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«A mi madre la mataron a disgustos», dice la hija de una anciana cuyo nombre usó Renedo

La nonagenaria pidió una ayuda para una silla de ruedas al Principado y así pudo la funcionaria usar sus datos para abrir una cuenta en la que ingresó «el sueldo de más de dos años»

Domingo 6 de Febrero de 2011
Marta Renedo Avilés, durante su declaración ante la juez antes de ir a prisión. / Ángel González
Gijón, M. CASTRO

Gijón, M. CASTRO

«Yo no voy a perdonar a esta gente que hizo tanto daño a mi madre, una mujer inválida, con 96 años y en silla de ruedas. A mí me hundieron y a mi madre me la mataron a disgustos». Así se expresaba ayer, con la emoción a flor de piel, una de las hijas de M. S. B. B., vecina de Oviedo y oriunda de un pueblo del oriente de Asturias, que al filo de la centuria se vio envuelta en problemas con la Agencia Tributaria por los movimientos que hizo Marta Renedo en los años 2007 y 2008 a una cuenta corriente de Bankinter que supuestamente abrió usando su identidad.

M. S. B. B. falleció el pasado mes de julio, a los 98 años de edad, sin saber si se iba a esclarecer el problema en el que la habían metido con la Hacienda pública. Los familiares más próximos a la anciana minusválida acabaron denunciando estos hechos a la Policía sin sospechar que esa denuncia sumada al menos a otras dos iban a dar pie a una investigación de una supuesta trama corrupta en la que, por el momento, se han visto implicados cargos políticos como el ex consejero de Educación José Luis Iglesias Riopedre y su número dos, María Jesús Otero, los empresarios Víctor Manuel Muñiz y Alfonso Carlos Sánchez y la funcionaria Marta Renedo Avilés. Los dos empresarios están en libertad bajo fianza y los tres cargos públicos, en prisión, por una supuesta trama corrupta de la que la presunta usurpación de identidades por parte de Renedo para camuflar el rastro del dinero público que obtenía es sólo una de sus ramificaciones.

Loa familiares de M. S. B. B. nunca se pudieron imaginar que la solicitud de una silla de ruedas para una mujer inválida que hicieron al Principado iba a acarrearles tantos quebraderos de cabeza. Al solicitar esta ayuda entraron en el fichero de acreedores del Principado y de allí habría sacado Renedo la identidad que utilizó para abrir la cuenta. Otro de los numerosos hijos de la mujer, que reside en el sur de España, explicó así el proceso: «Mi hermana fue a solicitar una silla de ruedas para mi madre y alguien se aprovechó y abusó de eso, cogiendo los datos. Lo que pasó después disgustó mucho a mi madre, que no sabía ni tocar un ordenador ni andar con nada y escribir malamente».

La alta funcionaria del Principado ya ha sido interrogada respecto a la apertura de la cuenta corriente a nombre de esta anciana inválida y los movimientos en la misma, así como sobre el número de teléfono al que Bankinter enviaba mensajes notificando las transferencias que se recibían en dicha cuenta. Marta Renedo se desvinculó en el Juzgado de esos movimientos bancarios, señalando que desconocía el número de teléfono al que se notificaban las transferencias.

Los familiares de M. S. B. B. respiran aliviados tras la operación policial que está a punto de poner fin a su pesadilla. En especial la hija, con cuya familia vivía en Oviedo la anciana y que cuidaba de ella. «Jamás los voy a perdonar», repetía ayer esta mujer. «Mi padre era agente judicial (en una localidad del oriente asturiano) y siempre nos inculcó que teníamos que ir por el camino recto», añade la hija de la anciana fallecida para explicar cómo repercutió en su familia que la Agencia Tributaria les pidiera que rindieran cuentas y explicaran el origen de unos ingresos que les eran totalmente ajenos. ¿Cuantía? «Más de lo que yo, que soy un currante normal, gano en un año y en dos también», añade el marido de esta mujer, que ayer pasaba la jornada descansando con su mujer en el pueblo del que era oriunda M. S. B. B. y que se mostraba satisfecho por la actuación judicial contra la presunta responsable de lo ocurrido: «Si machaca a la gente, tendrá que tener su merecido».

El matrimonio guarda un prudente silencio sobre determinados detalles de lo que les ha pasado, para no perjudicar una investigación que se encuentra bajo secreto de sumario. La discreción fue algo que también les pidió la Policía cuando acudieron a denunciar lo que les ocurría a la Comisaría de Policía de Oviedo, desde donde les remitieron a la de Gijón. Previamente, habían pasado por una sucursal de Bankinter a que les informaran sobre la cuenta corriente abierta a nombre de M. S. B. B. y los movimientos en la misma. En el banco les reconocieron que no conocían a la anciana, indican. Al contrario de lo que ocurrió con otras presuntas víctimas, en este caso no llegó a producirse ningún encuentro entre Marta Renedo y los familiares de la anciana, una vez que la Agencia Tributaria destapó el pastel.

Las secuelas, sin embargo, siguen ahí. Esta hija de la anciana minusválida insiste en que «fueron muchas cosas que no voy a perdonar. Prefiero que no me recuerden nada. Ha sido un año horrible para mí, hasta tuve que dejar de trabajar por el estrés». Otro de los hijos de M. S. B. B. señala la inseguridad que les ha provocado ese asunto y que les hace temer que su suegra, también anciana y que para recibir ayudas sociales también tiene que aportar sus datos, pueda sufrir un atropello similar.

Además de esta anciana minusválida, la funcionaria ahora encarcelada en la prisión de Villabona también utilizó al menos otras dos cuentas corrientes abiertas con identidades de otras mujeres, ambas vecinas de Gijón. Una de ellas es una joven trabajadora de un supermercado, que presentó una denuncia contra Renedo el 3 de febrero de 2010, después de que la alta funcionaria hubiese abierto una cuenta corriente utilizando su nombre y a la que derivó 134.400 euros del Principado. Esta joven y su marido, con los que habló el viernes LA NUEVA ESPAÑA, rechazaron el «arreglo» que les ofreció la funcionaria. «Que no nos comparen con ella, nosotros nunca nos lucramos de los demás», señaló la joven el pasado viernes a este periódico, y añadió que la actuación de la funcionaria «nos podía haber arruinado la vida». La tercera presunta víctima directa de Renedo es una sexagenaria gijonesa, a la que la funcionaria persiguió por la ciudad para implorarle que no la denunciara.

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