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Otero y Riopedre sabían que les estaban investigando un mes antes de su dimisión

Una sucursal bancaria llanisca advirtió a la «número dos» del consejero de Educación de que la Policía pedía datos de ella y de que ya estaba «fiscalizada como la Pantoja»

Viernes 6 de Mayo de 2011

Oviedo, E. LAGAR

Tanto José Luis Iglesias Riopedre como María Jesús Otero sabían que estaban siendo investigados cuando presentaron sus respectivas dimisiones al frente de la Consejería de Educación en los primeros días de agosto de 2010. El sumario de la «operación Marea», abierta por una supuesta trama de contrataciones irregulares en el Principado, recoge conversaciones de ambos cargos, que posteriormente resultaron imputados, donde se trasluce su conocimiento de que la Policía los investigaba.

El Gobierno del Principado negó rotundamente, en la primera comparecencia pública de su portavoz, Ana Rosa Migoya, tras la detención de Riopedre, a finales de enero pasado, que la dimisión del consejero de Educación tuviera relación alguna con la investigación.

El pinchazo policial a los teléfonos móviles que manejaba María Jesús Otero revela, como así consta en el sumario, al que ha tenido acceso LA NUEVA ESPAÑA, que el 1 de julio de 2010, a las 14.27 horas, María Jesús Otero recibió una llamada de la directora de una sucursal bancaria de Posada de Llanes informándola de que había recibido una llamada del «director de central de Gijón» en la que le comunica que «la Guardia Civil» le ha pedido información sobre su cuenta y sus fondos. La directora de la sucursal le pregunta a Otero «si ha tenido algún problema». La aún «número dos» de Educación dice que no, que «lo único que ha tenido es una denuncia de dinero que le quitaron por internet» en la cuenta de las empresas en las que participa. En concreto, la firma Buga. La directora queda en volver a llamarla cuando sepa más. Cuelgan. Pero apenas quince minutos después Otero vuelve a telefonear a la sucursal llanisca para recibir más información. Pero la directora dice que no sabe más. Que la llamará. Al día siguiente, a primera hora de la mañana, concretamente a las 8.32, ya sabe de qué se trata. Vuelven a llamarla del banco. El grupo de Delincuencia Económica ha pedido datos muy concretos. Otero «se extraña». Dice que «si piden movimientos de la cuenta y plazos» igual es una confusión con su hermano J. Una hora después llama a otra entidad bancaria para comprobar si también han pedido datos sobre ella. Ese día recibe más información desde la sucursal que le informó en primer lugar. Pide que le den copia de lo que reclama la Policía, pero dicen que no pueden darle nada por escrito. Ella afirma que «no sabe qué puede ser, que ya preguntó por el trabajo, que no debe nada a nadie, que no robó nada a nadie». Insiste en que tiene que ser una confusión con su hermano. Posteriormente, en otra llamada a un asesor económico descarta que pueda ser un asunto de trabajo puesto que ella «no firma nada, lo firma el Consejero y la Secretaría Técnica, además no está en las mesas de contratación. Que por problemas anteriores no quiere meter al Principado en líos, habla con José Luis y pide la jubilación inmediatamente...».

El día 5 de julio recibe una llamada de una persona que se identifica en el sumario como «Patricia la de la Caja». Siguen hablando del engorroso asunto. Patricia le dice que como el asunto «viene del Juzgado y de Delincuencia Económica se preguntan "madre, qué hizo". Que ya está fiscalizada como La Pantoja». Otero admite que está descolocada. En ese día de «descoloque», un par de horas después la llaman del concesionario donde compró su Audi A4 S4 para encuestarla sobre su grado de satisfacción.

Pese a estar al tanto de que la estaban investigando, en las llamadas que grabó la Policía Otero insiste a todos en que el abandono es voluntario. Es más, añade que ya en «mayo o en abril» había «metido» «lo de la jubilación», «pero no dije nada porque no procedía». También en otra conversación previa recuerda sus dolencias de rodilla y que ha solicitado su jubilación para finales de ese mes.

El día 6 de agosto, dos días después del abandono de Riopedre, recibe una llamada de un hombre identificado como Ángel, que le pregunta a qué se va a dedicar. Ella responde que «a la buena vida y que tiene una fundación de ayuda a África a la que va a dedicar más tiempo». Él quiere saber si la dimisión del Consejero se debe de «verdad» a que está enfermo ya que él «no sabía nada de la enfermedad y le parece extraño que no termine la legislatura», indica el sumario. Otero responde a su interlocutor que «es totalmente verdad, que es por culpa de la enfermedad y que no puede tener situaciones de estrés».

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