El peque帽o de la casa rem贸 muy lejos
Rub茅n 脕lvarez-Pedrosa, forjado en el hist贸rico Club Remeros del Nal贸n, lleva por el mundo el nombre de su pueblo, en el que representa a una generaci贸n que emigra para triunfar
Horas y horas ha pasado Luisa María Pérez a orillas del Nalón. No lo lamenta, sino que le llena de orgullo. Porque el tiempo que ha empleado con los jóvenes remeros de Soto del Barco, incluidos sus tres hijos, mereció y sigue mereciendo la pena. «Qué duda cabe de ello», afirma la presidenta del Club Remeros del Nalón. Esta entidad está orgullosa de los suyos, de todos los que compiten y de los que, además, logran su recompensa en los campeonatos. Y de esto último saben mucho en Soto, un pueblo que se ha hecho famoso por todo el mundo gracias al remo, que empezó a dar triunfos en la década de los 50 del siglo pasado y así sigue hoy en día con su principal exponente: Rubén Álvarez-Pedrosa.
Con 21 años, Rubén es el pequeño de los tres hijos de Luisa María Pérez. El primer contacto con el río lo tuvo por culpa del empecinamiento de su madre en que sus dos hermanos mayores remasen en el club local. «Con 8 años yo iba con ellos al río a verles entrenar y cuando pude, también me puse a ello». Así que el pequeño de la familia remó y remó y llegó muy lejos. Por poner algunos ejemplos de sus logros: campeón de España en todas las categorías e internacional desde los 16 años; campeón del mundo sub-23 en cuatro sin peso ligero en 2008 y bronce en 2009; séptimo en el Mundial de remo absoluto y sexto en el Europeo.
Rubén Álvarez-Pedrosa es el heredero de una tradición que iniciaron en el concejo a mediados del siglo XX los llamados «mineros del agua». El Nalón era por entonces fuente de riqueza y de trabajo en toda la comarca. Y muchos jóvenes, por no decir todos, se ganaban el pan a diario extrayendo del río la angula y el carbón que el agua arrastraba desde los lavaderos de las cuencas mineras. Rondaban la veintena y resultó que aquellos brazos musculosos, trabajados a fuerza de extraer del río las piñeras cargadas de mineral, sirvieron también para remar y ganar importantes competiciones por toda España, como tres campeonatos Falanges del Mar y una Copa del Generalísimo.
La llegada de Ensidesa a Avilés sacó a los sotobarquenses del río y los metió en la fábrica. Así lo contaba el ya fallecido -pero inolvidable para los feligreses- sacerdote Jesús García Suárez, una de las personas que más empeño puso en que las nuevas generaciones se labrasen su futuro lejos de las duras condiciones que imponían las riberas del Nalón. Nadie en Soto olvida aquella época.
Hoy en día, allá donde compite Rubén Álvarez hay gente que le habla de los viejos deportistas. Nada tiene que ver su trayectoria con la de los antiguos Remeros del Nalón. Su generación no ha tenido que buscarse la vida apenas alcanzada la pubertad y ha crecido rodeada de comodidades impensables en épocas pasadas. Aún así en los recuerdos del joven campeón también hay episodios difíciles, como los entrenamientos bajo el puente de Muros, con una caseta de madera que hacía las veces de vestuarios y de hangar, donde el fango llegaba hasta la rodilla.
«Era duro y difícil, las instalaciones eran lo que eran... Pero lo pasábamos muy bien», asegura. Sin agua caliente, es fácil imaginar la dureza de los entrenamientos en las tardes de invierno a orillas del Nalón. Eso forma ahora parte del pasado, gracias a unas nuevas instalaciones en La Arena.
Rubén Álvarez-Pedrosa no olvida sus primeras tardes en la ribera del Nalón, después de salir de la escuela, el Colegio Público Gloria Rodríguez, por el que han pasado todos su amigos y compañeros en el pueblo. Mientras el resto se iba a merendar o a jugar, él se iba para la orilla del río a ver a sus hermanos entrenar y, más tarde, hacerlo él mismo.
Luego llegó la hora de trasladarse a Pravia, a cursar la Secundaria. Pero el río ahí siguió. Y llegaron los primeros triunfos y satisfacciones. Sus amigos han seguido adelante con los estudios; él ha tenido que dejarlos, de momento, aparcados. «Es duro y requiere mucha fuerza de voluntad compaginar una cosa y otra», explica con cierta tristeza, consciente de que no puede, ni quiere, olvidarse de los libros. De pequeño, mientras sus amigos se iban al parque a jugar después de la escuela, él se iba al río a remar. Ahora, mientras sus amigos disfrutan estos días del verano de fiesta en fiesta («el Xiringüelu, Santa Ana, Santiago...», enumera), él está concentrado con la selección nacional en Sierra Nevada (Granada) para preparar el Campeonato de Europa -en Portugal a principios de septiembre- y cumple unas jornadas maratonianas que comienzan a las siete de la mañana y concluyen unas 14 horas después tras sudar mucho la camiseta. «Esto es duro, requiere mucho sacrificio. Pero yo estoy aquí porque quiero», sentencia el joven.
¿Difícil triunfar desde Soto? Rubén Álvarez-Pedrosa es consciente de que en algún momento hay que abandonar el pueblo, sea en el deporte o con cualquier otra actividad, si se quiere llegar hasta el final. «Soto es un sitio con todo cerca, pero los jóvenes tenemos que irnos si queremos hacer algo. Está claro que en Oviedo, por ejemplo, hay bastantes más oportunidades. Pero si te sacrificas y luchas, tienes tu recompensa».
La selección lo lleva cada vez más lejos de su pueblo: suele estar 15 días fuera y 10 en casa; en verano, acude a Soto mucho menos. «La última vez estuve 42 días fuera». Pero cuando la selección no lo llama, el club sotobarquense es su casa y el Nalón, su lugar de entrenamiento. «La ría es el mejor sitio para entrenar. Hay que tener en cuenta que en invierno es necesario remar muchos kilómetros de seguido y eso te lo permite el Nalón. Por ejemplo, en el pantano de Trasona a cada kilómetro hay que dar la vuelta», aclara.
A orgulloso de Soto y del club en el que ha crecido no hay quien lo gane. «Hay gente que está remando muy bien, como Pablo, que quedó octavo en el Campeonato de España y eso es siempre un aliciente para todos», recalca el joven deportista, quien no quiere olvidar a su entrenador de siempre, el avilesino Luis Miguel, quien acaba de quedar segundo en el Campeonato de Europa de veteranos. Y el orgullo que siente por su tierra y los suyos, es recíproco.
En el horizonte hay varias citas deportivas con posibles recompensas: el citado Campeonato europeo; los Mundiales, en noviembre, en Nueva Zelanda; las clasificaciones preolímpicas, y las Olimpiadas. Londres 2012 aparece en los sueños del joven deportista. «Podemos llegar, tenemos posibilidades», afirma con seguridad. Habrá que esperar a que Rubén Álvarez-Pedrosa dé a Soto del Barco el primer deportista olímpico de su historia. Otro acontecimiento en la vida del concejo en el que tiene que ver, cómo no, el río Nalón.
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