Tanto la documentación como la toponimia nos llevan a considerar que en asturiano medieval se empleó “huerdo”, así en 1258 (349 p. 114), como palabra con el significado de cebada; pero de hecho ya en documento del siglo X se aludía a un “quarterio de ordio” (SV p. 61, a. 982).
Su origen estaría en el latín HORDEUM ‘cebada’ (EM), con una pronunciación trisílaba (145 p. 86, ahora 349 p. 114) que explicaría la tardía aparición de la yod y la no palatalización del grupo -RDJ- como podrían manifestar Güerdies (Cb), acaso un plural formado sobre el neutro HORDEA; el mismo comportamiento fónico lo vemos en los resultados actuales abundativos Ordial (Cn, Ti, Vd), Ordiales (Pi, Si, Sr, Sm, Cn) (175 p. 11) que habrán sido, sin duda, otros tantos posibles ‘cebadales’.
Ha de partirse de ordial para justificar también el doblemente abundativo L’Ordaliegu (Llv), L’Ordialiigu (Mi), Las Ordaliegas (Ay) con que debió de aludirse a terrenos abundantes en cebada.
El parecido con la cebada se nos recuerda hoy con una palabra, ordaliega, con que en Mieres todavía designan un tipo de castaña, quizá debido a su forma o quizá a su procedencia de L’Ordaliigu.
Pero si bien es cierto que los topónimos citados muestran todos una propensión a mantener una realizacion sin palatalizar la -D- también es verdad que se dio la tendencia contraria como manifiesta el seguidor de HORDEOLUM + SUF. —> arzolín ‘orzuelo’, y el topónimo tapiego Orxales que consideramos igualmente derivado del término latino, al mismo tiempo que equivalente a los Ordiales anteriormente vistos.
Es posible que Ordieres (Na) sea una simple adaptación de ordiales o bien del femenino del adjetivo latino HORDEARIUS, A, UM ‘de cebada’ (OLD). De este adjetivo se formaría, probablemente, Orderias (Sm, Ti), sin palatalización.