El inquieto regato que afloró en Valgrande se ha hecho adulto, transformándose en el río Lena tras recibir el aporte del Huerna y convirtiéndose después en el gran río Caudal nada más beber las aguas del Aller. Persiguiendo su cauce, que ha formado uno de los célebres valles forjados en la hulla, el Camino de San Salvador traza un corto recorrido entre los albergues de La Pola y Mieres del Camín, ahondando con pausa en cada detalle de la cuenca minera.
La comprometida carretera o el manso paseo del río Lena conducen al peregrino a Vil.layana, donde una añeja alberguería ratifica el histórico trazado, aventurándose a continuación sobre el crudo asfalto hasta Uxo, donde la vía de peregrinación se une a una romana, la de La Carisa, por la que discurrieron las cohortes del Imperio. Finalmente, en la senda fluvial del Caudal que lleva a Mieres, unos pescadores alados evocan con su plumaje los días del mineral oscuro.
Etapa 2
El albergue de peregrinos San Martín, ubicado en el solar del Hotel de Asociaciones de La Pola, lleva unos nueve años acogiendo peregrinos del Camino de San Salvador; las primeras temporadas con cuentagotas, las últimas registrando una afluencia más que notable. Hasta la primera semana de octubre de este 2016 ya habían pernoctado más de 1.000 caminantes, un 44 % más que en 2014 por las mismas fechas. El Camino de Santiago que vincula León con Oviedo/Uviéu desde la Baja Edad Media vuelve a ocupar la posición que merece, tanto por su carácter histórico como por la influencia que ha tenido en el desarrollo y auge de las peregrinaciones. La jornada de hoy, la más asequible de esta ruta, une el albergue de La Pola con el de Mieres, instalado en las viejas escuelas del barrio de La Peña, en un recorrido protagonizado por la cuenca del río Caudal.
Así, dejamos sonar el bordón en la misma Ramón y Cajal, tomando a la izquierda el tramo de escaleras que descienden la Rinconada la Fuentina (los ciclistas pueden girar en la siguiente bocacalle situada en la plaza de Santa Teresa, enlazando en la avenida de la Constitución). Tras bajar las escaleras salimos a la avenida de la Constitución y giramos a mano izquierda para entrar en la plaza de Alfonso X el Sabio, con cafés y confiterías donde degustar apaciblemente un desayuno. El escaso kilometraje motiva a tomarse el día con más calma de lo habitual. A la entrada de la plaza se eleva la iglesia de San Martín, dedicada al obispo de Tours, que primero fue soldado, y es recordado por ceder la mitad de su capa a un mendigo que temblaba de frío a las puertas de la ciudad de Amiens. Su devoción en España, anterior al culto jacobeo, permitió mantener abiertas las rutas que luego seguirían los peregrinos a Santiago. Yendo a la derecha, tomamos de nuevo la arteria que parte en dos a La Pola, la misma por la que entramos ayer y que hace valer la naturaleza viaria de la población.
Este tramo lleva el nombre de Corporaciones de Lena, y pasando al pie del teatro Vital Aza y la oficina de turismo, conecta con Hermanos Granda. Unos metros después del colegio Sagrada Familia-El Pilar, a la altura del número 45, deberemos decidir qué itinerario tomar hasta Vil.layana.
1. Por un lado tenemos el itinerario oficial jalonado por mojones, uno de los cuales ya nos anima a seguir de frente. El trayecto discurre íntegramente por la AS-242.
2. Por otro lado, las flechas amarillas indican girar a la derecha por la calle Celso Granda para pasar la rotonda e ir en dirección a la A-66, cruzando el río Lena para tomar el paseo paralelo a éste, que los vecinos conocen como “paseo del colesterol”. Evita el tráfico y no tiene pérdida, porque gira a Vil.layana antes de llegar a la gasolinera. Tan sólo son 400 metros más respecto al itinerario oficial.
Describiremos el trazado por la AS-242. Así, siempre de frente, apuramos las últimas viviendas de La Pola, que cede el terreno al barrio de La Barraca. El arcén es inexistente, no lo busquen; talleres y viviendas modestas invaden la margen derecha mientras que una ladera arbolada ocupa la izquierda. ¡Mucha precaución! Un par de puentes del ferrocarril, uno antiguo y otro moderno, salvan el barranco del arroyo de Muñón o Brañallamosa en el cruce que lleva a Riosa. Ajenos al desvío, proseguimos hasta La Vega. Los paisanos se afanan en el quehacer de sus huertas, otros limpian las cunetas; algunas vecinas regresan con bolsas tras hacer la compra en Vil.layana, el aroma del guiso que hierve escapa por la ventana… la vida transcurre a fuego lento. Vil.layana, cabeza de la parroquia homónima, aparece enseguida. Pasada La Teyera, nos aproximamos a la zona donde se apiñan los pocos bares y comercios. El camino que viene por la margen del río conecta aquí y será único hasta Oviedo/Uviéu.
Hoy pasa bien desapercibido al pie de la carretera pero el antiguo hospital de Nuestra Señora de la Alberguería, fundado en el XVI, constituía otro lugar de atenciones y reposo en el Camino a San Salvador de Oviedo/Uviéu. ¡Ojo en la curva posterior porque los coches se arriman peligrosamente a la cuneta! En este punto es mejor transitar por el arcén derecho. La carretera desciende hacia Val.lines y, a la par de una carpintería metálica, traza algunas curvas que le conducen junto a una empresa de materiales de construcción hasta Sanriella, donde se presenta el Concejo de Mieres. El que lo desee puede eludir un trecho de carretera cruzando la pasarela y avanzar por la orilla opuesta. Pasaría por Los Tableros y llegando a Sovilla regresaría a la AS-242. Más naves y talleres acompañan la asfaltada travesía; serán el único pasatiempo hasta Uxo, al que entramos nada más llegar al puente sobre el río Caudal, cauce formado tras confluir en Sovilla el río Lena con el Aller. Al lado del verde amarillo Chalé de los Geólogos, una de las casonas que Hunosa puso en venta, accedemos al paseo del río Caudal. También se puede entrar en Uxo, visitar la iglesia de Santa Eulalia, que todavía conserva algunos elementos de su pasado románico, y salir de la población por La Vega para tornar a la senda fluvial.
Nos esperan casi seis kilómetros de apacible paseo por la terraza del río, hoy de agua clara, pero un día teñido de negro a causa de los lavaderos de carbón, admirando el verde de los valles de Cuna, Cenera y Turón, sin encrucijadas ni desvíos a los que atender. Pasando un área recreativa damos en Rey Castro con el puente metálico del ferrocarril Vasco-Asturiano, de 1908, donde aporta sus aguas el río Turón. Un kilómetro más adelante nos acercamos a la estación y al puente de Santuyano, levantado en 1792 gracias al interés mostrado por Jovellanos. Inicialmente tuvo cinco arcos, aunque uno de ellos fue reemplazado para dar paso a la autovía.
Si salimos al puente, será fácil que veamos la silueta oscura de más de un cormorán extendiendo sus alas al sol o al acecho de las esquivas truchas. Regresando al paseo dejaremos a mano izquierda El Pedroso, bañado por un río Valdecuna que viene al encuentro del Caudal, y El Requexéu, a cuya altura tenemos una fuente. Solo queda caminar junto al polígono industrial Gonzalín para aproximarnos al conocido puente de La Perra, que lleva este apodo porque en él se cobraba portazgo. Junto a un vado más antiguo se encontraba la alberguería del Puente, ya citada en 1186. Cruzaremos así el río y seguidamente la autovía por un paso subterráneo. Una pasarela sobre las vías nos deja en Manuel Llaneza, una arteria comercial de más de 700 metros que recorreremos de punta a punta. Tras la primera rotonda vemos expuesta una locomotora de vapor y detrás la antigua estación del ferrocarril Vasco-Asturiano, en la línea inaugurada en 1904 para transportar el carbón desde la cuenca del Caudal al puerto de San Esteban.
Seguimos de frente, pasando junto al parque Jovellanos y al Grupo Escolar Aniceto Sela, de 1925. Poco después, en la esquina con la calle Jerónimo Ibrán, se encuentra la oficina de turismo. Al final de la calle giramos a la izquierda por Teodoro Cuesta hacia la iglesia de San Juan, a escasos metros de la plaza de San Juan, conocida popularmente como del Requexu. Está representada por la escultura homenaje al escanciador, que vierte el líquido sin cesar ante los móviles de cada turista que pasa. Hasta los años cincuenta del siglo pasado esta plazuela, copada de sidrerías y de casas luminosas con sus balconadas y galerías de cristal, acogió el mercado de ganado y la venta de grano.
Aún resta kilómetro y medio para el albergue. A la vera de la escultura proseguimos sin pérdida por la eterna calle Oñón, arrimados al polideportivo y acercándonos hasta una gasolinera para entrar en La Peña. A la par del lavadero de carbón del Batán, en funcionamiento desde 1953, y el destartalado edificio de las industrias cárnicas Los Mallos, pasamos bajo los puentes de la autovía minera AS-I y tomamos a la derecha la AS-355 en dirección a San Tiso y Llangréu. Un cartel nos indica la situación del albergue de peregrinos de Mieres, atendido por Paulino Arias y situado en las viejas escuelas de La Peña junto a la pista deportiva.