El lat. CORUSCUS, A, UM ‘brillante’ (EM), término que pervive en el participio débil de CORUSCARE ‘brillar’ (EM) es el responsable, como se advirtió ya (p. 79), de los topónimos asturianos del tipo: Coriscáu (Sl), El Coriscáu (Xx), La Coriscada (Cn)18, A Coriscada (Vn); también de lo que parece continuador del participio fuerte El Corisco (Cs), voz esta que pervive en el port. corisco, etc.
Se ha propuesto que del latín tardío *CORUGIAM se forme el asturiano curuxa, curuxu, expresiones con que se designan varias aves nocturnas como el búho y la lechuza (297 p. 52). Pero acaso convenga proponer que se trata de un derivado de *CORUSCEAM formado sobre el adj. lat. citado CORUSCUS, A, UM ‘brillante’ (EM). Quizá, entonces, el nombre de coruxa aplicado a la lechuza vendría motivado no por su condición de ave nocturna, frente a su sinónimo NOCTUAM —> niétoba, sino por su característica mirada luminosa y penetrante que siempre llamó poderosamente la atención de los hablantes. El único problema que encuentro para partir de *CORUSCEAM es la grafía medieval con palatal sonora para lo que tendría que ser una sorda19 si está originada por -SKJ-. Pero acaso en su etimología haya influido el apelativo uxu ‘ave nocturna’, ‘ave con la que se amedrenta a los niños’, término que, a su vez, puede estar originado por lo que parece voz onomatopéyica para ahuyentar ¡ux!, ¡ux!
Como nombre de lugar, salvo Las Curuxas (Sd, Ct, Gr), Curuxes (Mi), La Cu ru xona (Si), lo normal es que aparezca en colectivos, sin duda alusivos a lugares frecuentados por estas aves:
Curuxeo (Go, Av, Si), Curuxéu (Pi), El Curuxéu (Lr), El Curuxíu (Vv), La Curuxera (Llv), etc.
Un caso similar a este último nos lo ofrece Coru xeri (Cg) pero hemos de admitir que se produjo el conocido doble cierre de la -a > -e > -i, en el sufijo colectivo -ARIAM.