Lo mismo ocurre en Arganza (Ti)40, Argancinas (An), Arganzúa (An)41, pero ahora habría que partir inicialmente de un elemento indoeuropeo ARG- ‘brillante’, presente en el céltico ARGANTO ‘plata’, ‘brillante’ (TLG), acaso responsable de la ciudad de Argenteola citada por Ptolomeo y que estaba en la vía meridional entre Asturica y Petavonium (426 p. 125). Son topónimos de posible origen hidronímico (261 p. 31; 392 p. 70) que podrían extenderse desde Galicia al País Vasco (cf. 390 p. 120).
Ese mismo elemento podría verse, quizá, en Argandenes (Pi), documentado epigráficamente entre los Luggones, y en otros como L’Argandona, nombre que hoy pervive en una calle de Xixón42.
Quizá la misma raíz la encontremos en Argandi, un arroyo de Cabrales cuya -i puede tener un origen en -A (460 p. 120). Acaso también en Argame (Mo), que aparece como “Uilla Argamen” (DCO p. 138, a.1012; p. 167, a. 1045, c. XIII). Al ser un lugar de Morcín junto al río Caudal podríamos sospechar que se trata simplemente de un nombre antiguo del río pero no ha de olvidarse que arga- presenta un primer elemento que coincide en la expresión con la del apelativo argaxu ‘piedra menuda que cae del monte o que se encuentra bajo el tepe de los prados’ (408 p. 261). El segundo elemento -AMINE podría ser una expresión identificable en los abundativos o simplemente caracterizadores que vemos en “Sayame” (Oseya), Bergame (Cn), y acaso Guyame (Lla), Fiame (Go), La Pelame (Bu), etc.