Más turismo y más que turismo
Con ocho de cada diez habitantes dedicados a los servicios, Ribadesella se enfrenta al futuro buscando pequeñas alternativas al monocultivo turístico e iniciativas que diversifiquen por dentro el sector
«¿En qué otro sitio has visto tú palacetes en primera línea de playa?». El riosellano mira Ribadesella en plano picado, desde la atalaya de la ermita de La Guía, y presume. Abajo hay una boda de pamelas y fracs que le dan la razón. Aquel hotel alojó a Alfonso XIII, en esa otra casa durmió Carlos I, por algo se llama «Princesa Letizia» el paseo marítimo... El turismo de calidad ya no es eso, pero esta villa de estuario tampoco puede renunciar a su pasado. Ni quiere. Algunos de aquellos palacetes se han amoldado al paso del tiempo transformados en hoteles y a su alrededor, y al calor que aquí siempre han desprendido los hoteles, ha crecido esta población de poco más de 3.000 habitantes que cabrían con cierta holgura en las plazas de alojamiento de su concejo. Los que a veces no cogen son todos los moradores ocasionales que llenan esto un verano cualquiera. El recuento mentiroso del Instituto Nacional de Estadística puede quedarse corto o largo en función de la época del año, restar o multiplicarse según dispongan las frecuencias que marcan, calendario en mano, la población flotante de las segundas residencias y los miles de riosellanos adoptivos.
El monocultivo de la desembocadura del Sella casi obliga a trabajar donde el ochenta por ciento de la población, más o menos: en el trinomio interconectado del comercio, la hostelería y el turismo... «Aquí se han puesto todos los huevos en la misma cesta», ilustra el alcalde, Ramón Canal, hablando «del turismo y el ladrillo. Y en el momento en que falla la construcción, la cosa se complica». Diversificar y desestacionalizar, he ahí las cuestiones; encontrar alguna manera de producir a la salida del turismo y, dentro del sector preponderante, nuevas fórmulas para que algún hotel riosellano esquive la obligación de cerrar prácticamente la mitad del año. Más turismo y más que turismo, como si fuera sencillo. La tarea de la diversificación se apellida «difícil», al decir de algún vecino, y en la versión del regidor pide «aumentar la implantación del sector industrial» y aprovechar la ampliación del polígono de Guadamía con su situación «privilegiada» «pinchando» la Autovía del Cantábrico.
«Sólo falten 246 días para vacaciones». Ante la puerta de un bar en el centro histórico de Ribadesella, junto a la iglesia de Santa María Magdalena, un cartel anima al camarero marcando la cuenta atrás hacia fin de año. Sus vacaciones no coinciden, obviamente, con las de sus clientes, pero hay aquí muchos otros comerciantes y hosteleros acostumbrados a contar las largas horas del invierno. Luis Pablo González, presidente del Club de Golf de La Rasa de Berbes y empresario hotelero, abre el Gran Hotel del Sella entre seis y siete meses al año, llega a sesenta empleados en temporada alta y ahora, casi mediada la primavera, todavía no pasa de treinta.
Funciona, sí. Ribadesella, orgullosa de haber sido pionera del turismo en el Norte, nunca ha dejado de tener tirón y el modelo resiste, «dependiendo de cómo lo enfoques», asegura González. «Si tienes que empezar de cero ahora y pedir un crédito para comprar un hotel como el nuestro, a los cuatro días sale a subasta». De ahí la exigencia de escarbar debajo el modelo turístico que ha escogido este destino distinguido «de calidad» en la clasificación del Ministerio de Industria; por eso la conveniencia de buscar otros turismos. Nadie dijo que fuese a ser fácil. La fórmula para explotar el invierno en Ribadesella se aparece, según la perspectiva pesimista del Alcalde, al menos igual de difícil que encontrar «la gallina de los huevos de oro». No está todo perdido, «se pueden hacer pequeñas cosas», concede Canal, presidente a la vez de la Fundación Ribadesella Turismo. Vender gastronomía, comercio, una media maratón por aquí, una concentración de motos allí, la promoción de las olas riosellanas como destino para surferos o la pesca en el Sella.
Aunque los salmones se batan en retirada, y para no ceder a la desesperanza, el Ayuntamiento riosellano ha editado una guía para pescadores y acompañantes que complementa la información deportiva para el aficionado con propuestas culturales, turísticas o gastronómicas enfocadas a la compañía. Es un ejemplo. O el aprovechamiento de la riqueza fluvial del Sella de otro modo, porque el turismo activo en canoa no tiene aquí la pujanza que le ha dado Arriondas, pero sí «cuatro o cinco empresas», interviene Luis Pablo González, que rentabilizan las cualidades de Ribadesella como meta del Descenso Internacional del Sella. O el golf, o exprimir la navegabilidad del río para hacer excursiones hasta los Campos de Ova, o muy especialmente vender mejor la potencialidad para el turismo cultural de la cueva de Tito Bustillo si finalmente tiene museo en 2011... Alejandro Criado, presidente de la asociación Amigos de Ribadesella, se adelanta a la ilusión de que no sea aquél «un museo más de los muchos que funcionan en Asturias» y José Ramón Avín, presidente del colectivo de jubilados «Los Más Grandes», barre para el sector «desatendido» de los mayores. Sus vacaciones fuera de temporada, justifica, «están generando una riqueza que no se valora» y Ribadesella vive al margen. «Puede ser una alternativa de futuro», concede González, pero para rentabilizar esos viajes baratos habría que adaptar el modelo de calidad que siempre ha blasonado la apuesta turística riosellana. «Crear una infraestructura adecuada», concreta. «Yo no puedo hacer un hotel para vender la pensión completa a veinte euros ni dedicar al Imserso un establecimiento de treinta habitaciones».
El laberinto del aparcamiento y la incipiente oferta industrial
Hay también voces, no obstante, que se levantan contra las bases mismas del modelo turístico riosellano. Toni Silva, último presidente de la patronal local Fomento y Turismo de Ribadesella (Foturi), ya no ve con tanta nitidez aquella imagen de su villa «como destino de calidad» y echa en falta «una infraestructura humana, un equipo que comprenda que el turismo es una cosa muy seria y unos órganos de gestión que recuperasen el contacto con el empresario». Hay «recursos muertos», como los murales de cerámica que repasan la historia de Ribadesella con los trazos de Antonio Mingote en el paseo de la Grúa. Silva, guionista de aquel proyecto, aparece caricaturizado por el dibujante en uno de los paneles y asegura que están poco anunciados y que pasa algo similar con otros potenciales atractivos, como los accesos deteriorados a la playa de Arra, en la parroquia de Collera, o «nuestro tesoro jurásico» o la senda costera que sigue «sin hacer».
Pero es que además de turismo por aquí siempre hay turismos dando vueltas. Del paisaje urbano de Ribadesella ya forma parte el coche que se marea buscando un hueco para aparcar. No hay. «Dan veinte vueltas y se escapan con su dinero», acepta el Alcalde. Ha buscado sitios y se ha encontrado cercado por «la ley de Costas, el Plan de Ordenación del Litoral Asturiano (POLA), Patrimonio, la Confederación Hidrográfica, Fomento, Feve...». El intento de enfrentarse al problema ha recorrido la villa, por dentro y por fuera, buscando posibles ubicaciones y ha pasado por la dársena del Tocote, la zona de la rula, la antigua fábrica de conservas Albo o el Cobayu, antes de la gran rotonda que da entrada a la villa y acceso al puente sobre la ría. Hasta sobrevive un proyecto de «aparcamientos disuasorios» a las afueras del casco urbano con transportes a un euro hasta el centro en trenes de Feve o tranvías de hidrógeno, repasa Canal. Nada concreto para salvar el «gran hándicap» que en su metáfora golfística aprecia el empresariado turístico de aquí por la boca de Luis Pablo González. Cada cual tiene aquí su alternativa, José Ramón Avín la rula por «viable y barato», González una antigua cetárea justo antes de la gran rotonda... Pero el problema, como el del puente maltrecho que aguarda un cambio urgente y retrasado, permanece ahí.
Igual que el monocultivo turístico. Las fábricas de conservas, cuenta la memoria, llegaron a seis o siete con «cincuenta o sesenta trabajadores cada una», rememora Luis Pablo González, de familia conservera. No queda ninguna. Ahora, al frente de los empleos manda sobre todo algún hotel, tal vez una empresa de carpintería metálica y el Ayuntamiento. A la pesca le quedan nueve lanchas pequeñas y no más de treinta empleos y «la agricultura va en picado» en el juicio de José Ramón Avín. «Para mantener una granja avícola o una pequeña industria láctea, por ejemplo, hay que poner dinero». El Ayuntamiento cuelga el futuro del propósito de «incrementar la implantación industrial» utilizando la segunda fase del polígono de Guadamía -el plan urbano tiene previstas la tercera y la cuarta-, y su condición del parque empresarial «mejor situado de Asturias» al decir del Alcalde, «pinchado» como está en la autovía y «a medio camino entre Oviedo y Santander». Será dentro de algún tiempo, porque a corto plazo, es el turismo, vaticina González, «lo que Ribadesella tiene para vivir».
Más yates que barcos de pesca
«En Ribadesella los yates ya superan a los barcos de pesca. ¿Quién nos lo iba a decir?». La pregunta de José Luis Cuervo, patrón mayor de la Cofradía de Pescadores, observa desde otro lado la inclinación de la villa a fiarse de las vacaciones para ir aplastando otras formas de vida. Las nueve «lanchinas» que quedan en Ribadesella dan que hacer a aproximadamente tres decenas de personas en la mar y a dos empleados en la rula. «Llegamos a ser 150 y sólo en mi lancha íbamos nueve», recuerda el patrón mayor, doliéndose de este apreciable descenso achacable en parte, al decir de Cuervo, a la ordenación de la pesca, que castiga con menos misericordia «a la gente de bajura, a los barcos pequeños». Son las leyes, a su juicio, «que no van con la realidad», el sistema de vedas y cupos y el final de la libertad para capturar «la especie que hubiera. Hay xarda y no dejan que se pesque... Tiene que haber algún sistema, es cierto, pero que funcione como debe, porque éste no funciona».
Los pescadores riosellanos conocen bien la riqueza de la vida de El Cachucho, una montaña submarina que frente a la costa de Ribadesella, unas 36 millas mar adentro, es la primera área protegida de España bajo las aguas del mar. La veda que trajo consigo la declaración del «parque natural submarino» promete ser «positiva». «Los marineros somos los más concienciados de la exigencia de no depredar la mar», asegura José Luis Cuervo acudiendo a la sabiduría popular: «Donde se quita y no se pon, se descompón». Y la regeneración de ese «caladero natural» muy explotado que ha sido siempre El Cachucho promete favorecer, a su juicio, a todo el Cantábrico.
El Mirador
_ El puente
El puente sobre la ría de Ribadesella se ha vuelto inseguro, al menos tanto como el proyecto de cambiarlo por otro. El nuevo, con aceras más amplias y carril bici, necesitará al menos dos años de trámite medioambiental, por lo que el equipo de gobierno ha propuesto aprovechar los pilares del actual para colocar el nuevo tablero sobre ellos, pero necesita consenso político y «un gran pacto de no agresión entre los grupos», dice el Alcalde.
_ El saneamiento
En conexión directa con el aprovechamiento de la cueva de Tito Bustillo, Ribadesella acometerá el saneamiento del río San Miguel, el que atraviesa la caverna y, según el Alcalde, «la charca que recogía las aguas negras de toda la cuenca».
_ Una residencia
José Ramón Avín, presidente de la asociación de jubilados, reclama un centro para mayores y señala la conveniencia de Ribadesella como ubicación para una residencia de la tercera edad.
_ Los localismos
Los municipios del Oriente superan el 50 por ciento de las plazas de alojamiento de la región y aquí no se ve más salida que aparcar la perspectiva localista y la «promoción turística conjunta» en la creencia de que el beneficio de uno gana para todos. «Hay que mirar a lo bueno que se hace en Llanes», apunta Luis Pablo González. «Lastres es un destino que ofrezco mucho en mis hoteles».
_ Tito Bustillo
La cueva debe ser el eje de Ribadesella como destino de turismo cultural, apunta Alejandro Criado, presidente de Amigos de Ribadesella, con la ayuda del museo, de apertura prevista para 2011.
_ Guadamía
La alternativa de la diversificación por la industria pasa por el polígono, que tiene su segunda fase en proceso, y por la capacidad de su ubicación, junto a la autovía y a medio camino entre Oviedo y Santander, para atraer empresas.
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