento rural anterior y adaptadas a la peculiar orografía de la cuenca, en la que los ríos principales, procedentes del frente de la Cordillera, abren grandes valles más o menos paralelos, que actúan como colectores de base y reciben las aguas de otros ríos menores, los que se descuelgan desde los cordales que los flanquean, y excavan pequeños valles transversales, cerrados sobre sí mismos en lo más alto. Son las güerias. Las que concentran las aguas y las conducen hacia abajo, mientras que las urbanizaciones lineales han acabado colmatando el suelo llano de las vegas del río principal y ascienden a través de las güerias.
El río San Juan tiene estas características y acoge importantes testimonios de la minería histórica, que explotó el carbón a través de galerías abiertas en las laderas de los cordales, son los grupos de minas de montaña, que cortaban de manera sencilla las capas de los paquetes más superficiales, hasta que la tecnología de la dinamita y el hormigón permitió profundizar pozos para furar hasta el buzamiento sinclinal de las capas y así, habiendo alcanzado el fondo más rico del yacimiento, concentrar la producción en unas pocas explotaciones en los fondos de valle. Más tarde, cuando las grandes máquinas permitieron mover toneladas de tierra para aprovechar los pliegues anticlinales de las capas, situados en las cumbres de los cordales, se volvió a explotar la montaña, pero esta vez a cielo abierto, dejando tal laboreo su indeleble huella en las cumbres del valle de San Juan, debajo del picu Polio. Y fin de ciclo.
Entre la villa de Mieres y el pozu Polio, la Güeria de San Juan acoge viviendas, núcleos rurales e instalaciones mineras, con la carretera entre Mieres y Langreo como eje hasta Rioturbio, desde donde asciende a Santo Emiliano, prolongándose la unidad de poblamiento por la cumbre del cordal, en cuya cresta se enhebran un rosario de aldeas y aisladas caserías que tan pronto dan vista a Langreo como a Mieres y Turón.
La necesaria proximidad de la mano de obra a los pozos de extracción se solventó, especialmente en la segunda mitad del siglo XX, con la construcción de barriadas de residencia de trabajadores mineros, que en las primeras épocas adoptaron el nombre de cuarteles y después de barriadas de «colominas». La Güeria de San Juan tiene todos esos elementos y prolonga el poblamiento de la villa en el fondo de valle y también sobre las laderas, que cobijan antiguo poblamiento rural y minero, hoy en declive.
La mayor concentración de población se produce en la barriada de Rioturbio (Returbiu), viviendas colectivas con colegio e iglesia como equipamientos, pero la ocupación es continua desde la propia villa de Mieres, a través de Aguaín y Murias, donde se localizan el Hospital Comarcal del Caudal y el tanatorio. El poblamiento se estira sobre las escuetas vegas; Costavil, Los Pontones, Piedrafita, El Cruce, Rioturbio, Vegaotos, Enterríos, Santa Rosa, El Carbayón y el pozu Polio dan continuidad a la ocupación del fondo de valle, complementado por numerosos núcleos asentados en las laderas: La Inxesta, Gradiellos, Carraspientes, Los Quintanales y muchos otros. Por encima de Polio, las huellas de la minería a cielo abierto, en San Vítor, marcan aún el paisaje del cordal.
La caída demográfica
Santa Rosa es la parroquia que ocupa la mayor parte de la güeria. Parroquia de nada menos que 43 núcleos de población habitados, de los que sólo Rioturbio pasa del centenar de habitantes. Si ni siquiera la propia villa de Mieres es capaz de mantener su nivel de población, mal pueden ir las cosas para las güerias. La parroquia de Santa Rosa ha pasado, en el presente siglo, de 2.283 a 1.725 residentes, 500 menos en sólo diez años, lo que da idea de la fuerza del declive. Para bien o para mal, Rioturbio y las barriadas de colominas no son hoy el referente que busca, si puede, la población joven para residir, ni en localización, ni en características urbanísticas y residenciales ni en dotación de servicios. Esto explica su fuerte pérdida de población en la década inicial del siglo, de 1.519 a 1.162 habitantes.
La respuesta al declive continuado sólo puede venir desde la ordenación del territorio y la reasignación de usos y, sobre todo, desde la rehabilitación o sustitución de un parque inmobiliario fuera de época y de modelo económico. Desde la articulación de una ciudad coherente, entre sus diferentes componentes y actividades, que haga posible que vivir en Santa Rosa, en Rioturbio, en la Güeria de San Juan o en la villa de Mieres presente iguales expectativas que en otras partes de la región y no sea percibida como una elección residencial desventajosa respecto a otras localidades. Por ello, desde la sociedad local habrá que trabajar por cambiar el paisaje urbano, por hacer ciudad, por encontrar nuevos sectores de actividad que puedan entroncar con su especificidad histórica, pero sin limitaciones absurdas hoy. Y también por cambiar una percepción interna y externa de las condiciones de vida en el entorno de las comarcas mineras, que marcan hoy negativamente a este territorio respecto a otras áreas de la región.
Buscando la ciudad
Las güerias constituyen un fenómeno geográfico característico de las comarcas mineras centrales. Las urbanizaciones lineales del fondo de valle principal se ven complementadas y prolongadas por estas alineaciones de densidad menor, que corresponden, en general, a etapas anteriores de la actividad minera. La Güeria de San Juan prolonga el poblamiento urbano de la villa de Mieres durante varios kilómetros, desde Murias y Los Pontones hasta Santa Rosa, con la urbanización de Rioturbio como núcleo fundamental de población. Necesita la güeria darle una vuelta a su paisaje minero y dotarlo de atractivos para una población residente que tiene a disminuir con demasiada rapidez.
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