Otero ayudaba a salir de la cárcel

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María Jesús Otero Rebollada. /

Oviedo, M. J. IGLESIAS

María Jesús Otero, ex «número dos» de la Consejería de Educación y encarcelada a causa de la «operación Marea», reúne tres perfiles en una sola mujer: funcionaria puntillosa experta en el laberinto de los procesos de contratación, empresaria conocida por su desafectos en Llanes como «La Roldana» y católica militante de la solidaridad con los más necesitados.

La militancia social en la vida de la ex directora de Planificación de Centros de la Consejería de Educación, es precisamente la que más choca con su situación actual de presa preventiva en uno de los módulos terapéuticos de la cárcel de Villabona, donde sigue una disciplina férrea, como el resto de las reclusas. Quienes conocen María Jesús Otero destacan de ella una enorme generosidad a la hora de dar su tiempo y sus medios materiales para ayudar a los demás.

Esta maestra llanisca, miembro del Instituto Misionero Secular, con integrantes en Asturias que se coordinan desde Madrid, se volcaba con los necesitados en diversas facetas. Una de ellas era brindar apoyo a mujeres con problemas de reinserción social, que finalizaban condena o disfrutaban de permisos carcelarios. Mujeres como las que ahora tiene de compañeras en Villabona.

Junto a otras activistas del movimiento solidario ha llegado a ser vista en lugares como la plaza del Fontán de Oviedo, acompañando a presas que disfrutaban de permiso carcelario. Otero también forma parte del patronato de la Fundación El Pájaro Azul, que gestiona fondos públicos y privados orientados a realizar proyectos en países en desarrollo. Y es que esta mujer de apariencia sobria, alejada de toda coquetería, «la de las perres», como se la conocía por su cargo en la Consejería de Educación, tenía hasta su ingreso en Villabona el pasado 26 de enero, el «vicio» confeso de colaborar con organizaciones no gubernamentales y asociaciones de trabajo social.

Por eso a muchas de sus compañeras de estas tareas solidarias aún les cuesta creerse que la juez Ana López Pandiella haya imputado a Otero los delitos de cohecho, tráfico de influencias, fraudes y exenciones fiscales y negociaciones prohibidas para funcionarios.

Quienes alaban su labor por el prójimo se niegan tajantemente a aparecer públicamente con nombre y apellidos en defensa de una funcionaria que tuvo responsabilidades en sociedades que poseen más de 25 viviendas en Llanes. Su actividad empresarial comenzó con un vivero en Llanes y posteriormente entró en el mundo del turismo rural. Entre los asuntos que investiga la juez se encuentra la venta a la empresa Almacenes Pumarín de un piso propiedad de Otero por valor de 360.000 euros.