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Tres bancarias, imputadas por avisar a Otero de que se la estaba investigando

Las empleadas, de sucursales de Llanes y Oviedo, dicen que ignoraban que incumplían la ley

Miércoles 11 de Mayo de 2011

Oviedo, L. Á. V. / P. G.

La Policía imputó por supuestos delitos de desobediencia grave y obstrucción a la justicia a dos empleadas de una sucursal de una caja en Posada de Llanes, así como a una tercera de un banco en Los Prados, en Oviedo, por avisar a la ex directora general María Jesús Otero de que estaba siendo investigada. Las empleadas fueron citadas a declarar ante la Policía -no fueron detenidas- e indicaron que desconocían que fuese delito y que siempre avisaban a los clientes respecto a los cuales llegaban requerimientos.

Los contactos con la ex directora general fueron grabados por la Policía entre el 1 y el 13 de julio de 2010, un mes antes de que Otero dimitiese al mismo tiempo que el entonces consejero de Educación, José Luis Iglesias Riopedre. La Policía sostiene que fueron estas empleadas las que pusieron sobre aviso a Otero, quien luego intentaría borrar el rastro de parte de los pagos recibidos con la venta ficticia de un piso en Llanes.

En el informe de las escuchas, se señala que el 1 de julio de 2010, Otero recibió una llamada de A. M. V. G., empleada de Posada, quien le comentó que la Policía había entregado un documento en la oficina de Gijón por el que solicitaban información sobre cuentas y fondos a su nombre. «Madre, ¿que hizo algo?», preguntó, a lo que Otero respondió que no. La empleada quedó en volver a llamarla cuando recibiera la petición.

Así lo hizo al día siguiente, para decirle a Otero que lo que les pedía la Policía les iba a llevar mucho tiempo. Otero se mostró extrañada y manifestó si no se trataría de una confusión con su hermano Jesús. El mismo día, la empleada vuelve a llamarla y le lee la petición de la Policía, al tiempo que le informa del Juzgado que lleva el caso. Otero le pide una copia, pero la empleada se niega, porque se suponía que la ex directora general no debía saber nada. «Esto no debería comunicárselo», dijo. El 5 de julio es la directora de la sucursal, P. H. S., la que llama a Otero, le lee el requerimiento y le plantea entregarle una copia.

El 13 de julio, Otero telefonea a M. T. N. S., de la oficina de Oviedo, y le pide que le entregue unos movimientos bancarios que no entiende por qué tardan. La empleada dice que tuvo que solicitar información desde el año 2000 y añade que «no tenía que haberla informado».

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