Las rúas del Avilés más primitivo mudan en los barrios residenciales de San Cristóbal, donde los peregrinos, aún aletargados, se encaminan a Piedrasblancas por la ruta oficial, recorrido que asciende más adelante por la sierra del Cordel, rematada por una planicie que traslada a la parroquia de Santiagu'l Monte, sumida en el ruido de los aviones que emergen del monte Anzo. El Concejo de Sotu'l Barcu reemplaza al de Castrillón al inicio de la travesía del monte La Granda, de tierras arenosas colonizadas por el eucalipto que parecen congelar los conceptos del espacio y del tiempo antes de llegar a El Castiellu, donde los más antiguos embarcaban para enfrentarse a las traidoras corrientes del río Nalón, vado ineludible para conquistar la plaza de Muros de Nalón, el pequeño pueblo del viejo mundo, como lo definió Walter Starkie. Esta etapa acaba en Soto de Luiña, donde se encuentra el siguiente alojamiento público. No obstante, muchos peregrinos deciden hacer noche en Muros de Nalón (donde existen no existen albergues públicos pero sí tres alojamientos privados para peregrinos, que permanecen cerrados en invierno) porque la etapa hasta Soto de Luiña es muy larga (38 km).
Etapa 6
En la débil aurora marchamos los peregrinos del albergue avilesino, cruzando la avenida de Cervantes con la tenue luz de las luminarias. Ponemos pie en la peatonal calle Rivero, antigua rúa barroca de artesanos con sus característicos soportales que fue declarada Conjunto Histórico Artístico junto al resto del casco antiguo. El tramo adoquinado da paso al de baldosas, mientras pasamos junto al parque de Ferrera y la fuente de los Caños de Rivero. A su altura se ubicaba el hospital de peregrinos, que tuvo capilla e incluso un cementerio propio y que fue derruido en 1948. Contigua a la fuente se alza la modesta capilla del Cristo. El itinerario urbano nos lleva hasta la plaza de España, solar del Ayuntamiento. El Camino de Santiago prosigue a la derecha de la casa consistorial por la calle de la Ferrería, el pasaje más transitado que hubo en la ciudad amurallada, pasa junto al palacio de Valdecarzana, que fue la vivienda de un acaudalado mercader, y deja la calle medieval junto a la iglesia de los Padres Franciscanos.
Atentos porque confluimos entonces en la plaza Pedro Menéndez y el parque del Muelle, pero no nos adentramos de frente aún, será mejor que doblemos a mano izquierda por la calle La Muralla, pegados unos metros al palacio de Camposagrado. Aquí se situaba el Puente Viejo sobre el río Tuluergo, que ganaban los viajeros para conectar con el barrio de pescadores de Sabugo. Nos trasladamos ahora hasta el otro extremo de la plaza; en el lateral izquierdo nace la peatonal calle La Estación, cuya entrada carecía de azulejo del Camino de Santiago. Por ese motivo, algún trabajador de los servicios de limpieza se convertía muchas mañanas en lazarillo de peregrinos, desorientados ante la carencia de señalización. Hasta que uno no se calza las botas no es consciente del trastorno que causa la pérdida de un solo indicador. Por la misma calle de la Estación torcemos a la izquierda en la segunda bocacalle, ante la portada de la iglesia vieja de Sabugo, cuya primera construcción se remonta al siglo XIII. Junto al templo, cruzamos la plaza del Carbayo y salimos a la derecha por Marcos del Torniello, conectando así con la avenida de Alemania, que nos paseará largo y tendido por la parroquia avilesina de San Cristóbal. Una rampa cuya dureza cobra todavía más entidad con la musculatura aún rígida, al rayar el día, asciende a Valdredo, donde los últimos bloques de viviendas van cediendo terreno ante los unifamiliares de capricho de La Sablera, donde alcanzamos la meseta que nos lleva por La Cabianca al “barrio más guapín”, galardón concedido en 1996 a Campo del Conde.
Junto al bar-restaurante A Fuego Lento, se sigue a la izquierda y seguimos de frente 200 metros, hasta llegar al siguiente cruce. Unas flechas amarillas dirigen a mano derecha por el trazado oficial, en la calle Peñasanta ,en este tramo sin construcciones. Prosiguiendo unos 300 metros. antes de llegar a una urbanización (Coto Carcedo), tomamos un pequeño camino a la izquierda donde encontramos un mojón y señalización, adentrándonos en el inicio del Camino a su paso por el Concejo de Castrillón que se dirige a Piedrasblancas. Este camino antiguo, por donde iba Jovellanos en 1792, discurre a lo largo de un valle por medio de un bosque y praderas creando una bóveda o túnel con sus árboles. Siguiendo el mismo y con algunas zonas con barro, pero transitable, y entre el sonido de los pájaros y el silencio, se llega hasta el Arroyo de La Plata , donde pocos metros después a la izquierda, se encuentra una Fuente-Lavadero, recuperada del olvido por los vecinos del pueblo de La Plata en 2018, con más de 125 años de antiguedad de piedra labrada y manantial perpetuo durante todo el año. Ya después de dejar este camino de herradura y carro, nos incorporamos por una pequeña pendiente a la carretera, con señalización de mojones del Principado en La Plata y en un cruce CT-3 que va a al iglesia de la parroquia de Samiguel de Quiloñu, con bastantes flechas amarillas.
En este pueblo, La Plata, también existe un punto de información al peregrino (639 35 83 31 / 606 17 44 60, de la Asociación Amigos del Camino de Castrillón), con credenciales y sello oficial además de un restaurante Los Fogones de Dani. Hay tramitada por el Principado de Asturias la habilitación de una senda peatonal (Senda de La Plata) que evite circular por un tramo de carretera que presenta un arcén escaso. Justo el monte que tenemos a nuestra derecha de castaños y eucaliptos está el Castro de l'Armada, con más de 2.000 años escondido entre la maleza y que dicen oculta grandes hallazgos. La Iglesia-Monasterio de Samiguel de Quiloñu es del siglo IX, desviándonos por la CT-3 unos 400 metos, es un referente en el Camino, pues posee una lápida de aquella época en uno de sus muros donde se menciona a Sanctis Jacobis.
Proseguimos por el Camino siempre de frente por la AS-320, pasando por debajo de un túnel , en la zona de El Ventorrillu (Venta antigua), que cruza el río Candaliega, para unirse al río Raíces, donde se encuentra el siguiente mojón, en una senda que cruza a unos 200 metros para luego proseguir hasta La Barrera y llegar a Piedrasblancas. En Piedras Blancas localizaremos todos los servicios, porque hasta Sotu'l Barcu, en el kilómetro 19,5 de la etapa, no encontraremos más. Ya en Piedrasblancas el recorrido se dirige pasando por el lateral derecho del Ayuntamiento y después de pasarlo dirigirse a la derecha entrando seguidamente en Villar, con otro mojón señalizado. La carretera rural progresa sin pérdida, pasando por Villar, El Muru. A la par que la pendiente se agudiza, la vista sobre la capital de Castrillón es cada vez más dominante, mientras nos encaramamos al barrio de La Cruz, en una planicie sobre una cota de 100 metros, en el arranque de la sierra del Cordel, ruta del Camino Real de Castrillón. Un kilómetro más adelante, el siguiente barrio tiene igual apelativo que la sierra: El Cordel, y llega tras un tramo de tierra que lleva al caminante hacia Santiagu'l Monte en la quinta de La Lloba. De nuevo nos acompaña un tramo de asfalto al lado de Viveros La Lloba. Posteriormente ascendemos unos pocos metros para enlazar con un camino de tierra, el denso bosque de roble y eucalipto conduce en medio kilómetro al río La Ferrería, con un puente de piedra. Cubrimos los 300 metros que nos separan del barrio de La Ventaniella, diminutivo de venta o posada. A cien metros vemos la capilla de Nuestra Señora de los Remedios, para girar a mano izquierda y salir a la CT-1, que cruzamos para seguir de frente hacia los barrios de La Casona, La Banda y Las Bergañas. En la intersección se encuentra justo en una curva cerrada de escasa visibilidad. Podremos ver algún avión despegando, en este caso emergiendo del monte Anzo, cercano al Aeropuerto de Asturias. A la vera del lavadero de La Casona, llegaremos momentos después por el lugar de La Banda a la iglesia que da nombre a la parroquia, en cuyos aledaños vive un colosal roble centenario o carballo.
Tras el roble, continúa junto al camposanto el Camino Real de Castrillón, que sube dejando a mano derecha Las Bergañas y desemboca en la N-643 (El Cotu Carcéu-Aeropuerto de Asturias), que cruzamos de frente también con ¡sumo cuidado!, ya que los automóviles bajan veloces desde la derecha. Entramos en la antigua AS-318 en dirección a Ranón y a L'Arena, que recorreremos durante casi kilómetro y medio. A medio camino, nos distraeremos dando vistas al valle, atravesado por un viaducto, dejando a un lado el desvío a La Cabaña y pasando bajo la A-81, un ramal de la autovía del Cantábrico que conecta con el aeropuerto. Tras dejar atrás el desvío a Panizales, en una curva a derecha, nos liberamos de la carretera por el arcén izquierdo, saliendo a un camino de tierra.
Hemos cambiado de concejo dando paso al de Sotu'l Barcu y comenzamos aquí un recorrido por el monte La Granda que nos mantendrá ocupados cerca de tres cuartos de hora.
Todos los montes de la franja costera están colonizados por grandes poblaciones de eucalipto (Eucalyptus globulus), especie de origen australiano que siempre habíamos asociado con los koalas, aunque desgraciadamente no sea así en España y no podamos verlos trepar cual ardillas. Este árbol, de rápido desarrollo y por ello muy utilizado para obtener, sobre todo, pasta de papel, puede alcanzar los 70 metros de altura y su tronco los dos metros de diámetro, aunque apenas luce copa y por ello aporta poca sombra, que se echa de menos en las peregrinaciones masivas de la temporada estival. Una serie de cruces y alguna zona removida por las labores forestales, propensa a inundarse, nos prepara para el descenso que nos lleva a perder más de 150 metros de altura. Una pista pavimentada nos recibe al entrar en La Florida, a mano de la escuela de 1860 y unos metros más abajo aprovechamos un puente, cuya calzada está cubierta por un manto de hierba, para franquear el arroyo Caseras. Cruzamos así la SB-3 para entrar en El Castillu, que nos hace pagar portazgo en forma de rampa, superada más fácilmente gracias a la baranda de madera. A los ciclistas les merece la pena subir también aunque tengan que empujar la bici unos metros, aunque podrían seguir la SB-3 a mano izquierda directamente hasta Sotu, atajo que no recomendamos. Al inicio de la calle del Peregrino, nos guía un azulejo del Camino rematado por debajo con la inscripción “El Castillu-Sotu”, un diseño que bien podrían importar más poblaciones, ubicando al viajero en el universo asturiano de aldeas y caserías.
Paramos gustosamente en un grato mirador con vistas al río Nalón, otro río de alcurnia santiaguista que cruzan los peregrinos en el Camino de San Salvador y más tarde en el Primitivo, y que aún aguardará unos minutos más bajo el puente de La Portilla para despedirnos como se merece. Al fondo, en las cotas más altas, dueño de una situación privilegiada, se asienta Somáu, donde podemos atisbar el chapitel de la indiana Casa Amarilla. En el plano más cercano destaca la península amurallada donde se alza el castillo de San Martín, adquirido por la familia Fierro en 1919 y restaurado en la década de los noventa. A orillas del río, bajo la fortaleza defensiva levantada por la monarquía asturiana en la Alta Edad Media, vemos el rústico embarcadero, donde a bordo de un bote o chalana cruzaban los peregrinos hasta El Fornu, otro pequeño espigón presente al otro lado del estuario. Vamos dejando El Castillu por la calle de La Quintana y Los Carbayinos para salir de nuevo a la SB- 3, ganando enseguida Sotu'l Barcu. Prestad atención, porque algunas flechas aún animan a bajar por la N-632, pero el trazado oficial visita primero Sotu y descenderá después por la antigua carretera.
Tras la rotonda de acceso nuestro Camino toma la calle de la Magdalena, donde al igual que en Avilés todavía figuran unos paneles informativos de la etapa Avilés-Soto de Luiña que reflejan una distancia de 32,5 kilómetros, cuando la realidad es que sobrepasa los 40. Bien harían en quitarlos para evitar malentendidos y falsas esperanzas. A un lado vemos el palacio de La Magdalena, edificado en el XVIII, y actualmente hotel de cuatro estrellas. Jalonados por unifamiliares de nueva construcción, en contraste con las viviendas más antiguas de la aldea, el rodeo por la antigua carretera se estira en demasía, echando sobre 20 minutos en bajar a la N-632 para cruzar el puente de La Portilla. A unos metros de la entrada, hay un monolito conmemorativo en la fosa de la Cantera del Puente.
Levantado en 1883 y derruido durante la Guerra Civil, fue reconstruido después, y nos permitirá cruzar las aguas, un hecho insustancial que damos por sentado y que muchos hubieran soñado antes, cuando salían a las traicioneras corrientes desde unos embarcaderos de frágil andamiaje que crujirían con los envites de las riadas, cimbreándose de un lado para otro. Un paso peatonal muy estrecho entre el quitamiedos y la barandilla del puente conduce en algo más de 400 metros a la otra orilla, que pertenece al Concejo de Muros de Nalón. Ascendemos por el arcén de la carretera nacional, dejando a mano derecha el desvío a San Esteban (localidad con todos los servicios, con el albergue turístico Bocamar ubicado a menos de 2 kilómetros, cuyo propietario viene a recoger al peregrino si le llaman).
Unos metros más arriba, pasado justo el punto kilométrico 116, parte del arcén izquierdo una senda con una pendiente que pondrá la puntilla a la etapa, escalando hasta las casas del barrio de Era. Aquí, junto al Camino, se emplaza el albergue turístico Casa Carmina, de momento el único que hay en la población murense. El itinerario baja de nuevo a la N-632 pero durante pocos metros, ya que hay que cruzarla con precaución y coger una senda que nace en el arcén derecho, llegando en nada al barrio de La Pumariega (supermercado junto a la N-632). A la entrada giramos a mano izquierda, cogiendo después el Camino Los Carbayones, a medio kilómetro ya de la plaza del Marqués, que cobramos por la calle Arango. El polifacético dublinés Walter Starkie, hispanista, andarín y juglar -como le describe Ian Gibson-, descansó aquí en sus viajes en coche, afirma sin rubor, a Galicia y Compostela, describiendo su llegada de esta manera : “la carretera que sube desde Pravia hasta el pequeño pueblo del viejo mundo, Muros de Nalón, que se halla encaramado en una posición pintoresca por encima del estuario del río”.