Todavía hoy Salinas (Pm, Ct), Salines (Go), Salías (Cs), recuer dan antiguas zonas salinas, valga la redundancia, esto es, lugares de explotación de sal ya conocidos de antiguo entre nosotros en la referencia a las “officinis salinarium” (DCO p. 62 a. 905 c. XII).
Tanto el apelativo como los topónimos proce den del latín SAL¯INAS ‘salinas’ (EM) (DCECH s.v. sal). Posiblemente la obtención de la sal debió de hacerse por el sistema de la evaporación y acaso los topónimos que preceden sean su recuerdo.
Pero también en nuestra tierra pudo haberse utilizado para la obtención de la sal el procedimiento de calentar grandes calderas mediante hornos (125 p. 212). Quizá las referencias documentales a los “solares de tueruas” (DCO a. 1058 p. 190) y a los “discurrentibus antiquis solares ad toruas” (SV a. 1148, p. 372), aludan a ese tipo instalaciones acaso recordadas en los topónimos próximos a la mar y ya citados como La Tuerba (Vv), Tuerbes (Go), etc. siempre a orillas del mar107 que consideramos relacionados con tolva (p. 232) y cuyo vocalismo acaso haya sufrido el influjo de ast. *truebu —> truébanu ‘colmena’ que veremos más abajo.
Otras referencias a la sal pueden dárnoslas topónimos como La Pousa’l Sal que Juan Uría (125 p. 236) interpreta como lugar donde se descargaba la sal en el camino aunque, en la tradición oral se considera que era sitio donde se depositaba sal para consumo de las ovejas. Esta tradición, ahora referente a las vacas, pervive también en la toponimia menor tebergana en una parte alta de la braña los Fuexos llamada Las Saleras.