Son más numerosos los lugares que se remontan al latín novalem que aparecía en construcciones del tipo NOVALEM (TERRAM) y NOVALE (SOLUM) (EM) y designaba el terre no roturado por primera vez, el barbecho y también la tierra yerma o nueva en una clase de cultivo (42 p. 509). Aunque pueden darse confusiones con los nabales ‘plantaciones de nabos’ (p. 127) o con un derivado de nava (p. 125), es posible que alguno de nuestros topónimos se explique por la actual palabra noval, que además de aplicarse a la tierra que acaba de desmontarse aludía a las viñas recién plantadas (27 p. 311):
La Nual (Sr), La Noval (Cñ, Cd), Noval (Lla, Pr), Novales (Uv), Las Novales (Gr) , Ñovales (Vv), Ñoales (Vv).
Es posible que Novalín (Si) tenga que interpretarse como un diminutivo por más que hoy perviva como apellido.