Desde lo más hondo del valle, el río Nisón muestra la vía más adecuada para superar el puerto del Palu, el Goliat del Camino Primitivo. Conforme el ascenso avanza, los caseríos desaparecen y el bosque se diluye, dejando al caminante sin más protección que el cielo justo cuando el desnivel se vuelve más exigente. La cima del puerto, donde conecta la ruta de los Hospitales, invita al descenso, raudo y áspero entre los canchales. Es en este océano de las montañas de Allande donde se mimetiza Montefurao, un arrecife de piedra y pizarra al que sigue Llago, unida a su teixu, el matusalén de los árboles. El último tramo de la etapa, bien llano, sería un mero trámite si no fuera por la fatiga, que habrá tiempo de aliviar después en Berduceo, cuyo antiguo hospital de pobres peregrinos ha esparcido sus frutos.
Etapa 5
Esta etapa reúne todos los ingredientes necesarios para encumbrarse como la reina del Camino Primitivo. Seiscientos metros de desnivel separan Pola de Allande de coronar el puerto del Palu, lo cual genera expectación y también, por qué no, cierto desasosiego, sintiéndonos David ante Goliat. Nuestro itinerario recorre sin pérdida alguna La Puela, avanzando de frente por las avenidas América y Galicia. Por esta última, coincidente con la AS-14, salimos de la capital de Allande. Pasamos de largo la gasolinera, ya remontando por la carretera el valle del río Nisón, y unos metros después del cartel de fin de población nos recibe El Mazu / El Mazu, en cuyo núcleo principal no entramos.
El nombre del lugar alude a los mazos hidráulicos propiedad del conde de Peñalba, que obtenía rentas de su alquiler. Seiscientos metros más adelante, en el paraje de Fontelvira, dejamos la carretera por el arcén izquierdo (los ciclistas deberán continuar por el asfalto) para bajar a la vega del Nisón, afluente del río Narcea, cruzando de camino el regueiro La Vachina. Vegetación y arbolado de ribera acompañan ahora el tránsito, que pasa junto a varios grupos de casas de las aldeas de El Teixu y El Culubréu / Colobredo, con varios tramos hormigonados que contrastan con el verdor reinante. Por suerte, no se prolongan en exceso y un camino encajado toma más adelante la palabra. Al borde de éste un azulejo indica el desvío opcional al albergue de peregrinos de Penaseita, situado a 200 metros de distancia, al pie de la AS-14. A unos metros del refugio, ubicado como tantos otros en las antiguas escuelas, se encuentra el bar Casa Viñas.
El Camino de Santiago sobrepasa el cruce y continúa de frente, recortando metros tímidamente al tremendo desnivel que atesora el puerto. Sobre piedra y protegidos en ocasiones bajo la arboleda predominante de castaños, robles y avellanos, avanzamos otro medio kilómetro hasta el puente del Xestu Molín, que salva el regueiro Fonfaraón. Antes de alcanzar La Reigada se interpondrá otro curso de agua más y varios canchales, que no son sino vestigios de las explotaciones auríferas que llevaron a cabo las comunidades locales y sobre todo los romanos.
En este caserío allandés vierten sus aguas al Nisón un par de arroyos: La Solana y El Reguerín. Rumbo sudoeste comienza el ascenso con mayúsculas porque aún debemos superar 400 metros de desnivel. Los tejados pronto quedan atrás, diminutos en un recodo del valle, mientras que la altura permite unas tomas casi aéreas del río, que ilumina los prados con sus brillos metálicos. A un kilómetro de La Reigada, en pleno bosque, cruzamos un par de veces el afl uente del Narcea por sendos puentes de madera. En estas cotas, raíces cubiertas de arándanos silvestres junto a madroñeras, hayas y robles cubren la vereda, que pronto desemboca en la carretera.
Recorremos menos de 200 metros de asfalto para abandonar la AS-14 por la derecha. Arriba, a mano izquierda, destaca el pico Panchón, la cima más alta del Concejo de Allande con sus 1.411 metros. Una trocha pedregosa se abre paso ahora entre el paisaje montaraz de brezos y escobas para culminar la última parte del puerto, sin duda el tramo más exigente. Después, un manto de hierba más mullido atraviesa un grupo de pinos antes de alcanzar una fuente, donde sin prisa saciaremos nuestra garganta reseca. Tan sólo nos quedan 300 metros para coronar el puerto del Palu, un Goliat de 1.146 metros en cuya cima se unen los peregrinos que vienen por la ruta de los Hospitales, después de una travesía épica por la sierra de Fonfaraón y el alto de La Marta.
Sin salir a la carretera nos preparamos para el descenso. Bajo la línea de alta tensión un sendero de fuerte desnivel y piedra suelta se lanza ladera abajo, una crueldad para los cuádriceps que retienen como pueden el peso del binomio peregrino-mochila. Procurando no resbalar desembocamos medio kilómetro después en la AS-14, que cruzamos para proseguir la bajada por otra senda. Este segundo tramo es mucho más benévolo, pasando junto a unas peñas y tomando la vereda que conduce a Montefurao, como una isla en medio del océano. Pepe es el único habitante en este arrecife de piedra y pizarra que pertenece a la parroquia de Santa María de Llago.
Nos recibe su capilla de Santiago, que cobija una querida talla del santo peregrino. La ermita perteneció al hospital de peregrinos reconvertido hoy en la Casa del Pintu, situada un poco más adelante al borde del Camino. Se sabe que a principios del siglo XIX tenía 845 reales de renta de diferentes tierras. A la salida de la aldea franqueamos un muro de piedra junto a un recio acebo y ponemos rumbo al Sesto de la Fonte, ganando altura entre prados y vacas. Sumergidos más tarde entre robles y helechos, superamos una portilla para ganar el alto en el paraje de El Rozón. El trazado de la ruta primitiva desciende a continuación durante kilómetro y medio hasta el collado del Couso, bajo el pico Llago de 993 metros y junto a la AS-14 y el cruce que se dirige a Castaedo.
No continuamos por la carretera sino debajo de ella. Una senda imita su recorrido por cotas más bajas, regalándonos al sur magníficas vistas de la sierra de Valledor (valle del oro), un paisaje protegido de la cuenca del río Navia cuyo nombre hace también referencia al pasado minero. Unos veinte minutos después pasamos junto al camposanto de Llago y la iglesia de Santa María, protegida por un tejo que fue declarado Monumento Natural. Un fuerte repecho escala hasta la carretera, donde se encuentra el único bar: Casa Serafín, siempre agradable en unos parajes tan solitarios.
Si en Montefurao hablábamos de un solo habitante, en Llago tan sólo tres vecinos resisten todo el año, entre casas y hórreos recién y perfectamente restaurados. La jornada prosigue por la AS-14 150 metros, tomamos a mano derecha un camino que cruza en 300 metros la carretera a Corondeño, atravesando posteriormente la zona de El Chao, una llanada que da paso a un pinar donde protegerse.
A la salida del bosque, continuamos a la derecha de la carretera hasta la intersección con ésta, que cruzamos con precaución para internarnos en otro bosque de coníferas que traspasa el paraje de Piedras Rubias. El Camino de Santiago coincide aquí con el GR-109, el Camino Natural de la cordillera Cantábrica, 503 kilómetros desde Panes hasta Santalla d'Ozcos. Unos espléndidos pinares, en porte y altura, dan paso a praderías que nos acompañan hasta Berduceo y contrastan con la desolada grandeza de las montañas de Tras el Palu. A la entrada pasamos el albergue de peregrinos municipal y unos metros más adelante desembocamos en la AS-34. Desde este punto tenemos acceso a varios bares, un centro de salud, algún comercio y dos albergues privados.
